Capítulo 6: Bueno estás tú

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Kathara

Sonrió como babosa mientras cierro la puerta detrás de mí, suelto un suspiro pero mi sonrisa no desaparece.

Sé que lo hice hoy fue muy arriesgado, pero es que ya tenia ganas de hacerlo. Además él se veía bien nervioso, y por si fiera poco me siguió el beso.

Besa de maravilla, si antes estaba perdida ahora estoy enculada, y eso que fue por un beso nada más.

Me apoyo en la puerta unos minutos mientras trato de no pensar en otra cosa, tengo la manía de desviar el tema con pensamientos no deseados.

Pero me declaró abiertamente culpable, de todo lo que tenga que ver con Jhesua Palmer, hasta el nombre es adictivo.

—¿Kathara? —busco con la mirada a la persona que me ha llamado, y al hacerlo me encuentro con mi hermano Reinold.

—Hola hermanito, ¿ya te vas? —pregunto antes de que él comiencé a cuestionarme.

—Sí, ya me voy. —dice mientras me observa con detenimiento.

Me apartó de la puerta y se la abro, pero él hace caso omiso, pues no deja de observarme en especial el rostro.

—¿Quién es? —pregunta de sopetón.

—¿Quién es de que o qué? No entiendo a qué te refieres Reinold.

—Él hombre que te gusta, tenías esa sonrisa de enamorada antes de que te llamara, y estabas suspirando a la nada, además tus ojos están más expresivos de lo normal. ¿Quién es el hombre del cuál estás enamorada?

—¿Tan notorio es?

El asiente despacio.

—Es un hombre que trabaja en la empresa. —le cuento mientras juego con mis dedos.

—¿Y cómo sé llama?

—Jhesua Palmer, es del área de desarrollo del software. —le digo.

—Él ojiazul, su cabello es negro tiene una niña, creo que se llama Sáhara. —encoge los hombros.

—Ya lo conoces, entonces.

—Sí, nos llevamos bien. Entro a trabajar hace dos años, y es él que realizó la primera parte del software que estas utilizando para tu nuevo proyecto, él no lo sabe aún. —me cuenta. —Les pedí a los de esa área que creará uno cada quién, y el de él fue el mejor, solo que ninguno sabe. Pues dije que ya tu te habías encargado de eso, no se enojaron pues les pagué igual por el tiempo que utilizaron haciéndolo.

—¿Quieres decir, que él fue quien se encargo de la actuación robotica que utilizaré para el nuevo auto?

—Sí hermanita, tiene una mente muy brillante. Por eso me llevo bien con él, además de que es muy amable aunque escuche que le gusta una chica.

—Ah. —no digo más nada, para no parecer decepcionada.

—Sí, le gustas tú. —suelta.

—¿Yo? —inquiero mientras me señaló.

—Sí Kath, le gustas tú. ¿Eres ciega o qué?

—No, pero bueno así es mejor, ya veo no tendré que competir contra nadie.

—¿Competir, para qué?

—Para ser su esposa, y también para ser una buena madrastra. —le cuento.

Abre su boca impresionado ante lo que escuchó.

—¿Y se lo dijiste ya?

Asiento: —Hasta lo besé. —digo como si fuera lo más normal.

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