Un gran amigo

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La lluvia golpeaba la ventana de la sala, que estaba abierta en un costado, y Enzo ni siquiera podía pararse a cerrarla, aunque podía sentir que la marea de un dolor de cabeza que lo había atormentado toda la mañana estaba ahora relativamente baja, al menos podía mantener los ojos abiertos por un tiempo más largo.

Con la escasa fuerza que parecía ir recobrando lento, decidió darse un baño, eso siempre ayudaba un poco a sus migrañas.

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El agua caía por su cuerpo y llegaba, muerta al suelo;la espuma caía desde su cabello hasta los pies, y fue entonces cuando la puerta del baño se abrió y Matias, que hasta entonces dormía, se apoyo en el marco de la misma, mirandolo

-me estoy bañando-le dijo algo incómodo, el dolor de cabeza siempre lo ponía de pesimo humor

-¿nos bañamos juntos?-preguntó, aunque más que una pregunta era una afirmación, pues ya estaba sacandose las zapatillas, mientras abría sus jeans.

El cuerpo de Matías no era músculoso, pero estaba tonificado, y su piel era tan blanca y suave que trasparentaba las venas azules de sus brazos y su pelvis.
Tampoco era demasiado peludo, pero el vello púbico era algo tupido, castaño y suave, armonioso, y en cuanto Enzo lo veía, ya no podia dejar de hacerlo, realmente se perdía ahí.

Se metió dentro de la ducha, mirandolo fijamente a los ojos, él sabía que algo queria, pero le era difícil entender qué.

—me gusta tu verga mojada, es linda— dijo, paseando su mirada por su cuerpo, deteniendose allí.

—¿que pasa?

—nada,me quiero bañar con vos- dijo, volviendo a mirarlo a los ojos, y alargando sus brazos para masajear con ambas manos su cabeza-¿otro dolor de cabeza, bebé?— preguntó.

—¿me vas a decir que queres?

Mati sonrió. Sabía que no podia engañarlo, él lo conocía mejor que nadie.

—plata,necesito ir a una fiesta y...

—no

—Enzo...

—no

—¿porque mierda no?

—por que ya sabemos lo que pasa cuando salís, no pienso volver a limpiar vomito de la cama nunca más, además, la última vez...

—dale, quiero que vengas conmigo,me podes vigilar de cerca...

-no, la respuesta es no

-amor...

-no

Sabía que Matias era muy joven y que salir era parte de eso, pero tenía miedo, siempre que lo dejaba salir sentía el miedo de perderlo

Él solo siguió masajeando su cabeza con suavidad, sonriendo.

—no me podes prohibir nada, mi amor— dijo, segundos antes de darle un corto beso sobre los labios

En ese momento, sus miradas se cruzaron.
Eran miradas de caos, de una pelea inminente y Enzo sentía cierta electricidad recorriendolo, porque cada vez era más duro para él pelear con el pendejo, cada vez tenía más miedo.

Desvío la mirada y la dirigió nuevamente a su vello púbico, y sin pensalo mucho, lo tomó por la cintura con ambas manos.

De rodillas, sintiendo la ducha golpeandolo en la espalda, y sus manos sobre su cuerpo, decidío dejarlo ir, no sin antes demostrarle que él seguía teniendo el control.

Con la boca fue recorriendo cada sector de su cuerpo, su panza, su cadera, sus muslos, mientras sus dedos se clavaban en su culo y lo marcaban.

Él se apoyo en la pared lateral y cerró los ojos, apoyando sus manos sobre los hombros ajenos despreocupadamente.

Te amo, pagas mi alquilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora