Aquella noche, Ochako no había ido a la habitación de Bakugou. De algún modo, había acabado en la suya, cerrando la puerta con llave y con la mirada perdida hasta que los rayos del alba se colaron por la ventana. Si hubiera aprovechado ese tiempo para ordenar sus pensamientos...
Un semidiós. Mitsuki. Ella... ella es...
Una risa histérica brotó de la garganta de Ochako, en el momento justo. La única forma que tenía su cuerpo de hacer frente a la bomba que acababan de lanzarle era reírse cada vez que pensaba en ello. Así que había estado riendo como una loca durante horas y horas. Es que...
Lo que más le hacía reír era imaginarse lo furioso que se pondría Katsuki al descubrir que una versión más grande y real de él también era en parte dios. Parte dios. Porque esos existen aquí. Se le escapó otra risita.
All Might y la Sabia lo sabían. La anciana fue quien salvó la vida de Uwabumi tras la explosión. All Might, que no era ajeno a la fuerza bruta, se había encargado de ayudar a Bakugou a perfeccionar sus habilidades, viajando y aprendiendo con él antes de conocer a Deku. Masaru lo sabía, pero eso ya no importaba. No se le podía ocultar nada a Ochako. Ahora Ochako lo sabía. Seis personas, incluido Bakugou, sabían quién era su madre biológica.
Otra carcajada consumió a Ochako. Por la forma en que había hablado de ella aquella semana, tan despreocupada, tan llena de abierto desdén, pensó que Mitsuki era una maga quisquillosa con problemas de compromiso.
"Todo esto es una puta ridiculez... Perra egoísta".
Ochako se sentó erguida, obligándose a recordar su conversación de aquella noche, con la cabeza dándole vueltas a los detalles que no había captado.
"Un puto inconveniente, eso es lo que es. Ni siquiera se lo dije a mi padre antes de que se fuera a la mierda, estaba tan sorprendido como el resto de nosotros. Me niego a usar nada de lo que esa zorra me dio".
No es de extrañar que estuviera a punto de explotar; Bakugou estaba esencialmente embotellando poder divino sin ningún lugar a donde ir -"Jesucristo"- maldijo Ochako en voz alta.
Se tapó la boca con la mano. Otra pregunta suya de aquella noche le revolvió las tripas bajo una luz completamente nueva.
"¿Crees que eres humano?"
Con lo que sabía ahora, Ochako no estaba segura de en nombre de quién había hecho la pregunta. Se mordió el labio y se llevó las rodillas al pecho. Su mente y su corazón estaban divididos. Francamente, su condición de no humano no cambiaba lo que ella sentía. Bueno, sí lo había hecho, pero no de la forma que Uwabumi esperaba. Los sentimientos habían cambiado, no disminuido. Hacía tiempo que había renunciado a intentar desenredarse de la confusa masa de emociones que rodeaban su relación con Bakugou. En lugar de deshacerse de la masa, Ochako se sentía como si acabara de recogerla y girarla hacia un nuevo lado, mirando ahora desde un nuevo ángulo.
El problema no era la verdad en sí, sino la entrega. Sin lugar a dudas, según él, Ochako no debía saberlo. Y le escocía, pero no sabía si tenía derecho a reconocer su dolor. Caminaba por la confusa línea de comprender completamente su ocultación y sentirse dolida por el hecho de que él probablemente nunca se lo iba a decir.
Una pequeña y patética parte de ella deseaba que fuera Bakugou quien se lo contara, por voluntad propia. No sabía por qué. La verdad no es una balanza. Que él lo supiera todo de ella no le daba derecho a Ochako a exigir conocer todos sus secretos. No es como si estuvieran comprometidos...
No sigas por ese camino, Ochako. Concéntrate en el lío que tienes delante antes de imaginar futuros problemas hipotéticos.
Ochako no tenía derecho a saber nada que no la afectara directamente a ella o a su seguridad. Pero ella no sabía si esto caía bajo ese concepto. Y ahora lo sabía, sin el consentimiento de Bakugou. Uwabumi había actuado por su cuenta, en un impulso por alejar a Ochako de su caos. Ella aún no sabía la razón exacta por la que la Reina había hecho eso. Tal vez ella tampoco lo sabía.
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Viendo doble
FanficTRADUCCION EN CURSO Resumen: Había una luz cegadora y un dolor tan intenso, por lo que ella no podía respirar. Luego, nada, excepto el susurro de las hojas en un bosque en el que Ochako no recordaba haber entrado. No tuvo tiempo de asimilar el hecho...