Veinte y Cuatro

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Las palabras de Meruem hicieron que el suelo temblara, una gran tormenta invadió el cielo y algo comenzó a surgir del suelo, Albus corrió a mi rescate, todos nos alejamos del centro, mientras que Meruem se quedaba justo ahí.

Del suelo emergieron algunas ruinas gigantes, y comenzaron a colocarse en lugares específicos, mientras tomaba forma me dio la impresión de que ya lo había mirado anteriormente, claro, en la visión de Grob, este es el altar donde sacrificaron a Agnus, mi cabeza dolía, creo que tantas noticias malas al mismo tiempo causaron que me diera migraña.

Me aleje de Albus, caminaba mientras analizaba cada detalle del altar de sacrificio, mi equilibrio fallo y caí al suelo, imágenes de recuerdos invadieron mi cabeza

🐉

-La única solución es entregar mi alma a alguien más - un humo ojo recorría los planetas alejándose cada ves de casa, paseaba por cada mundo desesperadamente buscando a alguien ¿pero a quién?

Un punto brillante apareció, el humo rojo comenzó a seguir el brillo y ahí estaba yo, me encontraba en la cama del hospital, mis rangos vitales disminuían poco a poco

- que alma más pura- se encontraba observándome y observaba mi vida atreves de mis ojos-tu alma tan pura y brillante la cual jamás se a enojado aún con esa maldición, esa alma me llamo y respondí a aquella luz, pequeña no temas y toma mi lugar te daré la vida que deseas porque me interesó tu luz- esas palabras, ¿Agnus?, ¿Agnus fue el dios que me trajo a este mundo?

-yo fui- la voz retumbo, una luz brillante apareció frente a mí y tomo forma humana, era ¿yo? - mi nombre es Agnus Celestial, soy la diosa de la ira- me quede helada- hace tiempo mi cuerpo fue sacrificado por una causa familiar y mi alma vagó durante años en búsqueda de un recipiente y te encontré a ti, de alguna manera herramos compatibles, pero no quise vivir en ti- eso me dio un alivio- sé que en estos momentos el mundo y mis hijos están pasando por una situación inesperada- demasiado inesperada- vine a otorgarte mi ayuda- me quede helada

- ¿a mí?

-somos compatibles en muchos aspectos, pensé en tomar tu cuerpo y ayudar a mis hijos y a el mundo- no sabía que decir, esta respuesta me había sorprendido más que nada

- ¿tomar mi cuerpo como recipiente? - ella asintió- ¿eso no aria que yo desapareciera? - se quedó callada, eso lo dijo todo- ¿para qué tu vivas yo tengo que morir, no es así? - ella tomo mis manos

- es el siclo de la vida- solté sus manos y la empuje

- no

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Abrí mis ojos, estaba en los brazos de Albus, estábamos cerca del altar, Mueruem estaba con la espada con la que mataron a Agnus y los dioses estaban atados en las paredes, eso incluía a la diosa del amor, al parecer ellos más bien Scott ya la había capturado anteriormente, Ares se encontraba en la mesa de sacrificio.

-Meruem no tienes que hacer esto- en la voz de Albus se escuchaba desesperación, sentía como me apretaba en forma de protección, quería hablar, pero no salía nada de mi boca, como si me hubiera congelado.

Meruem jamás dio señales de que odiara tanto a los dioses, creo que estaba metida demasiado en mi fantasía que quite las mínimas señales que me daba, Ares me decía que él no le caía muy bien, pero creí que era cosa nada mas de él, ignoraba que el dios de la guerra tiene un sexto sentido con la gente.

Meruem parecía demente, su expresión cambio, este chico no era el Meruem que yo conocía

-''la vida da y la vida quita'' fueron las palabras que todos me decían en el funeral de mi madre ''quizás orando a los dioses puedas volver a sonreír'' ''fue la voluntad del dios de la paz'' nadie nunca supo cómo me sentía de verdad, ore días y noches enteras para cambiar la forma de mi padre, para tener paz, pero nada sucedió, ahí fue cuando me di cuenta que si quería tener una vida diferente debía de cambiarla yo y no esperando un milagro de dioses que no escuchan y lo único que les interesa es su propio bienestar- las palabras de Meruem sonaron con rencor

En el  brillo de las llamas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora