Al levantar la cabeza el cielo se veía rojo, más rojo que cualquier puesta de sol que haya visto, este atardecer era más sombrío de lo normal. Las nubes se sentían pesadas, lo que cualquier otro día habrían sido unas magníficas vistas, hoy daban escalofríos, una gran tormenta se avecinaba esa noche.
- Señor José ¡¡Señor José!! - se aproximaba corriendo y agitado un joven con una gorra gris y con el uniforme de la empresa - Tengo esta carta para usted, dice el jefe que es importante.-
Ugh ese bastardo otra vez molestando antes de irme a casa - Está bien, dámela la leeré está noche - mientras alargaba la mano para recibir la carta, el cielo rugió con un trueno amenazador justo en el momento en que el sobre se poso en mis manos.Ya en casa, refugiado del agua que ya sonaba fuerte contra el techo, e iluminado por una velas viejas porque el viento había arrancado los cables eléctricos de toda la cuadra, o eso pensé, abrí la carta, un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver en detalle aquel sobre, un sello carmesí, hecho del lacre más tétrico que hubiera visto antes. El sello representaba la imagen de un Hombre de Vitruvio representado con un traje de oficina y una pluma en cada mano ¿Por qué si el jefe quería comunicarme algo, no me lo enviaba al correo electrónico? ¿Que necesidad tenía de entregarme un comunicado en papel?
Se que podrían haber sido muchos motivos distintos, pero se me hizo algo extraño. Y más extraño aún cuando al abrir la carta ví que estaba escrita a mano y en cursiva, una cursiva fina y pulcra, algo escalofriante para mí gusto.
La carta en cuestión rezaba:Queridísimo Señor José Kosminsky
Por medio de la presente, tengo el placer de comunicarle que esta noche, a las 12:33, tendrá lugar una reunión en el restaurante "El Cabo Rojo" con algunos de mis colegas, en la que se tratará el tema de su posible ascenso. Le ruego que asista al evento, si le es posible, y que disculpe la brevedad del aviso. Y por cierto, ven solo.
Agradezco de antemano su atención y su colaboración.
Atentamente, El jefe.
Por cada palabra que leía, el aire se volvía más gélido y las gotas en el techo sonaban más fuerte.
-Ahgg maldición, sabía que era urgente pero no pensé que para hoy mismo, este bastardo me hará salir con esta lluvia- maldecía mientras lanzaba la carta contra el escritorio.
-Esta mintiendo- sonó una voz áspera pero infantil desde el rincón más oscuro de la habitación, allá donde solo llegaban las sombras de las velas.
De un movimiento me levanté con el abrecartas en la mano, y apuntando al rincón con el filo por delante.
- ¡¡¿Quien eres y que haces en mi casa?!! - Grite muerto de miedo tratando de contener las lágrimas y rogando porque mi grito haya parecido amenazador, mi corazón empezó a latir tan fuerte que temía que su sonido delatara mi miedo.
- Tranquilo no estoy aquí para hacerte daño ni robarte nada- y con las manos en alto de entre la penumbra se asomó un niño, más pequeño de lo que habría imaginado por su voz, caminando despacio y con una actitud que mostraba calma, pero una sonrisa inquietante en su cara.
-¡¡¿Respóndeme, quien eres y que haces en mi casa?!!
-Solo estaba refugiándome de la tormenta- dijo e inmediatamente volvió a sonreír, ahora que ya estaba más cerca y las velas lo iluminaban, pude ver sus dientes, dientes extremadamente dañados y careados, con un espacio anormal entre cada uno. Yo estaba impactado y antes de que terminara de pensar en como actuar o si bajar el cuchillo el niño volvió a hablar - Me llamo Ripp, en el momento que se largo la tormenta quise refugiarme, pero como no había nada alrededor entre por tu ventana - En eso heche una mirada a la ventana y ví que estaba cerrada -La cual luego cerré por dentro - Dijo, y me dió la impresión que noto mi desconfianza