...Narra Joshua...
Pelear con Fredrik no es algo que me guste, prefiero pasar tiempo con él sin discutir ni sentir que estoy estropeando nuestra relación, pero ahora parece que el fingir indiferencia es algo inevitable cuando se trata de un tercero.
Hemos pasado una semana distanciados, casi como un modo de calmarnos para no iniciar una absurda discusión que nos haga gritarnos cosas que en realidad no sentimos, sin embargo, a pesar de acercarme con toda la voluntad de hablar apropiadamente, no puedo evitar enfadarme cuando me habla sobre aquel chico que ante sus ojos es inocente.
Al principio, todo marchaba bien, ambos nos disculpamos por lo ocurrido hace unos días, incluso parecía que nos reconciliaríamos, ya que nos comenzamos a besar y poco a poco el calor de nuestros cuerpos incrementaba maliciosamente.
Todo marchaba bien, estábamos amándonos y reconquistándonos hasta que luego cuando pensábamos tener una segunda ronda, fuimos interrumpidos por aquel chico que buscaba a mi novio.
—No es tu deber ir con él— le dije tratando de retenerlo conmigo.
—Lo sé, pero está solo en una tierra extraña, no tiene a nadie más— me trataba de convencer mientras se alejaba de mi cuerpo para vestirse.
—Cómo sea, esto acabará cuando regresemos— dije dando mi brazo a torcer mientras me vestía.
—De hecho...—murmuró— se quedará con nosotros...—añadió.
—¿Qué? —dije con enfado— ¿piensas llevarlo hasta el pueblo?
—Sí, ¿Cuál es el problema? —me respondió en el mismo tono.
—¿Bromeas? Él busca destruir nuestra relación ¿por qué quieres dejarlo entrar en nuestra casa? —le fui diciendo con desconcierto.
—Joshua, no seas egoísta, además no será para siempre— me decía con fastidio.
—Pero será durante el suficiente tiempo como para contaminar lo nuestro— le aseguré.
—No hables de él como si fuera basura— me pidió.
—¿Y en qué se diferencian? —lo cuestioné.
—¡Joshua! —me levantó la voz con enfado— la decisión ya la he tomado, te guste o no, irá con nosotros.
—O sea que mi opinión no te importa— le dije con enfado.
—No, no me importa— me dijo sin pensar— además, soy el líder del pueblo y dueño de la casa, soy yo quien decide a quien dejar entrar y a quien no— me aseguró con enfado y cansancio por las constantes discusiones.
Yo, por otro lado, me sentí dolido, pero decidí mantenerme firme y simplemente mirarlo a los ojos mientras pensaba en las consecuencias que podrían traer mis decisiones, sabiendo perfectamente que me lastimarían.
—Muy bien— dije viéndolo a los ojos— si mi opinión no importa, no deberías perder tu tiempo conmigo.
—¿Eso qué significa? —preguntó con frustración.
—Que no quiero estar contigo—respondí tomando mis cosas para pasar por su lado.
—Joshua— trató de detenerme, pero yo continué caminando hasta abrir la puerta de la habitación, sintiéndome aún más enfadado que la última vez.
Aquel sujeto estaba justo fuera de nuestra habitación, mirándome con una sonrisa burlona, que borró una vez Fredrik salió a buscarme, tratando de convencerme de no terminar. Aquel sujeto pasó de mirarme con diversión, a fingir tristeza mientras se abalanzaba a los brazos de Fredrik, quien, para variar, no supo cómo reaccionar.
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El cocinero del capitán
Novela JuvenilDurante largos meses trabajé arduamente para ser parte de la importante tripulación de un reconocido político de mi país, donde me alisté para ser asistente de cocina. Mi objetivo era viajar por el océano hasta la gran capilla donde un grupo de sace...