Capítulo 199: Empujando a Marco al lago

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Al escuchar los comentarios frívolos de Marco, mi rostro se puso serio en un instante.

-Agradezco que no te importe ser el padrastro de mi hijo, pero eres demasiado bueno para una mujer como yo, que como dijiste, no toma su matrimonio en serio -observándolo. No debería perder mi tiempo con él, el hombre era demasiado impredecible. Salí del pabellón, pasándolo de largo y caminé rápidamente por el estanque para ir a la casa. Al escuchar sus pasos de cerca, me molesté y mi ira se despertó cuando puso su mano en mi hombro. Volteé a verlo y sin pensarlo dos veces, lo empuje. Como resultado de haber sido tomado por sorpresa, cayó al estanque de golpe. La luz del jardín era la única iluminación en medio de la noche oscura e intenté acercarme, pero no vi nada más que ondas en el agua. De pronto, entré en pánico cuando me di cuenta de que se estaba ahogando.

-¡Ayuda! ¡Alguien se está ahogando! -Me incliné en la esquina del estanque y llamé su nombre, pero no recibí respuesta. Como no tenía idea de cuán profundo era el lago, me asusté tanto que empecé a llorar porque pensé que se había ahogado- ¡Alguien, ayúdeme! ¡Ayuda!

-¡Pfft! -De pronto, Marco salió del agua, limpiándose la cara- ¡Deja de llorar! ¡No estoy muerto, aún! -Me quedé atónita todo el tiempo cuando salió del estanque con su ropa mojada. Al ver su compostura, me di cuenta de que me había asustado a propósito y mi pecho estaba respirando con fuerza mientras temblaba del coraje.

-¡Marco Buenrostro! ¡¿Crees que es chistoso?!

<<¿Cómo pudo haber asustado a una mujer embarazada? ¡Mi corazón casi se sale de mi pecho!>>

A pesar del coraje que traía, Marco estaba muy calmado y relajado.

-El agua está refrescante y decidí quedarme un rato más. -Su excusa absurda hizo crecer mi enojo y lo volví a empujar al estanque- ¡Entonces, quédate ahí para siempre!

<<¡Ploc!>>

-¡Samara Arias! Tú..... -Marco estaba agitándose en el agua, pero decidí darme la vuelta e irme. Fue en ese momento que vi la figura alta de Álvaro en la sombra y su expresión se escondía entre la oscuridad, pero podía sentir su aura frívola. Di una pausa por un minuto antes de dirigirme a él.

-¿Silvia logró que Benjamín se pusiera sobrio? -Álvaro retiró su mirada fría de Marco y respondió:

-Sí, se siente mejor. -Un momento después, Benjamín y Silvia salieron de la casa. Benjamín se molestó al ver a Marco saliendo del estanque.

-¿Cómo llegaste ahí? ¿No puedes ser más cuidadoso? -En su voz se podía escuchar reproche con claridad y de manera inexplicable, me sentí mal por Marco por la actitud de su padre hacía él. El pobre chico no recibía ninguna clase de preocupación por parte de su padre y levanté la cabeza para enfrentar a Benjamín. 

-Benjamín, yo...

-Me caí por accidente al estanque. -Antes de poder terminar de hablar, Marco me interrumpió y provocó a su padre con una sonrisa desafiante-. Lamento decepcionarte, pero no me ahogué. Benjamín se enfureció como era de esperarse.

-Tú...tú... -tartamudeó mientras apuntaba hacia Marco y Silvia le dio una palmadita en su espalda para tranquilizar su respiración. Luego, volteó a ver a Marco.

-Marc, no deberías hacer enojar a tu padre. Hace frío y será mejor que te vayas a cambiar de ropa o te puedes resfriar. -Dicho esto, ayudó a su esposo a entrar a la casa. Marco resopló, mirándolos a ambos por detrás y después se acercó a mí volteando a ver de reojo a Álvaro de manera provocativa mientras lo pasaba de largo.

-Deja de llorar. Me empujaste al estanque, pero ahora estás llorando por mí. ¿No te estás contradiciendo? -No pude evitar fruncir al escuchar sus palabras confusas. Al ver que Marco se desvanecía de mi vista, volteé a ver a Álvaro de manera instintiva para tratar de explicarle en caso de que malinterpretara la situación.

-¡No estoy llorando por él, sino porque me asusté! -Álvaro me recogió el cabello detrás de mis orejas con una ligera sonrisa.

-Lo sé. -Por suerte, las siguientes horas se pasaron rápido. Ya era muy tarde y me dio sueño cuando terminaron de cortar el pastel. Al acompañarnos al auto, Silvia nos recordó:

-Quédense en casa durante los siguientes días porque la fecha se acerca. Es la primera vez que tienen un bebé y deben ser cuidadosos.  -Asentí, tomando su consejo con seriedad y nos fuimos del chalé. Cuando el auto se detuvo en un alto, Álvaro volteó a ver mi estómago de reojo.

-El bebé está por llegar en medio mes y ya organicé todo en el hospital. -Asentí en silencio, sintiendo sueño y me recosté en mi asiento para descansar. El auto de enfrente empezó a moverse cuando el semáforo se puso en verde y medio dormida, logré escuchar su voz profunda con un toque de inconformidad. ¡Aléjate de Marco!

-¿Eh?  -Sus palabras ahuyentaron mi somnolencia- ¿Por qué? -pregunté. Me miró de reojo y aceleró la velocidad del auto lentamente.

-¿No lo harás? -Sacudí mi cabeza, negándome.

-No, solo me da curiosidad. ¿Por qué me pides que me aleje de él? -Al ver que permaneció callado, saqué una carcajada-. No me digas que piensas que Marco se puede enamorar de una mujer embarazada.

-¿De dónde obtuviste tanta seguridad en ti misma? -preguntó con el ceño fruncido y alcé la cabeza con la ceja levantada, mostrándole una gran sonrisa.

-¡Tú me haces sentir segura! -No pude evitar fastidiarlo, pensando que se lo estaba tomando muy en serio. Desde que me embaracé, no me atrevía a mirar mi cuerpo hinchado en el espejo. Álvaro estaba pensando demasiado las cosas porque Marco jamás se sentiría atraído por mí; una mujer inflada como globo al menos que tuviera gustos extraños.

Reticencias de amor (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora