𝟬𝟮 | TWO, peculiar boys

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SECOND ACT, TWO : chicos peculiares

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SECOND ACT, TWO : chicos peculiares

    —Una figura apareció en la parte de atrás de tu collar.

    —¿En serio? —pregunté, confundida. Él asintió con la cabeza mientras volvía a acomodar mi cabello en su lugar, y yo, para comprobarlo, también miré la parte trasera de su collar—. Pues tú también tienes una. ¿El juego tratará de adivinar la figura que tenemos detrás?

    —¿Y cómo lo haremos, si no tenemos ojos en la parte de atrás de nuestra cabeza? —me cuestionó Chishiya, comenzando a subir las escaleras para llegar a la parte de arriba de la prisión.

    —Pues alguien más tendrá que decirnos. Por eso es de corazones —le sonreí ladinamente, caminando a un lado de él—. Confianza, Chishiya.

    Él soltó una risa nasal, guardando sus manos en los bolsillos de su chaqueta y poniéndose su capucha.

    Al llegar al primer piso del lugar, notamos que habían unas cuantas personas. No habían demasiadas. Todavía quedaban cierta cantidad de collares en la mesa cuando subimos. Pero tener algo metálico alrededor del cuello y estar encerrados en una prisión no me ponía cómoda para nada.

    Cada quien estaba en un lugar correspondiente, en un área circular. Nadie decía nada, todos encogidos y pegados en su lugar. Chishiya y yo tampoco compartimos palabras al encontrarnos con los demás jugadores. Unos curiosos sonidos salían desde una de las celdas, cosa que me hacía carraspear mi garganta de vez en cuando para obligar a mis oídos a escuchar otra cosa.

Dificultad: Jota de Corazones.

    Empezó a ser anunciado el juego cuando todos los jugadores terminaron de llegar.

Juego: Confinamiento.

Objetivo: deben adivinar el palo de la parte trasera de su collar.

    Lo sabía.

    Siempre estoy un paso adelante, supongo.

Sin embargo, no pueden ver su propio palo.

El límite de tiempo es una hora.

Cinco minutos antes del final, entren a una de las celdas y adivinen cuál es su palo.

Si no aciertan, el juego terminará para ustedes.

Cuando el tiempo se acabe, sus collares explotarán y ustedes morirán. Además, los palos cambiarán en cada ronda.

    —Solo tenemos que pedirle a alguien que nos diga nuestro palo, ¿no? Será fácil —un chico nos sonrió a ambos, intentando despreocuparnos, aunque ni Chishiya ni yo estábamos particularmente preocupados.

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