Sólo lo tengo a él.

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"INVOCA A LA FUERZA DEL CIELO, LLAMA AL PODER DEL RAYO Y DEL TRUENO, SÓLO ASÍ PODRÁS SALVAR A QUIEN AMA TU CORAZÓN"

Baja una fuerza del cielo y entra por mi cuerpo para salir por el cuchillo de mi mano.

Algo emana de mí y se expande alejando a quien me quería atacar. A mis espaldas se escuchan pasos y vuelvo a mandar el rayo a ellos, pero mientras lo hago siento un dolor terrible en mi cuerpo.

Comienzo a caer en el vacío de la obscuridad en la que estoy preso, hasta que caigo en mi cuerpo que está recostado sobre una superficie sólida.

Sobresaltado comienzo a despertar, intentando identificar en donde me encuentro, pero mi pesado respirar y el mareo me lo dificulta. Toco mi cuerpo para identificar las heridas nuevas, sólo puedo sentir como mis brazos están con un ligero ardor, y me siento muy débil; no hay corrientes de viento, así que no estoy en exteriores, se alcanza a percibir un olor a madera quemada junto con un poco de calor, huele a animales y a hierbas, lo que me dice que alguien me ha puesto algún menjurje; sobre mi cuerpo hay una pesada manta que me mantiene en calor. Esto es todo lo que alcanzo a percibir sin mi sentido de la vista.

Lo último que recuerdo es subir a la carreta de la señora Marie, y que su voz pasó de ser la de una mujer anciana a la voz de un cuerpo joven y sano, lo más seguro es que estemos en su cabaña. Con pesadez comienzo a sentarme, sintiendo con mis manos la rigidez de donde me encontraba, lo que me da más seguridad de que estaba en el suelo y no en una cama; sigo reconociendo con el tacto el resto del espacio, pero soy sorprendido por un conocido ser peludo que estaba muy feliz de verme, Zoro, el perro de Tom me llenaba de saliva el rostro y movía alrededor de mi. Me daba gusto que él estuviera a salvo. Ahora lo más importante de todo ¿dónde está Tom?

Agudizo todo lo que puedo mis sentidos para intentar percibir la respiración de Tom, justo como lo llegamos a practicar en la cabaña, atento a la vibración del suelo y a el rebotar del sonido a las paredes, logro percibir un corazón latir, que estaba muy lejos o demasiado tenue. No podría encontrarlo así y menos si no conozco este lugar, tendría que intentar algo descabellado. Toqué al perro y puse mi mano sobre su frente.

Intenté hacer lo que el anciano de la visión me dijo, llevar mis palabras a mi mano y que ellas tomaran camino a la mente de a quien deseara hablarle. No sabía si funcionaría y mucho menos con el perro, pero debía intentarlo.

~Llévame a él~.

En respuesta el perro sólo se alejó de mí, sabía que no funcionaría, pero valía la pena intentarlo, me quedé en mi oscuridad habitual, hasta que se escuchó un ladrido a la corta distancia ¡Había funcionado! Zoro se fue a la dirección en la que debía ir para encontrar a Tom.

Con toda la prisa que mi cuerpo permitió me puse de pie y caminé hacia el sonido del ladrido, con las manos extendidas al frente y con poca cautela, arrastrando los pies en vez de dar pasos firmes. En mi interior se debatían la inseguridad y miedo de estar en un entorno desconocido, junto con la ansia de llegar con Tom, él había quedado muy herido de la batalla, me preocupaba cómo estaría ahora. No fui nada consciente de los pasos que di para llegar al ladrido de Zoro, me sería muy complicado volver por mi cuenta a donde estaba.

Seguí caminando hasta que mis manos tocaron al perro, lo que me indicaba que había llegado a donde estaba mi querido Tom. Usé al perro para guiarme al suelo, extendí mis manos por el piso y lo encontré. Toqué su cuerpo hasta que pude llegar a su rostro, definitivamente era él, su masculina quijada, su nariz rota y su marcada cicatriz en la frente derecha, aunque con curaciones en su frente.

Era mi Tom.

Estaba vivo.

Toqué su cuerpo y pude notar que su fornido pecho estaba descubierto y vendado de manera diagonal hasta su cintura, la venda no estaba mojada, lo que me decía que no estaba sangrando. Seguí tocando sus brazos hasta sus manos, me encantaba tocarlo y sentir su piel, tomé su mano y la subí a mis labios, con los que le di un suave besos a sus dedos.

-¿Terminaste ya?-.

¡Tom despertó!

Sujeté su mano en mi rostro y con la otra mano me guié de su brazo hasta su rostro mientras asentía con la cabeza. Estaba muy feliz de que hubiera despertado, tanto que la emoción hacía que mis movimientos fueran más torpes de lo normal.

-Despacio- dijo Tom con su hermosa voz rasposa- ¿que no ves que estoy convaleciente?- su bromita me sacó una sonrisa.

Saber que estaba vivo me llenaba de alegría y de paz, pero no podía ignorar lo adolorido de mi cuerpo.

-Aun estamos ambos muy lastimados, yo ni siquiera soy capaz de sentarme, mucho menos ponerme de pie. Y tú no estás mucho mejor que yo. Ven- me tomó del hombro y me jaló suavemente hacia abajo junto a él-, recuéstate conmigo-.

Y eso hice, me acosté junto a él, con mi cabeza recargada en su hombro y mi mano en su pecho.

Dentro del caos inminente pude sentir un poco de paz ante el calor de la piel de Tom, pues al final, en este mundo cruel, sólo lo tengo a él, es todo lo que necesito y quiero.

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¡Hola, gente bonita!

Una disculpa por la demora en subir este capítulo, fue cortito porque lo que sigue será muy amplio, espero pronto podérselos traer.

Con amor: Capullo de Aleli.

Oscuridad y Silencio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora