[ 18 ] - Arabia Saudita (Práctica)

701 52 18
                                    

La mañana en Arabia Saudita se desarrollaba con una serenidad que contrastaba con la intensidad que estaba por venir en el circuito. Lando Norris y Oscar Piastri, dos pilotos que compartían más que la pasión por las carreras en el equipo McLaren, se preparaban para la práctica matutina del 7 de marzo, el día que marcaría la segunda carrera de la temporada 2024.

El sol, resplandeciente en lo alto del cielo, creaba destellos dorados sobre el asfalto de la pista, mientras una brisa suave jugueteaba con las banderas de los equipos en el paddock. El McLaren, con su inconfundible color naranja, estaba estacionado en la entrada del box, listo para rugir con la fuerza de sus motores.

Lando y Oscar compartieron un gesto de complicidad mientras se dirigían al auto. Sus miradas hablaban de una conexión más allá de la competencia, de años de amistad y de un secreto que mantenían celosamente entre ellos. Mientras se colocaron los cascos y se acomodaron en sus asientos, el zumbido de la anticipación llenó el aire.

La práctica matutina se desplegó como una sinfonía de motores, cada rugido y cada frenada resonando en el circuito saudita. El McLaren, como una obra maestra en movimiento, se deslizaba con gracia por las curvas, dejando tras de sí estelas de velocidad y habilidad. La armonía entre los pilotos y el vehículo era palpable, una danza coreografiada por años de experiencia compartida.

La radio del equipo se convirtió en un canal de comunicación activo, con Lando y Oscar compartiendo datos precisos sobre el rendimiento del auto. Las estrategias se discutían con rapidez, cada uno confiando en el juicio del otro para tomar decisiones cruciales en la pista. La simbiosis entre ellos, tanto en el asfalto como en la radio, destacaba la fuerza de su conexión.

A medida que la práctica avanzaba, la confianza de ambos pilotos crecía. Cada curva superada, cada ajuste fino en la configuración del auto era un paso más hacia la preparación perfecta para la carrera. La pista de Arabia Saudita, con sus desafíos y rectas rápidas, se convertía en el escenario ideal para poner a prueba la destreza y el entendimiento entre el piloto y la máquina.

Sin embargo, en medio de la efervescencia de la práctica, una sombra de duda se posó en la mente de Lando. A pesar de la familiaridad con el McLaren, la presión de la competencia y la ambición de superar a rivales habían despertado una chispa de autocrítica. La sensación de que tal vez no sería capaz de alcanzar la cima del podio nuevamente flotaba en su mente.

Ya estaban fuera de sus respectivos autos, hablando con los técnicos y tomándose el tiempo de revisar unas cosas en ambos coches, estaban fuera de la práctica por un momento.
Oscar, notando el cambio en la expresión de su compañero, se acercó en un gesto de apoyo silencioso. La conexión entre ellos iba más allá de las palabras, y en ese momento de vulnerabilidad, Oscar simplemente apoyó una mano reconfortante en el hombro de Lando. La mirada entre ambos hablaba de una camaradería profunda, una alianza que trascendía la competencia y se sumergía en la complejidad de la vida secreta que compartían.

La práctica matutina, a pesar de los desafíos emocionales, continuó con la misma intensidad que empezó. La sinfonía de motores y el baile grácil del McLaren en la pista eran un reflejo de la dedicación y la pasión compartida de Lando y Oscar. La práctica del 7 de marzo se convirtió en una pieza clave de un rompecabezas que estaba destinado a desplegarse en el transcurso de la temporada 2024 en la Fórmula Uno.

Con el sol en su cénit y el rugido de los motores aún fresco en el aire, las prácticas llegaron a su fin en Arabia Saudita. Lando y Oscar, pilotos de McLaren que compartían algo más que la competencia en la pista, regresaron al paddock con una mezcla de satisfacción y anticipación por lo que vendría.

Mientras se quitaban los cascos y se despojaban del equipo, Lando rompió el silencio con una sonrisa — Esa fue una práctica sólida, ¿No crees, Oscar? El auto se siente increíble.
Oscar asintió, compartiendo la emoción de su compañero — Definitivamente, Lando. Parece que estamos en sintonía con el McLaren hoy.

El ingeniero del equipo se acercó para discutir los datos recopilados durante la práctica.

Mientras revisaban las cifras y analizaban las estrategias, Lando comentó con un tono juguetón — Oscar, creo que encontré un par de décimas de segundo extra en esa curva cerrada. ¿Quizás puedas darme algunos consejos?
Oscar, con una risa cómplice, respondió — Claro, Lando, pero solo si compartes esos secretos que tienes en 'esa' recta larga.

La atmósfera en el paddock se llenó de risas y bromas, una mezcla de profesionalismo y camaradería que caracterizaba la relación entre Lando y Oscar.

Mientras se dirigían a la sala de reuniones, Lando se volvió hacia Oscar — En serio, ¿Crees que podemos darle una sorpresa a los demás equipos en la clasificación?
Oscar, con una chispa de determinación en los ojos, respondió — ¡Claro que sí! Vamos a dar lo mejor de nosotros y mostrarles de lo que somos capaces.

La tarde avanzó con las discusiones tácticas y las revisiones de los datos de la práctica. Lando y Oscar, junto con el equipo McLaren, trabajaron en armonía para optimizar cada aspecto de su rendimiento. Mientras revisaban las simulaciones de carrera.

Lando dejó escapar un suspiro y comentó — Estoy deseando que llegue la clasificación, pero siempre está ese nervio previo.
Oscar, reconociendo la tensión en su voz, puso una mano tranquilizadora en el hombro de su compañero y dijo — Lo haremos bien, Lando. Confía en el equipo y en ti mismo.

Con la práctica del día concluida, Lando y Oscar se retiraron al motorhome de McLaren. En un momento de tranquilidad, el australiano le dijo a Norris — Sea cual sea el resultado, estoy agradecido de tener a alguien como tú a mi lado, dentro y fuera de la pista.

Lando sonrió y respondió — Lo mismo digo, Oscah... juntos, somos imparables.

La noche caía sobre el desierto saudita, pero la chispa entre Lando y Oscar seguía ardiendo.
En la penumbra del motorhome de McLaren, Lando y Oscar disfrutaban de un breve momento de tranquilidad después de las prácticas. La atmósfera estaba llena de complicidad y risas, un reflejo de la conexión única que compartían. Lando, con una sonrisa traviesa, se acercó a Oscar y le dió un beso suave.

En ese preciso instante, cuando la intensidad del momento estaba en su apogeo, la puerta se abrió con un chirrido y Logan Sargeant, el siempre oportuno amigo y compañero, hizo su entrada dramática — ¿Por qué siempre los veo cuando se están besando? — Preguntó con una ceja levantada.

Lando, rápidamente apartándose de Oscar, soltó una risa nerviosa — ¡Logan! No te esperábamos aquí, pero estás bienvenido...
Oscar, con una sonrisa cómplice, añadió — Quizás es porque siempre nos buscas cuando estamos solos.

Logan, con su característico sentido del humor, respondió — Bueno, siempre estoy listo para agregar un poco de drama a la historia. ¿Van a fingir estar ebrios de nuevo, o tienen algo más emocionante planeado?

Lando, jugando con la broma, dijo — Tal vez deberíamos considerarlo. Aparentemente, es una buena distracción.
Oscar, riendo, añadió — Pero en serio, Logan, no es lo que parece. Solo estábamos relajándonos después de la práctica...

Logan, mostrando una expresión más seria, se acercó a ellos y dijo — Bromas aparte, chicos, solo quería asegurarme de que estén bien. Y también quería decirles que los apoyo totalmente. Sea lo que sea que estén haciendo, cuenten conmigo para cubrirlos para cualquier cosa.

La sorpresa se reflejó en los rostros de Lando y Oscar. Lando, tomando la oferta con agradecimiento, comentó — Logan, eso significa mucho para nosotros. Pero, ¿Por qué estás tan dispuesto a ayudarnos?

Logan, con una sonrisa sincera, respondió — Todos merecen ser felices, ¿No? Además, he visto suficientes dramas en el paddock para saber que, a veces, uno necesita un poco de ayuda para mantener las cosas en privado. Solo tengan más cuidado, chicos.

La conversación se volvió más seria, pero la solidaridad entre los pilotos creció. Oscar, agradecido, dijo — Gracias, Logan. Es bueno saber que contamos con tu apoyo.

Logan se alejó con un guiño y una última broma — Solo asegúrense de que si vuelven a fingir ebriedad, lo hagan mejor que la última vez.

La risa resonó en el motorhome, marcando el final de una conversación inesperada pero apreciada por la pareja.
Mientras se preparaban para la próxima jornada en el circuito saudita, Lando, Oscar y Logan compartieron un vínculo más fuerte, forjado en la complicidad, la amistad y el apoyo mutuo en medio de las intrigas del mundo de las carreras.

Inefable. - Lando Norris & Oscar Piastri.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora