Capítulo 20

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HECTOR

Me encontraba recogiendo un poco la habitación para que no estén las cosas de por medio cuando lleguen los chavales.

Escucho como dan tres toques a la puerta y me dirijo a ella, abro, y veo a Yamal y a Marc detrás de la puerta. Les sonrío y les abro paso para que entren.

Nos ponemos cómodos, yo me quito la camiseta y me quedo en un pantalón de pijama al igual que ellos. Se sentaron en la cama y yo me tumbé boca arriba con una mano apoyada detrás de mi cabeza y la otra la dejo en mi barriga.

Me pongo pensar en mis cosas, bueno, en realidad me pongo a pensar en Silvia y no escucho de lo que están hablando ellos.

—Hector— me llama Marc y dejo de mirar al techo para mirarle— estas empanado, ¿todo bien?.

—Si... solo estaba pensando— digo.

—¿En Silvia?— pregunta Marc pícaro y se me escapa una sonrisa.

Siempre que pienso en ella sonrío, no puedo evitarlo.

—Eso afirma nuestra teoría Marc— dice Yamal.

—¿Qué teoría?— pregunto confuso.

—Te gusta Silvia— dicen los dos a la vez.

—No me gusta Silvia— miento.

—Oh vamos Hector, ¿a quién quieres engañar? desde que Silvia está en tu vida has cambiado a mejor— Yamal hace una pausa— antes eras un machista, un borde, un antipático...— le interrumpo.

—Si, lo pillo— le digo para que deje de dictar cosas.

—Y ahora eres... mejor, te a hecho mejorar en todos los aspectos— aclara Yamal.

Razón no le faltaba, antes de conocer a Silvia era un amargado de la vida que solo pensaba en sexo y en futbol. Ahora, solo pienso en ella.

— Tenéis razón a quien quiero engañar, Silvia me encanta— digo y me tapo la cara con una almohada y los chicos sueltas risas.

Después de eso Yamal nos contó que también le gustaba mucho Sofia, y aunque Marc se puso a decirle un montón de cosas como; "como le hagas daño te parto la cara", y sinónimos, lo aceptó.

—¿Quién es?— le pregunta Yamal a Marc cuando le llega un mensaje al movil, eran las cuatro de la mañana y no sabíamos a quien se le podía ocurrir escribir a estas horas.

—Es mi prima, me ha dicho que si queremos ir con ellas a la piscina— dice Marc y Yamal y yo nos miramos y rápidamente nos levantamos a buscar un bañador para ponernos.

Unos minutos mas tarde salimos los tres con nuestros bañadores puestos y nos dirigimos a la piscina.

Al llegar, estaba todo a oscuras la única luz que había eran las luces que estaban dentro del agua de la piscina. Todo estaba en silencio y no vemos rastro de las chicas.

—¿Dónde están?— pregunto mirando a los lados como ellos.

—Estamos aquí— dice la voz de Sofia detrás nuestra y nos asustamos. Nos damos la vuelta para mirarles y estaban con sus bañadores de dos piezas puestos y con una toalla en sus manos.

No pude evitar que se me escapara la vista al cuerpo de Silvia, nunca me cansare de mirarlo. Llevaba un bañador de dos piezas negro con adornos dorados.

—Bueno, ¿a qué estamos esperando?— dice Silvia— ¡todos al agua!— grita y suelta la toalla para agarrarle la mano a su mejor amiga y tirarse las dos al agua.

Los chicos y yo nos quitamos la camiseta y dejamos las toallas igual y nos tiramos al agua. Yo me tiro en bomba muy cerca de Silvia para salpicarle.

Saco una parte de mi cuerpo del agua y ella intenta ahogarme agarrándome de la cabeza y haciendo fuerza hacia abajo, pero le resulta imposible cuando me pongo de pie entero y ella se agarra a mi cuello con una mirada de cachorrito que dice; por favor no me ahogues.

Le agarro del cuello para despegarla de mi lentamente para que vea que no la voy a ahogar. Pero cuando la quito de mi cuello, no dudo ningún segundo en hacerle una ahogadilla.

—¡Joder!— dice riendo cuando sale del agua, me fulmina con la mirada e iniciamos una guerra de ahogadillas —¡me rindo!— dice saliendo por décima vez del agua.

—Y el premio al mejor ahogados es para... ¡mi!— digo como si estuviese mirando a las cámaras sujetando un trofeo. Ella ríe y en la barriga siento un leve cosquilleo.

Un rato después estuvimos todos hablando un rato, cuando poco a poco Silvia y yo nos fuimos separando de ellos para estar solos.

Apoyo la espalda en la pared y ella se sienta encima de mi enrollando las piernas en mi cintura.

—¡No coman delante de los pobres!— grita Marc a lo lejos y reímos.

Le agarro del culo para atraerla mas a mi y nos quedamos un rato mirándonos hasta que unimos nuestros labios.

El beso se fue intensificando y me estaba empezando a poner duro. Silvia causaba en mi cuerpo lo que con otras chicas nunca he llegado a sentir.

Mi mano derecha viaja por su muslo hasta llegar a la entrada de su intimidad. Aparto la tela de su bañador y hago masajes en su clítoris.

—Ahh— jadea en mi oido y me pongo cachondo.

Meto dos dedos del tirón en su interior y los muevo hacia dentro y fuera con rapidez.

Minutos mas tarde se corre y decidimos salir del agua, los chicos ya se habían ido y nosotros nos enróllanos en nuestras toallas, ella de hombros hacia abajo y yo de cadera hacia abajo.

Le acompaño a su habitación y para despedirnos le doy un beso tierno que corresponde sin pensárselo.

—Buenas noches rubia, descansa— digo dandole un pico.

—Descansa Fort— dice, sonríe y se mete en su habitación.

Yo vuelvo a mi habitación, me ducho para quitarme el cloro de la piscina y me cambio el bañador por unos pantalones de pijama.

Me acuesto en mi cama y descanso ya que mañana tenemos que volver a Barcelona. 

𝙲𝙾𝚂𝙰 𝙳𝙴𝙻 𝙳𝙴𝚂𝚃𝙸𝙽𝙾 (1 y 2) || 𝐇𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫 𝐅𝐨𝐫𝐭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora