Claire
Entro por la puerta de mi apartamento a las cuatro de la madrugada, después de haber dejado a Oliver durmiendo en el sofá de su despacho. Se ha quedado dormido mientras leía un informe y yo he decidido no despertarlo. Le he colocado el abrigo por encima y he cerrado la luz. Como era tan tarde, he pedido un taxi con la intención de venir a casa y descansar un poco. Estoy exhausta. Llevo días sin dormir demasiado, por lo que el cansancio acumulado se va notando. Nada más entrar en el salón, me encuentro con Peyton sentada en el sofá con el portátil en el regazo, medio adormilada. Al verme, suelta el portátil y se levanta del sofá de un salto.
—¿Cómo ha ido? ¿Habéis descubierto algo? —Se refiere a lo ocurrido en el bufete. Le he mandado un mensaje para ponerle al corriente de todo.
Lleva un pijama de Star Wars y el pelo enrollado en un moño flojo. Un surco profundo de preocupación ocupa su rostro. No puedo evitar sonreír y darle un abrazo que resulta reconfortante al instante.
—No tenías por qué esperarme despierta —le digo, rompiendo el abrazo para dejarme caer sobre el sofá como una muñeca de trapo inerte.
—Ya sabes que soy un ave nocturna. —Peyton se sienta a mi lado—.
Entonces, ¿no sabéis quién es el topo?
Niego con la cabeza con la ansiedad oprimiendo mi pecho. ¿Cómo es posible que un trabajo de meses pueda desmoronarse en cuestión de horas? No tengo ni idea de quién puede habernos traicionado de esta manera. Somos un departamento grande, había mucha gente implicada en el caso, por lo que supongo que la investigación será larga, eso si se acaba descubriendo la verdad. Y eso le digo a Peyton, que me escucha en silencio, sin interrumpirme, de forma comprensiva.
—Es que lo tienen todo, incluso las grabaciones en video de las declaraciones de los damnificados —mascullo entre dientes—. Si acabamos
descubriendo al culpable, va a pasarse varios años encerrado en prisión por la difusión de material confidencial. No entiendo por qué motivo alguien arriesgaría su futuro de esta manera.
—Codicia, posiblemente —sugiere Peyton—. Supongo que habrán pagado una gran suma de dinero por toda esa información. —Se queda unos segundos en silencio, pensativa. Luego, añade—: ¿Quieres que investigue yo un poco por mí cuenta? Quizás descubra algo.
Niego rápidamente con un movimiento de cabeza. Sé que Peyton se dedica al terreno de la ciberseguridad, y que es muy buena en lo suyo, pero no quiero implicarla en esto.
—Por ahora no. Ya hay gente investigando y no quiero meterte en medio de este follón. Además, firmaste un contrato de exclusividad con tu empresa, no te la juegues por ayudarnos.
—No lo haría como trabajo. Ellos no deciden en qué invierto mi tiempo libre —insiste, pero yo vuelvo a negar con la cabeza.
—Gracias, pero no será necesario, seguro que nuestro investigador lo acaba esclareciendo todo.
Peyton me mira con un mohín decepcionado y yo le doy un beso en la cabeza para demostrarle lo mucho que se lo agradezco, pero es que realmente creo que lo mejor es no hacer nada hasta que Robert tenga más información sobre lo sucedido.
—Y cambiando de tema, pequeña Claire —dice Peyton lanzándome una mirada pícara—, ¿cómo han quedado las cosas entre Oliver y tú?
Su pregunta consigue que mis mejillas se sonrojen.
—Pues... no hemos hablado de eso. —Retuerzo las manos sobre mi regazo pensando en nosotros. Mentiría si dijera que el recuerdo de lo sucedido la noche de ayer no regresa en mi mente con asiduidad, porque sí lo hace. Lo hace en forma de una nebulosa parecida a la de un sueño—. Tampoco sé si hay algo de lo que hablar. Es decir, nos acostamos, sí, pero
¿y qué? Solo fue sexo. No tiene por qué significar nada.
Peyton me lanza una mirada irónica.
—Después de tantas idas y venidas entre vosotros, algo tiene que significar.
—O no. Oliver se acuesta con mujeres continuamente —digo, y de repente recuerdo a la mujer que salió de su apartamento hace unos días, cuando fui a verle para hablar con él. Su recuerdo hace que me enfurruñe.
—Ya... pero ¿y para ti? ¿Significó algo para ti?
Me gustaría decir que no, que no significó nada. Que follar con él solo fue un intercambio placentero entre ambos. Pero no quiero mentirme a mí misma ni mentir a Peyton.
—No lo sé —confieso.
Peyton me mira con dulzura, pero no dice nada, supongo que me conoce lo suficiente como para saber que no me siento preparada para hablar de esto. Es entonces cuando recuerdo algo.
—Esta mañana me has dicho que necesitabas hablar conmigo de una cosa, ¿sobre qué?
—Oh, bueno, es un tema un poco largo y no creo que este sea el momento adecuado para esta conversación.
Rehúye mi mirada y la curiosidad se apodera de mí.
—No puedes dejarme así, al menos dime de que se trata. Peyton niega con la cabeza.
—No hay prisa. Hablaremos cuando las cosas se calmen un poco, ¿vale?
—Esboza una sonrisa en mi dirección, pero yo noto enseguida la tensión en ella.
Insistiría un poco más si no fuera porque es tarde y quiero regresar a la oficina antes de que amanezca, así que acepto su sugerencia para dejarlo para otro día, me despido de ella con un abrazo y me marcho a mi habitación, donde me tumbo sin ni siquiera cambiarme. Dios, creo que nunca he estado más cansada en toda mi vida, y tanto es así que tardo alrededor de cinco segundos en quedarme dormida y caer en el abismo oscuro del sueño.
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Entre Leyes y Suspiros (Libro 2: Saga Vínculos Legales) (BORRADOR)
Roman d'amourMe llamo Claire Holmes y trabajo como secretaria en uno de los bufetes de abogados más prestigiosos de Nueva York. Mi jefe es el sexy y mujeriego Oliver MacKinnon, socio principal del bufete, y uno de los solteros más codiciados de la ciudad. Llevo...