Cómo nos ven.

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Teñido de rosa se miraba el cielo. Las golondrinas trazaban un baile armonioso como los vientos de Van Gogh, incluso a pesar del cumulonimbus que se avecinaba.

¿A caso eso estaba bien?

El pueblo de konohagure guardaba secretos. Su gente sabía cosas-para muchos, locas-, cosas que desequilibraban la armonía de las naciones ninja.

Los pequeños niñatos podían reir jugando en el pasto; los adultos sonreír al verlos... Lo que nadie podía era cerrar los ojos ante magnífico espectáculo que, en plena calle, se manisfestaba siempre a las dos con veinticuatro de la tarde.

El viento soplaba más a esas horas, el Sol ya no quemaba y, muy estraño para todos, los pájaros trinaban.

Primero venía el ángel de la aldea: el Hokage. Las hebras doradas de su cabello se balanceban bellamente formando ondulaciones a los lados de sus orejas. Las pestañas pobladas arqueadas sutilmente, igual de bellas. Los labios pomelo por el frio y brillosos por el aceite de coco. Por último, los ojos... Qué ojos aquellos... Estaban cerrados, sí, pero pronto se abrirían.

Era una descripción muy acertada: todo aldeano, mujer u hombre, no lo negaban.

El segundo personaje, a segundos del primero, llegaba sin aviso. Era la sombra de la Luna, un ser misterioso, uno respetado por todos: el patriarca del Clan Uchiha.

Con un único ojo a la vista, nadie decía mucho de él. Las damas afirmaban sus  fuertes piernas;  los caballeros su innegable-y en ocasiomes, envidiada- masculinidad.

Las emociones estaban a flor de piel, esperando a que el acto siguiera... y así lo hizo.

Todo se desarrollana en tres escenas, tres distintas en todo sentido e iguales ante un literato experto.

En los primeros segundos, eso ojos cerrados por fin se abrían. Oh, ahí estaba, un profundo océano que te tienta al suicidio más placentero.
La sonrisa, negando a quedarse atrás, grande, tan grande como el corazón de ese ángel. Las mejillas hacían presencia con pintura carmesí sobre ellas y...

Uno, dos, tres, cuatro...

_¡Teme!

Ese era su gritillo juvenil dedicado únicamente al patriarca Uchiha.

Por otro lado, este acortaba los centímetros de diferencia entre los dos. 
De veinte a diez, de diez a cinco, de cinco a su pecho. Inmediatmente, una sonrisa de lado surcaba en su rostro: dura y matadora en otros; amorosa-¡Amor, amor del puro!- y cálida en él.

_Dobe.

Fin al primer acto.

El segundo venía candente.

Unas pollas aquí se alzaban, unas bragas también se mojaban.

Vaya... Vaya espectáculo.

El Uchiha lo iniciaba con su mano en la cintura del Hokage, bajo la chaqueta naranja, trirando de ella. No pasaba mucho en ese momento, no hasta el siguiente paso.
Lentamente sus labios se posicionaban en su hombro y susurraba un no saben qué a ciencia cierta, pero seguro una guarrada de las innombrables.

"_Me gustan tus pechos*, han crecido."

Quizá eso.

"_Tus pezones se notan, Naruto."

O este.

"_¿Puedo tacar tu centro*?"

Este también.

"_¿Quieres follar?"

Probablemtente este.

El Hokage gemía como una gata, decían muchos. El Uchiha gruñía como perro, tiraban otros. La polla levantada y la braga mojada, respectivamente.

De esta manera el segundo acto culminaba.

Ya con siete minutos avanzados, el último acto salta dejando la pasión de lado para llamar a los sentimientos fuertes de los dos.

_Te extrañé.

_Igual yo.

Simple, cociso, pero perfecto.

¡Y es que usted no sabe cuánto contiene esas palabras! ¡Cuánto de tanto y mucho, de mucho y tanto!

Fin

Los dos desaparecían.
El clima se transformaba en el que era antes de sus llegadas.

Todo parecía igual aunque nada lo era.

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⏰ Última actualización: Feb 08 ⏰

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