Capítulo uno.

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{Punto de vista de Harry}

Salí de la universidad con mi típica cara de cansancio extremo después de los exámenes finales. Tenía unas ganas increíbles de llegar a casa y tirarme en la cama para despejarme y no pensar en nada. Subí al autobús que me llevaría a la esquina de mi barrio, me senté casi al final y dediqué lo que quedaba de viaje para escuchar música y mirar por la ventana sin ninguna preocupación. Luchaba por no quedarme dormido en esos momentos.
Al rato llegué a mi destino, bajé y caminé hacia casa, mirando como los vecinos se saludaban entre ellos, las viejas chismosas comtaban lo que acababa de pasar en x sitio, los skaters patinaban en el parque y los nerds se concentraban en un círculo para hablar de sus cosas de frikis. Entré en casa y dejé las cosas a un lado.

-Ya estoy aquí-avisé con pocas ganas-,¿qué hay de comer?-dije yendo a la cocina para encontrarme con mi madre.

-Lasaña y ensalada césar.

-Lasaña-sonreí y fui al salón encontrándome con un invitado inesperado.

Le miré de reojo, intentando convencerme de que lo que estaba viendo era real, no podía creer que mi mejor amigo estaba ahí. Después de desaparecer se le había dado por muerto, encontramos su cuerpo y hasta hubo funeral.

-¿L-louis?-pregunté perplejo.

-Sí, soy yo-se acercó a mi sonriente.

Corrí hacia él abrazándole mientras lloraba como un niño pequeño al que le habían quitado un juguete muy especial. Él me abrazó fuerte, susurrándome que me tranquilizara y acariciándome el pelo suavemente. Seguía sin creerme lo que estaba pasando, me separé para mirarle a los ojos.

-Estás vivo-susurré sonriente aún con las lágrimas cayendo.

-Sí-rio-, lo estoy.

-Pero si fui a tu funeral, te vi muerto totalmente.-dije mientras me secaba las lágrimas con la manga del jersey que me había regalado en mi cumpleaños hace unos años.

-No lo estaba. Bueno, por unas horas sí, pero después desperté y tuve que salir ya que estaba enterrado vivo, duré dos días para conseguir salir de allí abajo, caminé vagamente por la carretera hasta que una mujer me recogió y me llevó a su casa a vivir hasta ahora.

Escuché atentamente cada palabra, observando como sus labios se movían con cada letra que soltaba. Su voz rebotaba en mi cabeza una y otra vez, me cautivaba con una sola mirada que me dedicaba de vez en cuando, sonriéndome continuamente haciendo que mis mejillas cobraran un color carmesí ligero y él sonriera aún más.
Estuvimos comentando los viejos tiempos, esos días en los que nos escapábamos de casa para ir a ver a los skaters en el parque, cuando intentó darle uma zanahoria a un conejo y éste le mordió dejándole una marca permanente. Reí mucho ya que ese día vimos como al matón del colegio le caían un montón de lombrices encima, para que aprendiera a no meterse con los demás y menos con los más débiles.

-Extraño esos días.-comenté sonriendo.

-Yo también, pero no tanto como te extrañaba a ti.-me dijo con ojos penetrantes, acercándose a mí para abrazarme y quedarse así más de 20 minutos.

En eso me dediqué a acariciar su pelo y a cantar The A Team bajito, observando como se iba quedando dormido.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2015 ⏰

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