Más fuerte que las bombas

121 18 14
                                    

Llovía. Gotas gruesas y pesadas golpeaban contra mi casco acompasando el percutir de las balas y el profundo bajo de las bombas. Solo faltaban los truenos para terminar de ensamblar la base rítmica con la que soñaría esa noche si lograba sobrevivir.

Jamás me habría unido al ejército si no fuera obligatorio, era un músico cuyo sueño era componer canciones que movieran el corazón de la gente, y así llenarlos de la esperanza que necesitábamos mantener en estos tiempos de guerra.

Pero cuando el gobierno dijo que todos los hombres mayores de edad debían enlistarse para luchar por su país, no me quedó otra que esconder mis partituras dentro de mi ropa y subirme al accidentado bus que nos llevaría hacia la base militar desde donde partiríamos hacia el centro de todo, y rogar por sobrevivir.

La situación era mucho peor de lo que pensé.

Los soldados heridos, los civiles muertos, el conteo de víctimas de este infame enfrentamiento crecía a cada segundo y entendí el apuro por traer más protección y ayuda a la base; los enfermeros no podían solos con tantas heridas y los recursos que nos habían donado estaban por acabarse. Pronto no tendríamos nada con que...

—¡Teniente Do! ¡Venga con nosotros! —Exclamó mi superior pidiendo que lo siga.

—¡Sí, señor! —Respondí firme y le asentí al doctor Byun en despedida antes de alejarme y dejarlo nuevamente solo con los enfermeros Kim, quienes compartieron una mirada lastimera y palmearon mi brazo al salir, esperando, igual que yo, que aquella no fuera la última vez que nos veamos.

—Iremos al frente, ya saben qué hacer —indicó el Capitán Kim JunMyeon mientras alistaba su arma bajo el brazo.

Nuestro equipo era parte del Escuadrón de Rescate, por lo que nuestra labor principal era ir a recoger a todos los heridos de guerra y regresarlos a las instalaciones médicas. No luchábamos ni atacábamos a menos que fuera necesario para proteger a las víctimas. Era lo único que me permitía dormir por las noches. No podría ser capaz de regresar si tuviera una vida manchando mis manos.

Bajamos de las camionetas con nuestras armas en mano, los cascos cubriendo nuestras cabezas y el uniforme ocultando el chaleco a prueba de balas que gracias a dios nos permitían usar, y corrimos en grupos hacia los lugares designados, buscando sobrevivientes que ordené fueran llevados de inmediato hacia el vehículo.

Me encontraba revisando el perímetro cuando comenzó a llover. No era algo que nos detuviera, por supuesto; pero nos ralentizaba por la falta de control que teníamos del barro, el musgo y cualquier superficie húmeda y resbaladiza por la que debíamos avanzar.

—¡Teniente! —Escuché que gritaban a mi espalda.— ¡El último auto está completo!

Le asentí a mi cadete y le di la señal para que pudiera marcharse; yo terminaría de revisar la zona y regresaría a la base en la camioneta líder junto a mi Capitán. Era importante verificar que no estábamos olvidando a alguien.

Me abrí paso entre los arbustos, sosteniéndome de los troncos aún algo secos de los árboles de copa alta y avancé hasta llegar casi a la frontera, desde donde oí el sonido de tambores, gritos y cánticos que llamaron mi atención. ¿Habían civiles aún en la zona? ¿Acaso no había sido trasladados a la base de protección con los demás?

Avancé lentamente para no ser notado y me oculté tras un frondoso arbusto, manteniendo mi arma lista en todo momento; no quería correr riesgos por si me encontraba en peligro.

Sin embargo, aún con las bombas sonando por encima de mi cabeza y las balas haciendo eco a mi espalda, la palabra peligro era lo último que se me hubiera ocurrido ante la belleza a la que me estaba enfrentando.

Lauder than bombs (OneShot) [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora