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El intenso volumen de la música retumbaba en sus oídos. Las notas de aquella canción pop que se había popularizado salían ruidosas por los altavoces, acompañadas de las típicas luces estroboscópicas violetas, verdes y fucsias que, sumadas a la leve bruma empañando su mente debido al alcohol, le hacían sentir todo en cámara lenta.

Un sólido cuerpo contra él, una colonia fuerte cosquilleando su nariz, unos labios húmedos paseándose por su cuello. Sus ojos permanecían cerrados, luchando contra la sensación de mareo que quería hacerse presente. Una repentina mordida en su pulso justo detrás de su oreja le robó un jadeo, provocándole un subidón eufórico que le electrificó la piel.

Se apretó más contra la persona, echando su cabeza hacia atrás para darle más acceso a su cuello. Sus caderas estaban juntas y podía sentir la semi-erección presionando su muslo. Manos fuertes bajaron por su espalda hasta dar con su culo, tirando de él mientras un chupón era dejado en su cuello. No se molestó en reprimir un gemido por la sensación de esos dientes y lengua sobre su piel.

Enredó sus dedos en el cabello del otro y jaló su cabeza, encontrándose con ojos vidriosos y brillantes, su expresión destellando deseo.

—Sácame de aquí.

Una mano tomó la suya y apenas respiró un poco de aire nocturno fresco tras salir de la discoteca cuando ya se encontraba montado en un taxi, la mano de su acompañante descansando en su muslo mientras él aprovechaba para cerrar los ojos un rato.

A partir de ahí todo fue un borrón. La bajada del taxi, la caminada a trompicones hasta el apartamento, el momento en que se desnudaron. Fue lo suficientemente consciente para tenderle un condón antes de empujarlo al sofá y sentarse a horcajadas de él, besando por su cuello y su pecho mientras que agarraba la polla de su acompañante y la colocaba entre sus mejillas, sin perder el tiempo con preliminares. Subió y bajó sin dejar que entrara, sonriendo al ver el rostro contrario fruncirse, su tono enlazado con exasperación.

—Vamos, no juegues.

Rio en voz baja y finalmente enganchó la cabeza en su entrada, suspirando mientras la gruesa polla se deslizaba dentro de él. Envolvió sus brazos alrededor de los hombros del otro y no esperó para empezar a moverse, marcando un ritmo constante y profundo.

A medida que su acompañante jadeaba y sus manos apretaban su cintura, luego bajando a sus caderas para agarrarlas con fuerza y ayudarlo en su movimiento, más sentía el calor arremolinándose en la parte baja de su abdomen. El sudor humedecía ambos cuerpos, haciendo que los mechones se pegaran a sus sienes a medida que aceleraban el ritmo de las embestidas. Los gemidos de ambos se entremezclaban en el silencio del apartamento y cuando las caderas de ambos comenzaron a corcovearse, con movimientos rápidos y descoordinados, sabían que estaban por correrse.

—Mierda, Jeongguk- déjame besarte.

Jeongguk le miró con ojos entornados, su boca entreabierta mientras jadeaba y acariciaba su pene—. No... sabes que nosotros no hacemos eso.

Las caderas se estrellaron rápido contra su culo, alcanzando profundo dentro de él, presionando contra su próstata con insistencia. Sus ojos rodaron y sus dedos se curvaron cuando finalmente se corrió, sintiendo a su acompañante quedarse quieto dentro de él pocos segundos después antes de que sus caderas volvieran a su lugar sobre el sofá.

No dijeron nada mientras recuperaban la respiración y bajaban de la pequeña nube de éxtasis flotando en sus cabezas.

—¿Por qué no?

Jeongguk parpadeó un par de veces, intentando enfocarse en el rostro delante de él. Por más que quisiera, no pudo leer su expresión, demasiado cansado y acalorado. Tan solo tenía ganas de darse un baño e irse a dormir.

cherry smoke : jinkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora