10
Domingo. El día más odioso de todas las benditas semanas y meses.
Era el día familiar que por desgracia compartíamos muy a menudo con los amorosos vecinos de en frente, junto al insoportable de su hijo.
De solo pensar en eso hacia que me doliera la cabeza, y ya demasiado era el remolino de pensamientos que tenía desde que Jeon Jungkook dejó mi casa el viernes por la tarde. Su confesión había sido nada más ni nada menos que una odiosa migraña de la cual ansiaba deshacerme de una vez por todas, pero que aún no encontraba la forma de hacerlo. Hacía tanto calor que tampoco pensaba bien sobre todo lo que tenía en mi cabeza, daba vueltas en mi cama tratando de conciliar el sueño o al menos descansar sin el tormento en mi mente, lo cual, no era posible. Ya era de día, temprano en la mañana, pero no era la hora a la que habitualmente estaría despierta.
—¿Lilieth? ¿Estás despierta, hija? —se escuchó a mi madre del otro lado de la puerta. Tal vez había escuchado lo mucho que me movía para tratar de encontrar una posición cómoda.
Me rendí, levantándome rápidamente para abrir la puerta con cansancio.
—Hola, mami —saludé sin ganas.
—¿Qué es lo que tienes que traes esa cara de gato sin alimentar? —bromeó pasando a mí habitación para abrir las cortinas y la ventana.
—No lo sé —confesé, recostandome sobre el marco de la puerta— no pude dormir bien, no estaba cómoda. También tengo mucho calor, ¿Cuántos grados hacen?
—¿Calor? —preguntó mientras se acercaba para tocarme la frente, luego de levantar un plato y vaso sucios de mi mesita de luz.
—Estoy incómoda, y no sé porqué siento tanto calor. Es sofocante.
—Debes estar ovulando —sonrió como si nada y siguió su camino por las escaleras, dejándome plantada ahí, incrédula ante lo fácil que lo había adivinado. Porque sí, minutos después decidí revisar el calendario en mi celular, y efectivamente estaba en mi período de ovulacion.
—¡Mamáaaaa! ¿¡Eres bruja o qué!? —grité para asegurarme de que me pudiera oír.
—¡Soy tu madre! —respondió con otro grito.
Reí levemente y volví a mi habitación, ordené un poco y decidí tomar una ducha, vestirme y arreglarme. Mamá había dicho que iríamos a la casa de los Jeon a almorzar, así que preparé mi bolso con algunas pocas cosas que llevaría, y aunque lo dudé un poco, puse mi bikini y una toalla por si acaso.
El outfit era simple. Tenía un vestido floreado, al cuerpo con mangas estilo princesa y con la falda suelta que terminaba un poco más arriba de mis rodillas. No era la gran cosa, pero me gustaba vestir algo diferente cuando estábamos con el señor y la señora Jeon. Los conozco desde que era pequeña, y siempre han sido muy agradables y amables conmigo, me han tratado como si también fuera su hija, pero siempre los había admirado por los lujos que tienen y que disfrutan compartir. Para nadie era un secreto que ellos tenían dinero, y aunque no les gustara alardear sobre él, lo aprovechaban para tener una buena vida.
Llegando a su puerta, la misma se abrió y detrás de ella apareció la mujer con una hermosa sonrisa y el rostro reluciente de felicidad. Mis padres saludaron con amor, yo hice lo mismo.
—Hola, Marie —sonreí acompañando con un beso y abrazo a la encantadora mujer.
—Adelante, pasen, hace calor aquí afuera —comentó, llamando un poco de mi atención.
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𝑺𝑬𝑹𝑬𝑵𝑫𝑰𝑷𝑰𝑨 | jeon jungkook
RomanceImagínate odiar a alguien por su actitud y tener que convivir la mayoría del tiempo con esa persona. ¿Detestable, verdad? Pues esa es mi triste historia. ¡Ven a patearle el trasero a alguien conmigo! ¡Vamos a demostrarle a ese idiota de lo que está...