El Hombre y la Esfinge

11 2 0
                                    

El chico iba hacia la esfinge una vez al mes. La esfinge solía burlarse de él, y le daba acertijos simples, el chico pensaría lento y atento el acertijo, y lo resolvería. La esfinge entonces cumplía su deseo: pasar la noche con ella, solo, dormir a su lado; ella disfrutaba de este pequeño juego, después de todo, siempre regresaba, eventualmente esa presa perdería su juego y la esfinge podría devorarlo.

Varios acertijos después, el chico se volvió molesto, ella le daría desafíos más difíciles, intentando asegurarse de que él respondiera incorrectamente. Pero, siempre acertaba con sus respuestas.

Los meses se volvieron años, el chico se volvió un hombre. El juego continuó, frustrante para la esfinge, emocionante para el hombre.

Un día que el hombre regresó a la cueva, la esfinge se veía de buen humor, y decidió que el acertijo de este encuentro sería simple.

Todo lo real e irreal se encuentra dentro. Las cosas de virtud y de pecado. Este objeto, puesto para no ser tocado. ¿Qué es lo más hermoso que te llega a la mente?

El hombre miró a los ojos de la esfinge, pozos que albergaban toda la sabiduría del mundo, y cada ofuscación de este, y por primera vez desde que empezó este juego, su respuesta fue errónea.

Tu—, respondió

La esfinge pausó, su ligera hambre se convirtió momentáneamente en una desesperación voraz, sin embargo, se detuvo a sí misma de devorarlo cuando toda duda debería haber acabado. Ella miró a los ojos del hombre, y ahí vio que él respondió con toda honestidad, con la mayor seguridad que ella había visto nunca.

Jamás había visto a un mortal tan despejado de duda. La duda siempre fue una niebla para la mente humana. Y sin esta niebla, ella notó, por primera vez, que los ojos del hombre eran hermosos, y tan profundos como la mirada de cualquier esfinge.

Nunca te interesaron mis acertijos— la esfinge dijo, sonriente —Me has engañado.

Tuve una buena maestra— respondió el hombre, y por primera vez en su vida, pudo tocar a la mujer que amaba.

Los años se volvieron décadas, el hombre nunca faltaba ni un día a visitar a la esfinge. De vez en cuando, los acertijos que le daba eran tan complicados, que él simplemente respondía incorrectamente, sin embargo, nunca se lo comió, nunca lo hirió, buscaba la forma de fingir que su respuesta era correcta. Eventualmente, el hombre empezaba a perder facultades

Respondía incorrectamente los acertijos día tras día, pero ella lo premiaba de todos modos dejándole pasar la noche en su morada. Ella recordó algo en una de estas noches: el hecho de la finidad y la mortalidad de los humanos. Ella, eterna e inmortal, estaba viendo a su amado irse poco a poco, sin nada que pudiera hacer

El hombre ni siquiera podía pararse ya, solo estaba acostado en el suelo de la cueva, la esfinge llevó su pata al rostro del hombre, y proclamó

Te pertenece desde que existes, va desde la corona de tu cabeza hasta la punta de los pies. Define todo lo que eres, y lo que serás, es tu pasado, presente y futuro. Con él, se te proclama para tu llegada, con él, eres realmente único

La esfinge tomó una pausa, y lo miró con una expresión triste en su rostro

¿Cuál es tu nombre?

El hombre y la esfingeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora