El recuerdo de tu amor aún carcome mi memoria, es un sentimiento que me llena de remordimiento, pues nuestra historia comenzó cuando éramos sólo adolescentes.
Es algo tan raro extrañar a una persona que sólo fue una experiencia en tu vida, ya que he comprendido eso con el tiempo: fuiste una parte de mi existencia que contribuiría a formar parte de quién soy ahora. Yo lo comprendo, pero el corazón es terco, no olvida fácilmente, y con justa razón es así, he comprendido también que no le puedo obligar a dejar de latir por ti.
Me pregunto porqué mi mente sigue proyectando todos aquellos momentos que pasamos juntos, me atormenta y me hace sentir roto conforme pienso en tu naturaleza bohemia, aquello era una de las cosas que más me atraía de tu persona, pues yo era lo contrario a ti. Todo a mi alrededor parecía haber sido insípido luego de comenzar a ver cómo era el mundo para ti, fue como si se le agregara color rojo atrevido a mi película en blanco y negro.
Hablando de nuestros momentos juntos, algo que me gustaría volver a vivir es nuestro primer beso. Caminábamos por aquel barrio chino, tú por alguna razón decidiste usar ese día unas distinguidas botas negras, mismas que como eran de esperarse te cansaron, entonces me pediste parar a descansar, aprovechando así para fumar un cigarrillo. A mí no me gustaba el olor del tabaco, sin embargo comencé a tolerarlo con tal de poder acercar un poco mis manos a tus labios usando de excusa la acción de encender el delgado cilindro con nicotina para ti. Extrañamente las estrellas eran tan claras aquel día, pero no fueron lo suficientemente deslumbrantes para opacar lo bella que te veías acomodando tu cabello detrás de la oreja para luego exhalar ese nefasto humo al que me acostumbré. Supongo que mi mirada detallando cada facción de ti llamó tu atención, tus ojos voltearon hacia mí con un aire de curiosidad, habías terminado ya de fumar y yo no me di cuenta porque el tiempo parecía volar al estar junto a ti. Comenzaste a reír de una manera leve y yo sonreí preguntando qué ocurría, es como si pudiera volver a escuchar aquel "¿Entonces no vas a dignarte a besarme?" Y si no fuera por la oscuridad de la noche seguramente te habrías burlado de la sorpresa que mi rostro mostraba. Debo aceptar que vi el momento y lo tomé, me atreví a sujetar tu rostro con mis manos y fundir nuestros labios en un dulce beso, tan dulce como el azúcar. Aunque debo aceptar que el sabor a cigarrillo en tu boca no era algo que me encantase.
Considero desde entonces aquel recuerdo como un hermoso tesoro, y lo resguardo en la caja dedicada a ti dentro de mi corazón. ¿Y cómo no hacerlo? No me había dado cuenta pero ese apenas era el comienzo de ti correspondiendo mi ardiente amor hacia tu persona.
No diré que es algo que comienzo a odiar, pues aún si la histeria se apodera de mi cuerpo de vez en cuando, no puedo llegar a expresar odio sobre cómo se desencadenaron los hechos. Pues las cosas pasan por algo.
Oírte llamar mi nombre también era algo que me agradababa bastante, supongo que por la forma tan amorosa en que lo decías. Verte disfrutando tu canción favorita y saber que compartías conmigo algo tan preciado para ti sólo por ser yo. La forma en que comenzabas a dar masajes en mi espalda cada que notabas que empezaban a estresarme todos los proyectos y tareas. Reírnos de la forma en que hablaban los locutores en la radio. Notar lo mucho que odiabas el polvo por lo que tu habitación siempre tenía ese notable olor a lejía y limpieza. Sentir lo libre que era cuando sólo estábamos nosotros sin poder parar de reír. Tu castaño cabello acomodándose de una forma tan perfecta aún si le caía el agua de la lluvia. Que me contaras cada que uno de tus sueños y el porqué te parecían extraños. Hacer muecas frente al espejo y burlarnos del otro.
¿Y cómo esperas que obligue a mi corazón a olvidar todos los sentimientos que hay en aquella caja de amor destinada a ti? ¿Cómo obligarlo a no mantenerla reluciente, tal como te gusta, por si algún día decides volver a reclamarla?
Y mucho menos puedo obligarlo sabiendo que aquellos sentimientos eran mutuos, sabiendo que éramos el refugio del otro y sabiendo que nuestro cariño era como un océano llenándose día con día.
Sin embargo lo que se apodera de mi cuerpo ahora es el solitario dolor de tu partida, aquel dolor que no deja de hundirme como si fuese yo un montón de piedras tiradas al mar. Pero no pienso volver a llorar, aquello era algo que había quedado en el pasado, y tengo que aprender que uno no puede vivir en ese lugar, pues vivir en el pasado hace huecos en el barco del presente que se dirige al futuro.
Aquellas personas que dicen que las relaciones están sobrevaloradas hacen notorio que jamás han experimentado el cariño sincero en su vida, y no hacen más que alejarse de la realidad. Los humanos siempre estamos en busca de afecto, aún si es inconscientemente.
No obstante, no negaré que las relaciones te vuelven algo ciego, van nublando la realidad. La realidad de que hay personas que con la misma profundidad que aman pueden olvidar, como a ti te pasó conmigo.
Otro ejemplo de la ceguera que causa el amor fue aquel día que te invité por nuestro último helado. Puede que yo dentro de mí sospechara, puede que yo sólo estaba asustado por lo que significaría para mí la verdad en tu alma aquel día, pues no había sabido de ti hacía un tiempo. Ambos teníamos que concentrarnos en nuestras carreras, yo lo tomé así, cuando creces comienzas a dedicar más tiempo al futuro que al presente. Te vi a lo lejos, yo estaba tocando mis bolsas en busca de mi billetera, pues ya había pedido los helados. Para ti mango, tu favorito, para mí menta con chocolate, deseaba que por fin pudiéramos tener un día divertido como solíamos tenerlos. Sin darme cuenta de que tú ya te encontrabas cuestionándote si era mejor alternativa irte o quedarte a mi lado.
Claramente aquel día me dejaste saber que elegías la primera opción.
Yo dejé de buscar respuestas hace mucho tiempo, seguro tendrías tus razones, seguro querías comenzar una nueva faceta en tu vida, seguro era lo mejor para ti. Pero eso nunca borrará el hecho de lo mucho que duele.
A pesar de ello no accederé a aquellas pretensiones sobre el karma, porque no quiero que el karma te llegue a ti. Amarte significa que jamás desearía que sufras de la misma forma en que me hizo sufrir tu partida.
Debo irme, es momento de tomar el medicamento. Tú sabes, esos antidepresivos que me hacen sentir como un muerto en vida. Aunque la gente a mi alrededor debería comenzar a entender que de amor no se puede morir.
Pero vendrán tiempos mejores.
Nunca olvides lo mucho que te amo.