La tarde va a terminar

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Pequé de culpar a alguien por no encajar en la idea que construí de su persona. ¿Fue mi culpa esperar más porque creía que tenía la capacidad de brindarlo?

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La tarde va a terminar. Creo que aun siento emociones pesadas y me pierdo mirando las nubes desde cualquier ventana, y no hay ganas. A muy pocas personas miro a los ojos, prefiero evitar, y está bien porque en algún punto de disociación la tarde va a terminar y voy a poder descansar. Del ruido, del frío, de la extensa continudiad. Quedan lágrimas que se sienten seguras en el recorrido del colectivo, y aparecen curiosas, sabiendo que quince son los minutos que necesito para lograrlas de nuevo guardar. Siento algo en mi bolsillo, y me pierdo en su textura, en el peso que causa, el golpe que genera en cada paso, en la importancia de no perderlo. ¿Será realmente un objeto o algo más? Duermo, menos cuando debería y demás cuando ya no me quedan motivos para presencia mostrar, y me apago de a poquito, como si la cerilla se resistiese a soltar la llama y llamase a la soledad. La tarde va a terminar y espero que con un mate en la mano, un sahumerio de fondo o con la llegada de un mensaje que me haga hablar. Quiero hablar. Deseo hablar. No quiero que termine el día pero la tarde en cualquier momento va a acabar y el peso de la improductividad me va a allanar poco a poquito, como la cerilla que se apaga, como la alarma que me espanta, como la siesta que me tomo para no pensar en nada. La tarde va a terminar, quizás algún día de estos conmigo, con alguien, pero no con aquella sensación en el pecho que se me asemeja a la ansiedad, aquella que no crece pero se queda pequeña en cantiadad. 

Luján Amaya

PENSAMIENTOS DE UNA CHICA DE PELO AZUL | #1 EscritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora