~Oportunidades y secretos. ~

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Hazbin Hotel no me pertenece, es propiedad de Vivzie Pop (Vivienne Medrano), yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia. 

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La respiración entrecortada reemplazó el molesto zumbido estático en sus oídos, Alastor probó entonces el sabor metálico de su propia sangre en su lengua al limpiar el rastro del líquido que se deslizaba desde la cortada abierta en su ceja y bajaba por su mejilla.   

—¿Eso es todo? —el ángel exterminador siseó con una voz distorsionada debido a su aparente emoción, sin tratar de enmascarar su sarcasmo y prepotencia—. La basura del infierno no es nada para nosotros… incluso tú —hundió aún más la punta de su lanza al costado del demonio—. Admito que has sido un pequeño percance en nuestra misión de exterminio, pero nada de lo que no podamos encargarnos. Esconderte como la escoria que eres no te ha servido de nada. —la expresión holográfica en la máscara de Lute parecía casi demencial. 

Aún así, con el arma celestial incrustada en él, Alastor no apartó en ningún momento la mirada de su ejecutora ni borró su característica sonrisa del rostro. No le daría esa satisfacción ni le haría saber o pensar que era ella quien tenía el control en esa situación. 

Internamente el demonio de la radio supo que no podría ganar esa batalla, a pesar de ser un Overlord, la escala de poder en cuanto a los celestiales eran considerablemente abismal… esos hijos de perra eran prácticamente una amenaza indestructible para sus existencias en el infierno. Ningún señor del inframundo en su sano juicio se atrevía a salir durante las exterminaciones anuales. 

Entonces ¿Cómo fue que llegó a esa situación? 

La respuesta más obvia fue… una cacería. O para ser más exactos, eso parecía un plan orquestado por alguien de ahí arriba con el único fin de darles caza a diestra y siniestra sin importar qué. 

—¿Misión de exterminio? Oh, querida… esto es una cacería desvergonzada —a pesar de su malestar y agitación por el dolor punzante del arma en su carne, Alastor mantuvo ese tono confiado y casi juguetón de antaño al dirigirse a la infame criatura—. Supongo que el señor misericordioso, el responsable de todo esto…  no es tan diferente de nosotros después de todo. En realidad… ninguno de ustedes lo son, pobres criaturas. 

Los ojos de Lute se abrieron en incredulidad ante las palabras y el descaro de su presa, sabiendo a la perfección de quién estaba hablando el demonio. ¿Cómo se atrevía? Y en todo caso, lo que más la molestó fue esa comparación vil sobre la horrible naturaleza sanguinaria y detestable de los demonios con su deber divino y celestial. 

—Deja de blasfemar —sacó su lanza de un solo movimiento del cuerpo de Alastor, provocando más desgarramiento en su carne y un gruñido contenido—. Pensaba darte una muerte rápida y misericordiosa, pero cambié de opinión… voy a arrancarte la lengua y a descuartizarte lentamente mientras gritas de agonía. —la sonrisa holográfica se ensanchó mientras levantaba su arma en señal de amenaza. 

—A eso me refiero, encajarías perfectamente en este lugar —Alastor respiró hondo y satisfactoriamente después de soltar su afirmación. El ángel exterminador que se cernía sobre él lista para atravesarle el pecho y su marchito e inexistente corazón no lo hizo temblar. 

Pero, sabía que el tiempo se le estaba acabando y tenía que salir de ahí antes de que sus poderes se agotaran por completo; esa perra celestial y loca lo había debilitado y necesitaba recuperarse de ese surrealista estado de mierda en el que lo dejó. 

La única respuesta de Lute ante semejante atrevimiento fue un gruñido y la promesa tácita de una muerte inminente al empuñar con fuerza su arma totalmente lista para su ataque. 

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