omega

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JiMin se había presentado como omega hace por lo menos cinco minutos tal vez. En lo que menos podía pensar ahora era en el tiempo que pasaba cuando estaba aguantando las olas de calor que estaban abordando con lentitud su cuerpo.

Era un omega macho, una casta imposible de ver hoy en día, cuando los omegas en general se habían extinguido y solo el diez por ciento de la sociedad conformaba aquella cifra mínima que existía. Fue una sorpresa, una muy dolorosa.

Él estaba preparado para convertirse en un beta, o simplemente alguien que no abordaba alguna casta o aroma en la sociedad, después de todo luego que los omegas se comenzarán a extinguir muchas parejas eran conformadas por alfas y betas o simplemente personas con alguno de ellos, las parejas predestinas se habían extinguido hace ya muchos siglos y eran pocos que lograban tener una pareja como si realmente existiera un lazo de por media.

Ser omega era una posibilidad entre un millón, y a él le tocó ser uno.

Nunca preparó siquiera supresores para aliviarse, pero siempre mantuvo para sí mismo un par para alfa por su mejor amigo, JungKook.

La persona más amable que conocía, además de la única que logró que sintiera algo.

Si, tenía sentimientos hacía su mejor amigo, algo tan cliché que lo avergonzó en primera instancia hasta que fue consciente que había caído entre aquellos sentimientos.

JungKook siempre fue alguien que imagino sería amable, gentil y amoroso, siempre lo fue con él después de todo, escuchándolo y aconsejandolo, limpiando sus lágrimas con dulces palabras luego de un desastroso día. Nunca se equivocó.

Pero ahora que su omega pedía a gritos buscar una pareja y pedir su polla, lo que menos necesitaba ahora era pensar en lo perfecto que es JungKook. No iba a salir de la cama ni de su hogar, se mantendría allí hasta que el calor culminará, siendo tal vez luego de dos días dónde calambres atormentaran su sexo exigiendo algo que llenará su agujero.

Fue tan inesperado sentir como comenzaba a humedecerse que velozmente, tan pronto como JungKook fue a buscar el tazón de las palomitas, corrió hacía su habitación a esconderse. No sé perdonaría si sus estúpidas feromonas hacían que la persona en la que estaba depositando los sentimientos más sinceros, lograban que se sometiera sin estar cuerdo y consciente de quererlo a él.

Y fue así que esperaba que JungKook se fuera sin decir nada más, sin que se acercará a su habitación y oliera sus feromonas dulces que desde que había comenzado a segregar habían causado que su cuerpo se volviera caliente y funcionará como un afrodisíaco para su diminuta nariz, no pensó que fuera tan eficaz en su casta.

Pronto otra ola de calambres lo inundó, su pequeña polla ya dura desde el comienzo, su dulce agujero corriendo lubricante como si fuera una pequeña fuente, él trata de aguantar la

tensión de tocarse y gemir, su mano deslizándose castamente hasta que hay un roce despistado que logra que suelte un gemidito, casi como un jadeó.

Las lágrimas escurren lentamente de sus ojos con impotencia, el sudor deslizándose lentamente por cualquier curva de su cuerpo esperando que la puerta de la entrada de su hogar suene.

No quiere que el alfa lo escuché.

Aguanta y trata de recordar cualquier cosa hasta que da con el día en donde quiso experimentar con su corto cabello, recuerda que se puso extensiones esperando ver alguna reacción de negación por parte de JungKook, pero en su lugar vio como terminó sonrojándose luego que le dijera que era un estilo nuevo, no quiso pensar mal, fue inevitable como lentamente terminó observando la actitud de su mejor amigo. Aquel día había sido tan torpe que se sintió tímido por ser el causante de ello.

sassy % kookmin two short. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora