¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Madrid, 2027
Enzo condujo hasta el restaurante, de fondo estaba sonando una canción de reggeaton que ninguno de los dos reconocía, pero ninguno de los dos tenía demasiadas ganas de cambiar la emisora. A Aurelia le pesaba la cabeza, se habría apoyado contra la ventana, pero Enzo seguramente le hubiera dicho que estaba sobre actuando, que no tenía que ser tan melancólica y que no se moriría por una cena.
Al llegar, sorprendentemente, había un par de paparazzis esperándolos. Enzo tenía una película a estrenar dentro de poco, así que siempre había periodistas aquí y allá. Después del exitazo que tuvo La sociedad de la nieve a Enzo no le dejaron de llegar ofertas de trabajo, así que había actuado en varias películas desde entonces, algunas mejores que otras.
Aurelia se aferró a él, en las alfombras rojas no tenía ningún problema con los flashes, pero en la calle, inesperadamente y que era de noche, siempre le daban un poco de miedo. Entraron, aún con los flashes brillando a sus espaldas, un camarero los recibió y los acompañó a la mesa.
ᅳTenés que pederle el miedo a la cámaras, te adoran ᅳmencionó Enzo, mientras caminaban.
Bajó un poco la mirada, viéndose la punta de los tacones. Se preguntó si el vestido que había escogido era muy corto para esa ocasión. Se preguntó como habría salido en esas fotos, ¿se le habría notado el escote? Le aterraba la idea.
ᅳPerdona ᅳFue lo único que se le ocurrió articular. Enzo rodó los ojos, intentando parecer divertido y despreocupado.
Aurelia tomó aire lentamente. Le gustaba cuando Enzo era solo de ella, ahora veía como en internet todas las chicas estaban locas por él y como por la calle venían completas desconocidas a pedirle fotos y soltar grititos en su órbita. Incluso una vez una chica le preguntó si podía reconocer el perfume que estaba llevando. Enzo no parecía estar para nada molesto sobre ello, al contrario, adoraba dar autógrafos y sacarse fotos. Aurelia nunca le había mencionado su incomodidad, pero estaba segura de que se le notaba, de que era Enzo quien la ignoraba. Aurelia se sentía como una del montón, solo una de las muchas chicas que están loquísimas por él.
Se sientan en la mesa, donde ya habían llegado todos. Aurelia se fija en su alrededor, dándose cuenta de que la única mujer que hay aparte de ella es la camarera. En cierto punto siente pena por ella, no se quiere imaginar cuantas veces habría que tenido que atender mesas llenas de hombres con complejo de Dios y con problemas de ego. Le dirigió una mirada compasiva mientras le pedía una botella de agua.
Enzo ya pidió por los dos para comer, se había acostumbrado a hacer eso con el tiempo. Al principio, como un acto cordial y romántico, ahora Aurelia no sabía si lo hacía más bien para sentirse un poco superior, por lo menos unos instantes.
