05: Cuando se sienten zarpados

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-Ey... despertate... Ana...
Abrí los ojos, escuchando la voz de Dani.
-Me estas aplastando el brazo, Ana.

Apenas reaccionaba. Estaba acostada en un colchón viejo y aplastando el brazo de Danilo con mi pecho. Pobre pibe.
Me senté en el colchón, se levantó y se tapó la cara con las manos por unos segundos.

-Me tengo que ir a Liniers y no traje la mochila anoche. Te veo má' tarde.

No me dejó responder cuando ya se dirigía al portón y se iba.

-Suerte, Dani. -susurré antes de volver a quedar dormida en el colchón.

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-¡La concha de tu madre! -oí un grito de Kiru. Me levanté asustada pero no lo vi por ningún lado. Solo minas en bolas, botellas de birra vacías, merca en la mesa y tubitos hechos con billetes.

Me dolía la cabeza, pero aún así me levanté. No tenía puesta mi campera así que la empecé a buscar. En esa búsqueda los demás empezaron a despertar y algunos a irse.
Seguí buscando mi campera hasta que la vi tirada en el piso, abajo de la mesa. Me agaché para levantarle y me la puse.

-Eu, Jorge, tengo que ir a dejar los paquetes. Despertate, flaco.

Por ahora me caía mal. Hablando y reflexionando llegue a la conclusión de que si, Jorge me quiere garchar y después de eso seguro me deja en paz. Pero tampoco quería eso si dejarme en paz significaba dejar de trabajar con él y Cochi.
Con un par de repartos sacaba para comer dos semanas con Rulo y me mantenía ocupada solo uno o dos días, aparte de eso Jorge se estaba portando muy bondadoso conmigo solo por ser "linda". Estaba en el paraíso y había pensado hasta decidir aprovecharlo, sin importar si me ganaba malas miradas de la China, era quien menos me importaba.

-Jorge dale, no sé dónde están los paquetes.

De a poco empezó a despertarse para reaccionar y levantarse.

-Ahora te los doy. Pasá. -dijo entrando a la casa, yo lo seguí. Abrió una mochila y le metió seis paquetes del tamaño de paquetes de harina. Seis kilos de merca en la mochila.

-Ahora te doy las llaves de una moto así vas y volves rápido. Son todas las mismas direcciones que la ultima vez. Ellos te dan la plata y vos te vas.

-Dale. -estaba por salir de la casa pero me tomó la muñeca. -Que pasa?

-Tomá. -se levantó la camisa y me dio su revolver. -Sabes disparar? -negué. -Cuando vuelvas te enseño, ahora al menos vas a asustar. Tomá las llaves y si se dá la situación, matá.

Salí de la casa con el revolver en la mano y lo acomodé en la pollera, me puse la mochila, abrí el portón y me subí a la moto para irme.

Era trabajo de una mañana repartir todo, pero ya era medio tarde. 

Cuando llegué a la segunda ubicación no había nadie. La casa a la que tenía que repartir estaba sola. Entré, chocando las manos para que me escuchen.

De repente una ventana se abrió y se asomaron dos abuelitas. Seguro me acordaba mal la calle y me había equivocado de casa.

-Ey nena, vení.

Las abuelitas me llamaron y me acerqué a la ventana. La última vez en esta casa me había encontrado a dos hombres.

-Vengo de parte de Cochi y Jorge. Es para ustedes el paquete?

-No hagas preguntas, corazón. Anda a buscar la plata, María.

La abuelita me habló por unos minutos cuando la tal María llegó con sobres con plata. Me dieron los sobres por la ventana y yo les di los paquetes, fácil. Lo difícil era tener que contar plata en un lugar así.

Veneno [Danilo Sanchez/Matias Recalt] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora