Amor De Juventud - Parte Dos

324 14 27
                                    

Se quedó esperando, luego de unos segundos, se acostó sonriente sin siquiera darse cuenta. Unos nervios mezclados con una calidez se esparcieron por su pecho, como una ducha caliente en pleno invierno. Cubrió su pecho desnudo con sus brazos, cerrando sus ojos y respirando con profundidad. Era casi irreal, sus años de amistad culminaron en un par de minutos de valentía. Recordaba las dos o tres ocasiones en las que tuvo sueños con escenarios parecidos. Una confesión, un beso, y quizás algo más, pues siempre se despertaba en aquella parte del sueño. Abrió los ojos y miró el techo de la habitación, unas vigas de madera, decorándolo y sosteniéndolo. Recordaba venir a la casa de Pedro cuando eran simples niños, inocentes y puros. Por su cabeza pasó una imagen clara de su niñez compartida, un corto beso, apenas capaz de llamarse un beso. Fue mientras participaban de un típico juego infantil, jugando a la familia. Pedro, al irse a su trabajo falso, la saludo con un pequeño beso.

Se despertó de su divague interno, Pedro estaba tardando mucho.

Saltó de la cama y fue en busca de su ropa, que había quedado descartada en el piso de la habitación. La deslizó sobre su cuerpo, poniéndosela y saliendo de la habitación. Bajó las escaleras algo apuradas, caminando descalza y encontrándose con Celeste, la hermana de Pedro, en el sillón del living. Frunció el ceño, miró la cocina vacía, que estaba conectada por un arco que unía al living con la cocina de manera directa, sin necesitar una puerta.

"Chelu, ¿Pedro adónde está?"

"Se quemó prendiendo el horno," Dijo la niña, sin dejar de mirar el televisor.

Rio, imaginándose a Pedro en tal situación.

"Fue a buscar el botiquín al garage."

"Gracias, Chelu," Dijo y fue en camino al garage.

La puerta del mismo, que estaba en un costado de la cocina, estaba abierta. Se acercó y se asomó por la misma, viendo a Pedro de espaldas, un cajón de un mueble abierto y con un botiquín al lado. Sonrió y entró por completo al garage.

"Hola,"

"¡Puta madre!" Dijo, saltando del susto.

El joven se dio vuelta, terminando de aplicarse una gasa en la parte exterior de la muñeca.

"Boluda, me cagué todo," Dijo, ahora con una sonrisa al igual que ella.

"¿Yo boluda?" Se acercó a él, tomándole la muñeca dañada, "Te quemaste prendiendo un horno."

Pedro la miraba como hipnotizado, embobado con su belleza y con el hecho que se quería podía besarla ahora mismo.

"Estaba nervioso, che," Dijo, con algo de timidez.

A Jazmín le gustaba saber el efecto que tenía sobre el hombre, que lo hacía estar inquieto y sensible a su tacto. Una de sus dos manos, que sostenían la de Pedro, trepó por el antebrazo. El joven miraba con atención los dedos de la mujer acariciando su piel. Siempre fueron cariñosos con el otro, pero ahora parecía que cada punto de contacto era una descarga eléctrica.

"¿Vas a tener que bajar para sacar las milanesas del horno?" Le preguntó, alzando la vista.

"No sé, Cele ya sabe como sacarlas," Pasó uno de sus dedos sobre la cinta que sostenía la gasa en su lugar, "Además, seguro que mejor que yo, las saca."

Ambos rieron brevemente.

"¿Entonces vamos arriba de vuelta?"

La mujer se acercó al rostro del hombre, mirándolo fijo desde bastantes centímetros abajo.

"Cómo vos quieras," Dijo con una sonrisa algo pícara.

Jazmín no pudo resistirse y lo besó allí mismo, tomándole la mandíbula con una mano. Luego de unos cortos segundos se separó, Pedro la intento atrapar nuevamente en el beso, ambos sonriendo antes de separarse definitivamente.

One Shots | Rock NacionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora