-Sinopsis-

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-Bieeeeenvenidoooooooss!!!- La voz es escuchada en todos lados.

-Otra vez estamos aquí en nuestro querido Cloto donde los guerreros más feroces de esta isla se enfrentaran entre ellos por el premio tan ansiado.

La multitud vociferan con palabras inteligibles, mientras levantan los brazos con las manos en puños. Hombres y mujeres rodean el gran coliseo observando al presentador con emoción.

Aquel lugar era un campo de batalla, donde hombres y mujeres sin distinción luchaban por el premio de la semana. Raina estaba entre los luchadores, no por voluntad propia, pues ese era su castigo.

Toda ella indicaba un blanco fácil, pues no poseía las cualidades de un luchador y estaba segura de que su muerte iba a ser dolorosa y rápida.

Alzando los ojos del suelo observa a los demás luchadores hablando entre ellos, formando alianzas, a pesar de no ser la única que estaba sola, se podía ver que ella no pintaba nada en aquel lugar.

Podía oír como el presentador decía anécdotas de las muertes de la anterior lucha en el coliseo, alabando a los ganadores y mofándose de los perdedores. Explicando con sumo detalle las escenas sangrientas causando arcadas en Raina, ella para evitar vomitar en el lugar y ponerse más en evidencia, se cubrió los oídos con las palmas de la mano para no escuchar más.

El terror dominaba todo su cuerpo y los temblores eran más visibles, tenía miedo.

Sería estúpida si no lo tuviera, su vida estaba en juego y ella estaba en el lado perdedor, nada podría cambiar su destino. Sumida en sus pensamientos no se percata de que es llamada, un fuerte apretón en su hombro derecho la hace saltar en su lugar, de pie observa a un hombre corpulento mirándola con enfado.

-¿Eres sorda o qué? - El mal aliento de aquel hombre la hace asquear todavía más sintiendo como el vómito sube hacia su garganta.

Niega con la cabeza tragando su propio vómito, intentando aparentar normalidad.

-Ve a coger un arma -Señala un armario de metal con barrotes.

Asiente caminando hacia allí, en su transcurso nota como todos están bien equipados formando dos filas en dirección a una puerta de metal grande, era la salida hacia la arena.

Al llegar a su destino nota que todas las armas que están allí están desgastadas, la mayoría de ellas no sabía como utilizarlas y las demás no estaba segura de poder usarlas bien.

Moviendo las armas con cuidado para no herirse encontró un arco plateado con detalles delicados, encastado en un carcaj negro y desgastado junto a tres flechas plateadas con los mismos detalles que el arco.

Había aprendido tiro con arco durante seis años, y los tres últimos años participado en algunos campeonatos, a pesar de ganar solo el segundo lugar, era la única arma que sabía como manejar.

Sin pensarlo dos veces, la agarro, saco el arco y observo que la cuerda estaba intacta, suspiro con alivio, cogió las tres flechas y vio que también estaban intactas, tenían un peso notable pero no tanto como para afectar la trayectoria de la flecha.

Coloco todo en el carcaj negro y antes de ir a la fila agarro un cuchillo de caza un tanto desgastado.

Apretó los labios sintiendo que faltaba poco para que comenzara el combate, mirando hacia su derecha se encuentra con un hombre alto y menudo con la expresión ida. 

Raina sujeto con fuerza la cuerda del carcaj que estaba colocado en su espalda, dirigió sus ojos al frente y espero al presentador para que diera comienzo al combate.

-Yyyy ahora demos la bienvenida a nuestros gladiadoreeeeees!!!- Vocifera el presentador.

Las grandes puertas de metal se abren dando paso a la luz solar alumbrando la estancia, las dos filas avanza hacia la arena, los gritos y las burlas son escuchadas con más intensidad, Raina avanza mirando al suelo de arena y tierra, las dos filas son colocadas en extremos opuestos formando un círculo roto.

Raina mira al frente y observa el lugar, era enorme y parecido al coliseo romano, la gente estaba en las gradas abarrotadas, algunos se estaban peleando por los lugares y otros bebiendo alguna bebida alcohólica. 

Había mucha gente.

-Mira que tenemos aquí- El presentador en medio de la arena señala a Raina con una sonrisa acercándose hacia ella- Vaya, vaya la única mujer en este combate, qué demonios estabas pensando al inscribirte aquí.

Acerca el micrófono hacia Raina esperando una respuesta, pero no sale nada de sus labios. Ella miraba al hombre sin ninguna gracia, iba a ser asesinada a manos de algún luchador y la idea de morir en aquella isla plagada de cuervos hambrientos no le parecía gracioso.

-Vaya, tenemos en nuestra querida Átropos a una tímida, -Ríe a carcajadas y vuelve a hablar- Muchacha, nadie en su sano juicio ha participado en un combate utilizando un arco, si no tienes un equipo será difícil para ti lanzar.

Algo en ella se encendió, el miedo que minutos atrás le oprimía el pecho empezó a disminuir, y en su lugar un fuego abrasador encendió su interior.

Aquellas personas solo la veían como entrenamiento y no le importaban lo más mínimo si perdía la vida, solo era una persona más en la carreta de cadáveres.

Observo al presentador con enfado, y contesta sin vacilar.

-No estoy en mi sano juicio.

El presentador vuelve a reír, esta vez seguido por el público, algunos los luchadores también se unen a ellos.

Lejos de sentirse abucheada, su lado competitivo quería demostrar a aquella panda de ignorantes que podía derrocar por lo menos a tres, Raina estaba decidida a callar aquellas carcajadas y hacerles perder sus apuestas, pues sabia de sobra que nadie había apostado por ella.

Dio un paso hacia el presentador que aún estaba riendo, le quito el micrófono y se encaminó unos pasos al centro.

Ya sabiendo que quizás no saldrá viva del coliseo del Cloto, por lo menos dirá lo que piensa en el fondo de su corazón.

- Soy Raina, solo llevo en esta isla una semana, estando aquí me han mentido, vendido y obligado a estar en este combate- Aquellas palabras no causaban ninguna sorpresa en los espectadores, pero sí que consiguieron prestarle atención- Voy a salir de Átropos, y no pienso salir en una bolsa de cadáveres, así que mirad bien mis flechas porque caerán como lluvias.

Alzando el carcaj con la mano derecha girando en su propio eje mostrando su seriedad en aquellas palabras, vuelve a su lugar entregando el micrófono al presentador.

Aquellas palabras podrían ser el hazmerreír tras su muerte, y aquello no le importaba mucho, pero si lograba sobrevivir, podría llegar a ganarse el respeto de aquellos animales y solo quizás logre salir de aquel infierno.


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Bienvenidos a la Insula Átropos donde los muertos no cuentan cuentos 

y los vivos penden de hilos.


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⏰ Última actualización: Feb 15 ⏰

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