Del paraíso al infierno

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Un golpe fue todo lo necesario para dejar al borde de la muerte al rey de los monstruos Orochi. Su cuerpo quedó destrozado por la fuerza de un hombre calvo que lo miraba con aburrimiento. Los pedazos de su cuerpo volaban hacia todas direcciones; un fragmento de cerebro, músculos y huesos brillaron por unos segundos y luego desaparecieron como si nunca hubieran existido.      

Negro es todo lo que podía ver, frío es todo lo que siento, floto en una noche sin fin, navegando sin rumbo, con una tranquilidad y serenidad, sentimientos que de repente me invaden acompañados de una luz y la sensación de la tierra y pasto. Abro mis ojos y observo un paraíso de hermosas flores y un cielo azul puro.

Contemplando el paisaje, me encontraba desorientado, confundido pero inusualmente tranquilo, rodeado de un campo casi infinito de flores y unos cielos azules más hermosos que nunca antes había visto. Bañado por la luz del sol, quedé inmerso en una tranquilidad y paz que casi me hicieron olvidar preguntarme dónde estaba y por qué motivo y circunstancia me encontraba en este lugar tan especial.         

Pasa un tiempo y escucho un sonido atronador. Miro hacia la dirección de donde proviene el sonido, hacia el cielo o más precisamente hacia el sol. Todo estaría bien si solo el sol estuviera brillante, pero no; lo que estoy viendo es un sol negro rodeado de un aro de color rojo, mientras una energía negra cae como una cascada. Solo puedo pensar en dos palabras: Dark Souls. ¿Cómo es posible este fenómeno tan surrealista?, pienso, cuando de pronto el suelo comienza a temblar. Mis ojos visualizan algo: "¿Qué demonios está pasando?".

Lo que mis ojos están presenciando es una grotesca amalgama de tentáculos y ojos que se está elevando como un pilar de carne grotesca.

Estoy aterrorizado, mis piernas empiezan a fallarme y caigo de rodillas. Mis ojos no pueden apartarse de esa aberración; siento que estoy mirando un abismo y entonces el abismo me mira a mí. No hay sonido, pero todo mi ser entiende que estoy siendo juzgado.

De pronto, un dolor atraviesa mi mente y una gran cantidad de información brota de la nada, aclarando mis dudas, y de repente todo se vuelve blanco.

Despierto en un callejón con basura a mi alrededor; el olor es asqueroso y se oyen ruidos de disparos y explosiones, pero eso no me importa. Miro mis manos, si se les puede llamar así: son monstruosas. Veo la mitad de mis dedos, que son de hueso y de un ligero tono amarillento, muy afilados como dagas conectados por tentáculos a mis palmas. Mis brazos son serpientes entrelazadas entre sí y en los hombros hay dos bocas gigantes. Todo mi cuerpo es una colección de serpientes con diferentes formas.

Me puse de pie y me di cuenta de que era enorme, posiblemente 5 metros y 63 centímetros. Sentí un peso detrás y giré la cabeza para ver una cola enorme con tres puntas y cuatro ojos. Mis muslos son cabezas de dragones, con mandíbulas abiertas de las cuales salen múltiples serpientes que se entrelazan formando mis piernas. No tengo tobillos ni pies; en cambio, las serpientes tienen garras entre sus mandíbulas.

 No tengo tobillos ni pies; en cambio, las serpientes tienen garras entre sus mandíbulas

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El viaje de un fragmento del Rey de los monstruos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora