De pequeño, Oskar era mi tío favorito. Nunca fue un hombre muy agraciado, con su incipiente calva y sus dientes torcidos, pero sabía cómo ganarse el aprecio de un niño. Como el más joven de los hermanos de mi padre, apenas rozaba los treinta y fue mi compañero de aventuras durante la mayor parte de mi infancia. Siempre que necesitaba a alguien que me ayudara a encubrir mis travesuras, ahí estaba él. Y yo no era el único que lo apreciaba de sobremanera: la abuela siempre estaba más dispuesta a perdonar sus locuras antes que las de cualquiera de sus otros hijos.
Cuando Oskar nos contó que Frida, su novia desde el instituto, estaba embarazada de su primera hija, toda la familia se volcó para que a mi futura prima no le faltara de nada. Vi a Rose una sola vez, dos días después de su nacimiento. Era una niña regordeta y alegre, a pesar de estar dormida la mayor parte del tiempo. Recuerdo que sus mejillas sonrosadas me llamaron la atención porque pensaba que estaba enferma. La tía Frida se estuvo riendo de mí hasta que nos marchamos del hospital.
Una semana después, Rose desapareció sin dejar rastro, dejándonos a todos conmocionados. La policía no averiguó nada. A todos los efectos, era como si Rose nunca hubiera existido. Yo solo tenía trece años por aquel entonces, pero supe ver con claridad el cambio que sufrieron mis tíos a lo largo de los siguientes meses. Discutieron, mi tía acabó pidiendo el divorcio y, al día siguiente, mi tío se marchó de casa para no regresar jamás.
Al menos, hasta hoy.
El hombre que sigue esperando en la puerta, un fantasma a todas luces, se parece más al chico travieso que jugaba con mi yo infantil. Está evitando por todos los medios sonreír, como si eso ayudara a normalizar su regreso. En cuanto se percata de mi bote de helado tirado en el suelo, me mira y me guiña un ojo. Aun así, su postura no es relajada. Sigue moviéndose de un lado a otro y soy capaz de detectar lo tensa que se le ve la mandíbula.
—¿Oskar...? ¿Qué...?
Esa es mi madre. Mi padre es un poco menos sutil y agarra a su hermano por el pescuezo. Después, lo levanta unos pocos centímetros del suelo para meterlo dentro de la casa, mientras con la otra mano recoge su bolsa de viaje. Oskar parece sorprendido, aunque no debería estarlo, teniendo en cuenta que mi padre siempre ha sido mucho más grande que él. Sus ojos se abren aún más si cabe cuando, en lugar de lanzarlo por los aires, mi padre lo abraza con fuerza.
—¿Se puede saber dónde narices te habías metido, hermanito?
De repente, la certeza de que soy un intruso en esta escena me asalta. Yo debería estar en mi habitación, comiendo helado y llorando mientras veo Titanic en el portátil. De puntillas, procedo a recoger el bote del suelo y a continuar mi camino. Sin embargo, el carraspeo incómodo que le escucho a mi tío me detiene.
—No... no voy a quedarme mucho tiempo. Es más, no esperaba encontraros aquí. Me gustaría hablar a solas con mamá. ¿Dónde está?
Giro la cabeza hacia ellos. Mi padre mantiene la mano sobre el hombro de mi tío, con el ceño fruncido.
—¿No has venido por su cumpleaños? Te acordabas de la fecha, ¿verdad?
—Eh...
Ambos se quedan en silencio unos segundos. Al final, es mi padre quien lo rompe.
—¿No recuerdas el cumpleaños de mamá?
El tío Oskar se sonroja. Los bíceps de mi padre se tensan y empiezo a notar el ambiente más pesado.
—Escucha, necesito hablar con ella. Es importante.
Por suerte, antes de que mi padre pueda responder, mi madre coloca una mano sobre su pecho e interviene.
—Sea lo que sea, va a tener que esperar a mañana. Greta cenó hace un par de horas y ahora está en la cama.
—Pero...
—Ni peros ni peras. Suficiente ha sufrido la pobre mujer como para despertarse con sustos como este.
Tanto mi tío como yo pegamos un respingo. No es normal escuchar a mi madre en un tono tan serio, casi enfadado, aunque no puedo culparla. Es como mínimo sospechoso que mi tío se haya presentado en mitad de la noche, después de diez años sin ver a la familia, y que ahora le entren las prisas para ver a la abuela. Aun así, el rostro de mi madre vuelve a suavizarse.
—Justo íbamos a cenar. ¿Te gustaría unirte? Hay pavo.
—En realidad, creo que preferiría irme a dormir ya. Mi habitación...
Mis padres se giran hacia mí con brusquedad. Hace cinco años que me cedieron la habitación de Oskar para darme más privacidad. Sonrío con incomodidad y trago saliva. Mi tío me dirige la mirada con una ceja enarcada a la vez que mis padres toman una decisión sin consultarme.
Parece que esta noche no voy a poder llorar todo lo que me gustaría.
***
Palabras totales: 806
Vaya, vaya. Parece que el tío Oskar está un poco raro... Ya veremos cómo se van desarrollando los acontecimientos.
Quiero aprovechar que con esto ya casi hemos llegado a las 2000 palabras de la primera fase del ONC para haceros una pregunta. De los tres disparadores, ¿cuál diríais que es el que está más presente en estas primeras palabras? Os estaré leyendo :)
¡Hasta el próximo capítulo!
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Entrelazados [#ONC 2024]
AventuraDespués de una larga relación, el novio de Álex ha decidido cortar con él sin explicación aparente. Ahora, dos meses después, lo último que quiere Álex es irse de viaje, y menos para ir a Alemania a celebrar el cumpleaños número noventa y ocho de su...