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NOTA: Bellezas, las actualizaciones con los jueves, pero hay veces que pueden ser viernes o incluso sábado, aviso siempre por mis redes cómo va todo. Loviu y espero que sigan disfrutando a este par.

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Sam abrió los ojos al alba, suspiró, enseguida el cuerpo duro rodeándola por la espalda la hizo recordar lo ocurrido hora atrás. La mano de Kylian envolvía su abdomen y lo sentía respirar en lo alto de su cabeza de forma acompasada.

El aire marítimo se colaba por las ventanas entreabiertas, meciendo las cortinas de manera sosegadora. Su aroma estaba adherido a todo su cuerpo, a sus pulmones, a su piel. Su sien reposaba sobre su brazo flexionado.

Giró despacio y perdió la nariz en su bíceps para olerlo. Cómo le gustaba su esencia, la manera en la que la rodeaba, la marea bravía de placer que experimentaba cada vez que lo tenía cerca.

Los orgasmos habían sido incomparables a su lado, desconocidos, explosivos, pero el de la noche anterior no podía ni describirlo, simplemente la fragmentó para reinventarla.

No sabía qué hacer, iba dando cada paso sin pensarlo ni planearlo porque por mucho que quería no era calculadora o fría, como su ahora marido. Dejó salir el aire sin hacer mucho aspaviento. Su corazón dolía, ansiaba sentirlo suyo, sin el temor en medio, sin el acuerdo, solo porque eran un hombre y una mujer que se deseaban, que se... querían.

Cerró fuerte los ojos, sin moverse. Hubiese preferido no saber que él sentía algo por ella, que tan solo era un frívolo peón en su juego de poder, pero no era así, o no por completo.

Kylian se había mostrado en varias ocasiones, no ese hombre de negocios, inaccesible e impenetrable, sino el chico que sonreía con tonterías, ocurrente, inquieto, que necesitaba poco para divertirse, que disfrutaba de cosas nuevas, de moverse, de cuidar de sus plantas, tocar el piano, competir, jugar. Y conocer esa parte de él, dolía.

No había marcha atrás, ya era su esposa, él obtendría lo que quería, el paquete completo y ella... ella tendría que aprender a vivir con eso, sabiendo que su padre estaba con bien, que sería lo que el hombre que la arrastró a ese trato quería, que jamás podría conocer por completo a aquel otro por quien suspiraba, incluso soñaba, y anhelaba porque Kylian sabían esconderse bien y esa parte de su personalidad la guardaba con recelo tanto que dudaba si era real, si solo la inventó para apaciguarla y llevarla al punto en el que se encontraba.

Sin embargo, con todo y esos pensamientos intrusivos y dolientes, quería dejarse llevar, disfrutar el tiempo que mantuviera esas defensas bajas, sin nada que pudiera entrometerse entre ellos, por lo menos ese mes, decidió.

Cuando volvió a abrir los ojos, el sol estaba en pleno y se encontraba sola sobre la cama. Se volteó adormilada, sin tener idea de la hora, pero le importaba poco, entre el jet-lag, la boda, la tensión y... el sexo, no podía exigirse más, tampoco era de las que lo hacía, su energía siempre era desbordada.

Se frotó los ojos con suavidad, descansada, cuando percibió esa mirada sobre ella. Kylian estaba sentado en una silla, frente a la cama, observándola. Solo llevaba puesto un pantaloncillo claro de lino. Pasó saliva pestañeando desde su posición.

¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Lucía duchado, su cabello apenas húmedo, rizado y moviéndose debido al aire que lo despeinaba.

—Ronqué, ¿no es así? —murmuró nerviosa, pero disimulándolo.

Él sonrió negando ante sus comentarios, con las manos entrelazadas bajo su barbilla. Lucía más joven así, dulce incluso.

—Como un tren —le siguió la broma.

Solo para mí.  Serie Streoss I •BOSTON•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora