Capítulo 1

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Febrero 16, 2023.

El departamento era incómodamente pequeño. No había aire acondicionado ni agua caliente ni tampoco era un lugar lindo para vivir, pero para nosotros era un nuevo comienzo. Mi mejor amigo Gerónimo se quedó mirando la gotera que salía del techo e hizo una mueca para después volverse a mí.

—Este lugar es horrible.

—Si —conteste, mirando la gotera. —Pero con imaginación esto va a ser menos horrible.

—Dios este con nosotros.

Gerónimo hizo el ademan de poner la caja -que todo este tiempo estaba cargando- en el piso cuando vio una rata muerta y grito. El odiaba a las ratas. Les tenía un tremendo miedo.

—Tranquilo, Gero —le dije al verlo temblar. —Ya está muerta.

—Adoptemos un gato, Rodrigo.

—No tenemos plata para mantener uno, y además sos alérgico.

—No me importa. Me consigo otro trabajo para mantenerlo, pero quiero uno, porque si ahí una rata deben haber más.

—Lo hablamos después.

—¿No merecemos vivir en un lugar más digno?

—Esto es lo más digno que nos alcanza.

Me acerqué a agarrar la vieja escoba que estaba contra la pared y la oxidada palita para barrer a la rata, y tirarla a la basura. Miré a Gerónimo que parecía a punto de ponerse a llorar.

—¿Gero?

—Perdón —dijo, bajando la cabeza.

—¿Por qué te disculpas?

—Si no fuera por mi seguirías viviendo cómodamente con tus viejos.

—No me obligaste a dejar la casa de mis viejos. Lo hice porque me dio la gana.

Había decidido mudarme con él porque sabía que me necesitaba. Desde el momento en que su padre falleció hace unos meses atrás sentí la necesidad de cuidarlo. Gerónimo no tenía a nadie más que a su padre y ahora solo me tenía a mí.

—Sos mi mejor amigo, Gero —le sonreí. —Nunca te dejaría solo.

—Gracias en serio. Vivir en esto...no cualquiera lo hace por un amigo.

—Una capa pintura va a hacer la diferencia, ¡ya vas a ver!

—Eso espero. Eso espero —repitió, suspirando. —Necesito rezar por nosotros.

—Vamos a estar bien. Somos vos, yo y la rata en la basura.

—¡Ay, dios!

La noche no pareció favorecer al departamento, siendo que por la oscuridad no se debía ver lo horrible, pero se vio peor y más espeluznante. Gerónimo salió de su cama para subir a la mía.

—No puedo dormir porque imagino que puede revivir de la basura y venir a buscarme.

—Eso no va a pasar.

—Sí, ya sé, pero no puedo dormir en mi cama. Me sentiría más seguro en la tuya que está arriba.

—Bueno, dormí acá que yo duermo en la cama de abajo.

Me baje de la cucheta para acostarme en la cama de abajo. Gerónimo comenzó a susurrar, seguro una oración. Él era bastante religioso. Me miraba mal si comía antes de que él terminara de bendecir la comida y me obligaba rezar también antes de dormir. No me molestaba eso en absoluto. Estaba acostumbrado. Respetaba completamente sus creencias y no tenía por qué cuestionarlas. Tampoco era que me importaba en que crea o en que no.

Teléfono fijo ; Rodrigo Carrera, carreraaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora