-Capitulo 5-

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La mañana despertó con un sol tímido que apenas lograba filtrarse a través de las cortinas del hospital. La ambulancia había llegado con urgencia, llevando consigo a Kurt en medio de la calma matutina. En el bullicioso hospital, el trajín de médicos y enfermeras resonaba en los pasillos mientras atendían con premura a Kurt, cuya vida pendía de un hilo.

Mientras tanto, Francisco aguardaba con el corazón en un puño en la sala de espera, sus labios moviéndose en silenciosa súplica mientras rezaba por la salvación de su querida pareja.

-Todo es mi culpa...

Murmuró con pesar, las lágrimas perladas en sus ojos reflejando el tormento de su alma.

Kurt, por su parte, yacía en una cama de hospital, su rostro pálido y sereno, ajeno al drama que se desarrollaba a su alrededor. Los médicos le habían advertido a Francisco sobre la gravedad de la situación, pero nada podía prepararlo para la noticia devastadora que estaba por recibir.

-Buenos días, ¿usted es familiar de Kurt?

preguntó el doctor con solemnidad al adentrarse en la sala de espera, interrumpiendo el silencio cargado de ansiedad.

-Sí, soy yo.

respondió Francisco con voz entrecortada, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. El doctor le informó entonces sobre la terrible verdad: Kurt había sufrido graves lesiones en la cabeza y podría haber perdido gran parte de su memoria.

El peso de la noticia cayó como una losa sobre Francisco, dejándolo sin aliento, su rostro marcado por el dolor y la desesperación. Mientras luchaba por contener las lágrimas, se aferraba a la esperanza de que su pareja se recuperara, aunque fuera solo para recordarlo a él.

Una hora más tarde, la luz del día inundaba la habitación de hospital donde Kurt finalmente despertó, su mente envuelta en un velo de confusión.

-Oh, veo que has despertado.

murmuró el doctor con calma, su presencia reconfortante en medio de la incertidumbre. Kurt, desorientado y asustado, buscaba respuestas en el rostro desconocido del médico.

-Tuviste un accidente, Kurt. Pero estás a salvo ahora.

Dijo el médico con suavidad, tratando de calmar los temores del joven. Francisco fue autorizado entonces a entrar en la habitación, su corazón latiendo con la esperanza de que Kurt lo reconociera.

-Hola, Kurt. ¿Me recuerdas? Soy Francisco.

dijo con voz temblorosa, su mirada llena de anhelo mientras se acercaba a la cama.

-Lo siento, no te conozco...

respondió Kurt con tristeza, su voz apenas un susurro en la quietud de la habitación, dejando a Francisco sumido en el abismo de la desesperación en esa fría mañana de incertidumbre.

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⏰ Última actualización: Jan 29 ⏰

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