Capítulo 21

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Las horas habían pasado, no salió de la habitación Estuvo toda la noche en vela, despierto mientras reía, lloraba y se mecía en el suelo mientras procesaba los hechos, se sentía cansado, pero no podía seguir despierto, cuando cerraba los ojos tenía pesadillas, se despertaba de golpe y volvía a llorar. Estaba seguro de que era un nuevo día, los pajaritos le dieron la bienvenida a la mañana y cuando el sol mañanero tocó la obscura habitación, logro captar su imagen muerta en un rincón, sus ojos azules estaban rodeados de venitas rojas, las ojeras debajo de sus ojos resaltaban en su piel pálida.

Habían tocado la puerta más de tres veces, las dos primeras veces fue Armando y la tercera, no estaba del todo seguro, pero según las indicaciones de Armando, todos saldrían a sus respectivos trabajos de civiles, por lo que estaría solo hasta que ellos regresarán, era lo que no necesitaba, estar solo, sentía que podía cometer una locura.

Se mantuvo allí por un rato más hasta que decidió ponerse de pie, se tambaleó al caminar, buscando la puerta del baño, al entrar entro a la ducha y abrió la primera llave, dejando que toda el agua fría cayera hasta empapar su cuerpo entero y hacerlo despertar deprisa, salió en cuanto el frío golpeó su cuerpo, las prendas que llevaba estaban empapadas y arrastraba los pies con esfuerzo; bajo a la planta baja de la mansión y todo estaba en silencio, la mesa del comedor seguía intacta con las cosas que vio el primer día.

Se acercó y tomo un arma, era su favorita, aún recordaba el arma que Conway le había obsequiado ese día que le propuso matrimonio, era hermosa y la conservo tanto, pero se quedó perdida junto con su recuerdo, en la antigua casa donde vivía a su lado, el anillo que le dió seguramente había quedado en el olvido, porque no se permitió portarlo después de lo que había pasado y estaba harto de esperar y detenerse por él, era momento de verlo caer.

—Te prometo que no llegarás a tu boda.

Su mirada se oscureció y estaba decidió a qué no daría vuelta atrás, avanzó con el arma en mano, durante su trayecto la guardo detrás de sus pantalones, se montó en el primer coche que noto, esperaba que Armando y otro miembro no le reclamarán por usarlo, pero necesitaba un medio de transporte. Subió y arranco para ponerse en marcha, durante el camino se detuvo en la casa que pudo haber sido ellos y apunto con el arma, disparo y la ráfaga de balas comenzó, por eso adoraba ese modelo de pistola, las balas eran automáticas cuando apretaba el gatillo y la potencia era más fuerte; salió de allí a toda velocidad, faltaba menos para llegar a la iglesia, pero antes de ir hacia allá, fue a una tienda de ropa, aparco el coche fuera y entro con arma en mano.

—Buenas tardes, ¿Puedo ayudarle en algo?

—Arrodillate y no hables.—Apuntó a la señora que atendía, está hizo caso en cuanto vio que la apuntaban. Gustabo sonrió y soltó un suspiro. —No puedo presentarme así, ¿Que tenemos aquí? ¡Mira este!

Tomo un saco de colores guinda, rosados y blancos, el diseño era espantoso y por eso lo considero, porque sabía que Conway odiaba los colores llamativos, busco unos pantalones iguales y enmedio de aquella tienda comenzó a cambiarse, debajo del saco se dejó una playera de cuello de tortuga gris y añadió un feo moño color amarillo mostaza, la dueña de la tienda lo miro asustada, parecía un loco riendo mientras se miraba al espejo.

—¿A qué voy guapo? Dios, mírame. . . Casi parece que la boda es mía, ¿A qué si? Bueno, me voy que llegó tarde, pregunté por Jack Conway, él le pagará.

Salió corriendo de allí para montarse en su coche de nuevo y dirigirse a una peluquería, repitió lo mismo, apunto a los dueños y los obligó a elogiarlo mientras peinaba sus cabellos y se maquillaba de la manera más horrible y desordenada posible, se miro al espejo y modelo mientras sonreía de manera terrorífica. Salió de allí para volver a montarse en el coche, mientras conducía su corazón latió con fuerza, juraba que se sentía los mismos efectos que sentía cuando se metía alguna mierda, pero en esa ocasión, estaba limpio de estupefacientes, solo que ahora estaba representando la imagen viva de la locura, del despecho y lo que el amor podía hacer.

Se bajó antes de la iglesia mientras saltaba, bailaba y lloraba, los transeúntes lo miraban con extrañeza, haciéndose aún lado, Gustabo se sentía destrozado, no era el, estaba dejando de lado su tristeza para dejar relucir toda esa obsesión y amor que lo consumía, escuchaba todo tipo de insultos, pero el solo reía, se presentaba amistosamente y luego retomaba su camino.

—¡Puto payaso!

—¿Lo creen? Pues si, soy el payaso de Conway, ¡Vamos a qué Conway se ría en mi puta cara! ¡Soy pogo el payaso!

Las personas no entendían el comportamiento del otro, para algunos era gracioso, seguramente era un tío drogado o alcoholizado, pero otros sentían pena al verlo, el tipo literalmente lloraba mientras reía, aunque bailaba y se le notaba feliz, ese maquillaje corrido por sus mejillas blancas demostraban otra cosa. Mientras Gustabo caminaba por las aceras, se detuvo cuando vio a las personas vestidas elegantemente al lugar, sus memorias se llenaron de su pasado, sentía que se había transportado a ese momento, cuando estaba apunto de casarse.

—Jack. . . Jack me espera, voy a casarme hoy, ¡Voy a casarme!

Volvió a caminar hasta la iglesia, ya no había nadie fuera y el novio tenía que entrar (según su mente), camino hasta la entrada de la iglesia y se detuvo allí cuando el aroma de las amapolas y rosas llegó a sus fosas nasales, la iglesia estaba llena, todos estaban atentos a la pareja que había en el altar, Gustabo observo a Jack Conway, el era perfecto con traje, bien peinado y sin esas gafas obscuras que cubrían sus hermosos ojos negros, sonrió y cuando aquella señorita de vestido largo y blanco en pureza llegó a su lado, su pasado se había roto en mil pedazos regresandolo a la realidad.

—Volvamos a casa. . .

Se dió la vuelta y camino entre tropezones, alejándose lentamente de la iglesia, ya no quedaba nada de Gustabo, Jack Conway lo había matado, finalmente estaba acabado.

—Te amo, ¿Por qué no puedes comprenderlo? Te amare por siempre. . .

Camino hasta un badulaque, en dónde noto su reflejo en el vidrio de la puerta, sin duda ese no era el, su imagen era deplorable, el maquillaje de sus ojos ensucio la belleza de su rostro, sus ojos azules que antes brillaban con alegría se apagaron y se hundieron hasta verse la agonía en ellos, Gustabo se sentía terrible, comenzó a llorar y a llorar, elevó su cabeza hacia atrás y la dejó caer con fuerza sobre el cristal hasta hacerlo quebrarse.

—¡Me cambiaste Jack! ¡Me abandonaste! ¿Por qué me abandonaste?. . .

Repitió la misma frase al mismo tiempo que azotaba una y otra vez su frente en el cristal, hasta que este se rompió y la sangre de las heridas en su cabeza se deslizo hasta manchar su rostro, nadie sé atrevía a detenerlo, estaban asustados y temían por su seguridad. Gustabo lloro desgarradoramente, se arrepentía de haber visto aquella escena, pero a la vez había sido una gran idea para demostrarse que todo intento y deseo de estar al lado de ese hombres ya no existía, lo dijo aquella noche y lo volvería a repetir, necesitaba renunciar a el.





























Remin

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