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—¿Quieres acompañar a este caballero por el resto de tu hermosa vida, cariño?— preguntó el hombre de cabello castaño, arrodillándose mientras le mostraba un anillo de compromiso a su hermosa novia.

La chica asintió emocionada, limpiándose las lágrimas de felicidad y abrazando a su novio, dándole una serie de besos llenos de amor para demostrarle cuánto lo quería.

—¡Acepto, JungKookie!

Oh, y Lisa en verdad creyó que su vida sería más exitosa y maravillosa al lado de aquel hombre que conoció hace cinco años atrás.

Qué equivocada estaba.

   Ingenua. Ingenua. Ingenua.

Después de la boda, su ahora esposo ya no le prestaba tanta atención como antes. Tampoco la mimaba ni le decía palabras dulces como siempre; era más bien como si fuera otra persona completamente diferente. La radiante sonrisa sincera que siempre mostraba se había vuelto a una forzada y muy falsa. Sus orbes ya no tenían ese brillo que tanto le gustaba, pues ahora estaban apagados y no había rastro de los ojitos de bambi de los que se enamoró.

JungKook había cambiado completamente y no le gustaba que fuera así. Le gritaba, la hería física y mentalmente, le decía que era inservible y una muy mala esposa. ¿Dónde había quedado aquel JungKook tierno y adorable que le decía cosas bonitas cada segundo? Lo extrañaba. Lo extrañaba mucho.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que tengas mi desayuno listo antes de que me levante?— habló fuerte y molesto, frunciendo el ceño y mirándola con desprecio—. Eres la peor esposa, ¿lo sabías? Jamás me debí de haber casado contigo, porque ni para satisfacerme eres buena.

¿De qué servía luchar si ya no tenía municiones? Estaba tan harta de aquellos maltratos que lo único que quería era acabar con la situación, pero no podía ir a buscar los papeles de divorcio porque ni salir de casa podía. JungKook le había prohibido ciertas cosas, como por ejemplo salir, ver a sus familiares, amigos, etc. Era una prisionera en su propia casa y toda su carrera exitosa había decaído por no estar activa.

Sus deseos de llorar picaron sus ojos y no tardó en hacerlo, enojando todavía más a JungKook.

—¡¿Por qué carajo estás llorando?!— gritó—. ¡Te daré un verdadero motivo para que lo hagas!

Y solo fueron cuestión de segundos para que el fuerte y duro puño de su esposo impactara con su quijada, dejándola tirada en el suelo. Sangró, lloró y se lastimó otra vez. Lisa en verdad pensó que había encontrado al hombre indicado y perfecto que la acompañaría por el resto de su vida, pero solamente quería tenerlo lejos ahora mismo. La situación ya no era de color de rosa y arcoíris, ahora era una oscura donde los maltratos y el desprecio era grande.

   "Las apariencias engañan". Oh, conocía muy bien aquella frase y ahora tenía todo el sentido del mundo. ¿Quién hubiera pensado que el empresario tierno, dedicado y amable sería el mismísimo diablo? Inclusive era peor que el mismo. Al principio se había sentido feliz cuando lo volvió a encontrar, pensando que ya no lo haría porque no sería posible, pero lo hizo y casi llora de la felicidad al verlo. JungKook le había demostrado lo que era el amor verdadero cuando era una adolescente. Él le había hecho sentir una serie de emociones que tocaron un lugar profundo en su corazón. ¿Quién carajo hubiera pensado que él, pareciendo una muy buena y adorable persona, hubiera resultado como el peor ser humano del mundo? Dime, ¿quién carajo lo habría imaginado?

   JungKook se retiró de ahí molesto, echando humo por las orejas y teniendo el rostro rojo de la ira. Salió de casa aporreando la puerta, tan fuerte que por poco y la rompe, pero no importaba porque al fin Lisa estaba sola. Se levantó como pudo, soltando gemidos de dolor por las zonas que le dolían por los golpes, se dirigió a paso lento hacia la pequeña bodega que tenían y agarró una cuerda. Regresó al lugar donde estaba y ahí sucedió lo peor.

   Si antes la muerte le asustaba, ahora era su única fuente de escape. Sabía que JungKook jamás la dejaría en paz y por eso tenía que recurrir a lo que estaba apunto de hacer. Colgó la soga en el techo y se subió con ayuda de un banquito, rodeó la cuerda alrededor de su cuello y se dejó colgar, sufriendo por un par de minutos más hasta que consiguió asfixiarse y morir ahí, descansando por fin y liberándose de todo el daño de su casa.

   Y para cuando JungKook la encontró, lloró toda la noche y días siguientes, dándose cuenta de lo idiota, imbécil y estúpido que había sido al desquitarse con la mujer que más amaba. Porque sí, a pesar de todos esos maltratos, golpes e insultos, JungKook amaba muchísimo a Lisa. Y parecía irónico, porque lo único que hizo con ella fue golpearla hasta hacerla decidir su propia muerte.

   Él había cometido el error de golpearla, ahora el karma se lo estaba devolviendo con todo el dolor del mundo. Había estado ciego todo este tiempo y apenas se daba cuenta de lo que había hecho durante mucho tiempo. ¿Acaso no podía ser más cínico? Era un estúpido hambriento de dinero que, cuando su empresa tuvo un desliz, perdió completamente la cordura.

   Estaba tan desesperado de volver a estar nuevamente con ella, de recuperarla pero, evidentemente, no encontraba el modo para hacerlo. Estaba tan triste y herido que se sentía demasiado miserable. Se sentía tan idiota que empezó a beber como loco, demasiado. Su vida se había desmoronado completamente y no podía simplemente seguir como lo había estado haciendo.

   Él era el jefe en su compañía e ir a trabajar todos los días le resultaba sumamente innecesario. Su empresa sola se levantó y a su cuenta bancaria le llegaban millones y millones de wones. Tantos que podía considerarse como uno de los hombres más ricos de Corea. Sin embargo, todo ese dinero no le estaba sirviendo de nada porque él solo quería de vuelta a su esposa.

   Divisó una carta que le había llegado por el correo y la abrió leyendo con pereza lo que le estaban solicitando y grande fue su sorpresa e interés cuando notó que era una carta pidiendo un patrocinio. Pensó que probablemente aquel proyecto sería esa parte que necesitaba y no tardó en agarrar su teléfono móvil y marcar al número que mostraba en la carta.

   Pero aquello era su karma.

Novio ficticio ➳ℓιzкσσк Donde viven las historias. Descúbrelo ahora