ADVERTENCIA: +18
— Quienes tengan sus Biblias acompáñenme con la lectura que se encuentra en Romanos capítulo seis, versículo doce en adelante.
Una vez su madre encontró el capítulo, acomodó el libro en sus manos de forma que ambos puedan leer. Con atención, Alejo seguía la lectura.
“No dejen que el pecado domine su cuerpo mortal; no lo obedezcan siguiendo sus malos deseos. No entreguen ninguna parte de su cuerpo al pecado para que se convierta en instrumento del mal. Más bien, entréguense por completo a Dios, como quienes ya han muerto y han vuelto a vivir.”
Un roce en su hombro lo desconcentró de la lectura. Buscó con la mirada a qué o quién fue. Cuando vio a la persona, tragó con fuerza.
— Voy al baño, ma. – Susurró.
Con un poco de nerviosismo caminó por el pasillo de la iglesia. Su cabeza gacha, para evitar que vean lo rojizo que estaba su rostro.
Una vez llegó a los baños y entró, se encontró con un chico alto apoyado en el lavamanos, al estar usando su celular no lo vio entrar o eso creyó el menor.
— No tenemos mucho tiempo, Ale. - Habló sin mirarlo.
— ¿Tiempo para qué Matias?
Una clara incredulidad se posó en el rostro del azabache.
— ¿Para qué viniste? - Alejo no contestó, pero tampoco apartó la vista. — ¿Viniste al baño? Si es así, entonces te dejo.
El rostro de Matias estaba serio, no podía esconder su molestia. Caminó hacia la puerta, pasando por el lado de Véliz, quien seguía sin hablar. Las esperanzas de Matias seguían intactas esperando que el morocho le diga que no se vaya.
Alejo cerró sus ojos y respiró profundo.
Perdoname, Señor - pensó
Cuando Matias apoyó su mano en el picaporte, Alejo tomó de su otro brazo, atrayéndolo hacia su cuerpo. Chocaron bruscamente y se agarraron del cuerpo del otro para evitar caerse, quedando sus rostros a escasos centímetros.
— No tenemos mucho tiempo, Mati.
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“Entonces, como ya no vivimos bajo la ley sino bajo la gracia de Dios, ¿podemos pecar? ¡Claro que no! ¿No comprenden que si ustedes se entregan a alguien como esclavos, los esclavizará para que le sirvan? Pueden escoger hacer: el pecado y morir, u obedecer y ser justos.”
Una vez trabada la puerta del cubículo, Matias se abalanzó contra Alejo, atrapando sus labios en un beso intenso, necesitado. Las manos de Véliz acunaban el rostro de Soulé, profundizando el beso, mientras que las de Matias desabrochaban el pantalón del rosarino con rapidez.
Sorprendiendo a Alejo, Matias se apartó de él, dejando a un Véliz confuso y agitado contra la pared. Sin romper el contacto visual, Soulé se dejó caer sobre sus rodillas, quedando a la altura de la entrepierna de Alejo.
— Ya extrañaba esta vista. - Habló coqueto, esperando aligerar la situación.
Pero no funcionó. Alejo lo miró serio, sin una pizca de gracia en su rostro.
— Sabes que no estás obligado a nada, Ale. Si queres lo dejamos acá.
Véliz negó con un movimiento de cabeza. — Si quiero, seguí.
Lentas y húmedas lamidas en su miembro le enviaron escalofríos a todo su cuerpo. Provocando que cierre sus ojos con fuerza. Sus manos se cerraron en forma de puños a cada lado de su cuerpo.
Las lamidas frenaron y Matias comenzó a tomar con su boca todo lo que podía del miembro de Alejo, masturbando con su mano lo que sobraba. Véliz intentaba reprimir sus gemidos pero le era imposible, algún que otro sonido se le escapó.
Matias miraba desde su lugar el rostro de Alejo, que reflejaba placer, mordiéndose los labios. Las manos de Véliz en ningún momento tocaron a Matias, por lo que el marplatense tomó una de ellas y la guió a su cabeza. Automáticamente agarró una gran cantidad de sus cabellos y lo obligó a tomar todo su miembro. La nariz de Soulé rozaba su piel.
Aun con lágrimas en sus ojos, Matias no apartó su mirada de Alejo, pero este lo obligó a hacerlo cuando comenzó a embestir su garganta, sacando su pija hasta la punta y volviendola a meter. Los gemidos de Alejo aumentaron el volumen, pero el morocho estaba tan cegado por el placer que ni le importó. A él se le acoplaban las arcadas de Soulé.
Alejo se percató que la parte baja de su estómago se contrajo, así que mermó con sus movimientos, llamándole la atención.
— Pa-pará que me voy a correr sino. - Matias soltó una pequeña risa.
Alejo lo ayudó a levantarse. Una vez que estuvo a su altura, llevó uno de sus dedos a los labios del mayor, limpiándole un poco de saliva. Nuevamente sus labios se encontraron, esta vez era un beso tranquilo, mientras que comenzaban a desnudarse el uno al otro. Cuando ambos quedaron sin una prenda que los cubra, Matias sacó un preservativo y se lo tendió a Alejo. Soulé se percató del leve sonrojo en sus mejillas.
Una vez que Véliz estaba listo, Matias se acomodó de espaldas a él.
— No. - Susurro Alejo. — Te quiero ver.
Con lentitud Alejo se adentro en Matias, mirando atentamente el rostro del azabache, prestando atención a cada mueca que el mayor hacía. Una vez que su miembro entró por completo, ambos gimieron. Véliz no se movió, esperó a que Soulé se acostumbre a la intromisión.
Con una mirada, Matias le dio a entender que siguiera. Unieron sus labios y Alejó comenzó a embestirlo.
Las primeras embestidas fueron lentas y profundas, Matias podía sentir todo el miembro dentro suyo. Alejo escondió su rostro en el cuello de Soulé, la forma en que este lo apretaba lo estaba volviendo loco.
— Más rápido. - Pidió Matias sobre los labios de Véliz y él así hizo.
Sus manos tomaron la cadera de Matias con fuerza, mientras golpeaba contra su entrada sin piedad. Soulé aferró sus piernas alrededor de la cadera del rosarino, mientras arañaba su espalda en un intento de liberar como se sentía sin gemir. Fallando varias veces.
El sonido de sus pieles chocando musicalizaba el lugar, luego lo acompañaron sus gemidos al estar ambos cerca del clímax. Matias se aferró fuertemente al cuerpo de Alejo, sin dejar de pedirle por más. Y luego de varias embestidas, ya de forma errática, ambos se corrieron. Primero Matias, por lo que fue sobreestimulado hasta que Alejo logró acabar.
Véliz salió de Soulé y tiró el preservativo en el inodoro para borrar todo rastro de evidencia. Luego volvió hacia el exhausto cuerpo del marplatense que reposaba en la pared. Llevó sus manos al rostro rojo por el cansancio y pasó sus dedos suavemente por debajo de sus ojos, limpiándole las lágrimas.
Una tierna sonrisa se plantó en el rostro de Matias, tentando a Alejo a besarlo, y como el morocho es una persona débil, cayó fácilmente en los encantos del chico. Otra vez.
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— … y por eso se avergüenzan ahora al pensar en lo que antes hacían, que les llevaba a la muerte. Mas ahora están libres del pecado y son esclavos de Dios. Esto les trae como beneficio la santidad y como fin la vida eterna. Porque si bien la paga del pecado es muerte, el regalo que nos da Dios es vida eterna a través de Jesucristo nuestro Señor.
Al finalizar la lectura, en unísono, los presentes soltaron un “Amén”.
Matías miró con un deje de felicidad y complicidad a Alejo, quien estaba sentado un par de bancos atrás, pero todo lindo sentimiento se esfumó al ver el rostro serio de Véliz, mirando fijamente a la imagen de Jesús en el frente, mientras pequeñas gotas de lágrimas rodaban por su rostro.
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Esclavo del Pecado
FanfictionEDP: Alejo tiene que elegir entre pecar y morir, u obedecer y ser justo.