A donde vamos

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Claire 

Los ojos de Oliver me observan con cautela y yo esbozo una medio sonrisa hacia su dirección. Su presencia me impacta, como siempre. Y, como siempre, ignoro el cosquilleo que recorre mi vientre cuando su mirada conecta con la mía. Ignorar las reacciones de mi cuerpo cuando Oliver está cerca es una de mis especialidades.

Que tu jefe sea el tipo más asquerosamente atractivo que existe sobre la Tierra debería estar prohibido. Pero no lo está y Oliver lo es. Es alto, atlético y de músculos firmes. Sus ojos son de un azul oscuro precioso. Su rostro es de facciones marcadas y varoniles. Su pelo es moreno y suele llevarlo un poco revuelto, algo que le da un aspecto de recién levantado de la cama muy sexy. Y, a todas estas cualidades físicas maravillosas, hay que sumarle la seguridad que desprende y con la que se mueve por el mundo. Es lógico que, al empezar a trabajar en el bufete, acabara rematadamente enamorada de él. Lo que no es tan lógico es que esté pensando en todos sus atributos pocos minutos después de que Seth me haya plantado.

Me digo que la culpa es del kilt. Oliver, al igual que el resto de sus cuatro hermanos, se ha vestido con un kilt de cuadros rojos y verdes para la boda, en honor al Clan MacKinnon. A pesar de que los hermanos MacKinnon hayan nacido en Nueva York, su origen escocés está muy presente en su vida y sus tradiciones, por eso mucha gente se muchos se refiere a ellos como Los highlanders de Nueva York.

—¿Estás bien? —Oliver se sienta a mi lado en la banqueta de madera. Sus ojos se clavan en el horizonte, donde las pinceladas naranjas y violetas del atardecer se entremezclan entre los rascacielos altísimos que nos rodean. La casa de Aiden y Lucy está ubicada en Lenox Hill, uno de los mejores barrios de Manhattan, en el Upper East Side. Creo que puedo afirmar con


bastante seguridad que ni en mis mejores sueños podré comprar nunca una casa como esta. No es que sea una mansión lujosa ni mucho menos, es pequeña y familiar, bonita, pero en este barrio cualquier inmueble está por encima de mis posibilidades. Mi sueldo en MacKinnon & Asociados no da para tanto, aunque no me puedo quejar. Tengo mucha suerte de trabajar en uno de los mejores bufetes de Nueva York. Además, tengo un trabajo importante; soy secretaria de dirección y mi sueldo está acorde con mis responsabilidades.

—Seth ha roto conmigo —digo como respuesta a su pregunta. Oliver asiente lentamente y fija sus ojos en mí.

—Lo sé, no ha sido muy discreto. —Niega con la cabeza—. Menudo cabrón.

Esboza una media sonrisa de apoyo y yo hago un mohín. Mierda. Voy a llorar de nuevo. Anticipándose a los acontecimientos, Oliver me rodea con los brazos y me atrae hacia su torso firme y musculoso. Apoyo el rostro en sus anchos hombros y, su olor, mezcla de perfume masculino caro y olor personal, penetra en mis fosas nasales. Ignorando el hecho de que un hormigueo se extiende entre mis muslos a causa de este olor tan varonil, susurro:

—Voy a ser el hazmerreir de la oficina el lunes. Todo el mundo hablará del plantón público de Seth.

—En un rato, cuando abran el baile y la barra de bebidas alcohólicas, nadie se acordará de ello.

—¿Tú crees?

—Por supuesto. Además, tú no tienes nada de lo que avergonzarte.

Entre Leyes  y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora