Capítulo veintitrés/ Se puede escoger no sufrir.

78 6 0
                                    

Summer.

Besarlo de nuevo puede ser como un soplo de aire fresco. Cuando sucede algo es realmente fascinante si se deseó y esperó tanto por ello.

Coloco mis manos sobre su pecho y hago un puño con su remera para atráelo más. Recuerdo cómo fue la primera vez, así que esta vez ya me hago una idea de cómo seguir.

Es como una explosión dentro de mi cuando siento su lengua acariciar mi labio inferior, cuando hago un movimiento arriesgado y nuestras lenguas chocan. Teo suspira como si eso fuera un deleite y lo entiendo, porque mi piel se eriza y nuestros corazones se desesperan por ver quien late más rápido.

Me regala unos largos segundos más para memorizarlo porque, de algo que no tenía ni la más mínima idea de cómo se sentiría, ahora es algo que quiero experimentar más seguido, de besarlo solo él más seguido.

Pega su frente con la mía y sus brazos caen a ambos lados de su cuerpo. Nada cambió, al separarnos y ver su rostro entiendo que nada cambió.

—¿Qué pretendías con eso?

Despeina su cabello y mira la calle antes de volver a observarme. Nada, como siempre no puedo ver nada en su mirada, no sé ni siquiera qué podría estar sintiendo ahora.

—Fue un impulso. Lo siento.

—Pues tú y tu impulso se pueden ir a donde menos te gusta.

Volteo y comienzo a caminar a pasos apresurados, tratando de alejarme lo más que pueda de él. Lo escucho maldecir y siento su presencia a mi espalda.

—¿A dónde vas? — pregunta

—A mi casa, ¿no es obvio?

—Summer, es de noche y peligroso. Pidamos... — lo miro con mala cara —, o pide un taxi.

—Me gusta caminar.

Otra vez maldice.

Se puede escoger no sufrir. Nadie lo sabe, pero es así y nos damos cuenta cuando el daño ya está hecho. Como yo, lo hubiera apartado, no hubiera dejado que él me besara, pero no medí los daños, solo me dejé llevar.

—¿Puedes dejar de seguirme? — le digo cuando aún está siguiéndome.

—No te dejaré caminar de noche y sola.

—Y ahora se preocupa por mí. — murmuro.

No mintió, no me dejó sola en ningún momento y me acompañó hasta casa. Un lindo detalle si las circunstancias fueran de otra forma.

Cuando estoy por entrar lo escucho hablar de nuevo.

—Lo siento, Summer.

—Eres un idiota. — le digo a los ojos y le cierro la puerta en la cara.

...

Tuvo el descaro de ir a la biblioteca. Yo lo beso y él me hace sentir culpable faltando una semana; él me besa y finjamos que nada pasó. Idiota.

Si está arriba hago lo que puedo para estar en el piso de abajo, si va a un costado trato de ir al otro y así me he pasado toda la tarde evitándolo.

Hasta que en las escaleras se le ocurre hablarme.

—¿Puedes dejar de actuar así? — ohh, él no tiene el derecho de juzgarme.

—¿Disculpa?

—Dije que lo siento. — al estar escalones más arriba que él hace que estemos a la misma altura y puedo tomar un poco de valentía.

—Te recuerdo que yo también me disculpé y tú desapareciste por una semana y me echaste la culpa de todo.

—Es distinto.

Hasta Que Lo Efímero Se Acabe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora