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—¡Amo Sesshomaru! ¡Espere, por favor!

Jaken, el pequeño demonio verde, iba montado en Ah-un, un dragón pequeño de dos cabezas, siguiendo a un hombre que levitaba sobre el bosque espeso.

La luz del atardecer era lo único que alumbraba el cielo morado de la época antigua, mostrando al demonio con su luz dorada a la aldea cercana y a la intocable naturaleza a sus pies. Él iba sin inmutarse hacia la aldea que se avecinaba para entregarle a una pequeña niña, la dulce Rin, un kimono nuevo que Ah-un cargaba.

Sesshomaru tenía el cabello largo plateado, un flequillo dividido en dos por el centro, tez blanca, ojos color oro, orejas puntiagudas, uñas afiladas como garras. Él tenía marcas por ser demonio: una media luna azul en la frente, los parpados de color morado y dos franjas del mismo color en los costados de la cara. Vestía un yukata blanco con adornos rojos en el hombro izquierdo, una estola blanca, un peto negro cubierto con un pañuelo amarillo y violeta utilizado como cinturón y sostenido por una hombrera fina con púas de metal separada del hombro izquierdo por algunos centímetros, y calzaba zapatos negros.

Se había acercado lo suficiente a la aldea y tenía que dejar a Ah-un en alguna parte, así que descendió en picada al bosque, a las orillas de un lago, y con Jaken pisándole los talones. Descendieron con suavidad, y Sesshomaru fue tan ligero como una pluma cuando toco el suelo. El obediente Jaken tomo al paquete que tenía el kimono nuevo de regalo para Rin, y siguió sin rechistar los pasos lentos de Sesshomaru.

—Amo Sesshomaru ¿Por qué no va volando hacia la aldea? —Pregunto Jaken con voz chillona—... ¿Es por cómo esa tonta sacerdotisa lo llamo la otra vez, amo?

—Cállate—dijo Sesshomaru fríamente, sin voltear.

Kagome, la reencarnación de la sacerdotisa Kikyo y quien ahora es la pareja del medio hermano de Sesshomaru, lo había saludado la última vez a él llamándolo «cuñado», algo que disgusto notoriamente al demonio. Sesshomaru solo viajaba variadas veces a aquella aldea para asegurarse del buen crecimiento de Rin y siempre le llevaba obsequios, y tener que lidiar con la presencia de Kagome y de su irritante hermano Inuyasha era bastante molesto para él.

La tranquilidad era palpable en el bosque y, al parecer, los demonios estaban alejados de la aldea por el poder espiritual de Kagome que los mantenían a la raya. Sesshomaru y Jaken caminaban juntos en silencio, como era de costumbre, y no había ningún sonido a excepción del agua corriendo en el arroyo.

«Este olor...» pensó el hombre. Sesshomaru miro de reojo al arroyo y vio algo de lo que Jaken no se había percatado: sangre. El agua inodora corría al lado contrario de donde iban ambos y tenía algunos chorros de sangre roja y oscura mezclados con ella. A él no le dio importancia a esa sangre, simplemente continuaba caminando y, si era algo peligroso, lo vería pronto. Se estaban acercando al ser que derramaba la sangre en la corriente.

Un sonido en el agua provoco que Jaken se alarmara y volteara.

—¡¿Quién eres?! ¡Responde de inmediato! —Ordeno el pequeño demonio—¿Qué...?

Sesshomaru también volteo su cabeza para ver quién era.

Un rostro había subido hasta la superficie del agua y ascendió hasta tener los hombros afuera. Los ojos lilas penetrantes tenían un brillo violeta inhumano e intimidante para Jaken, que se escondió tras la pierna de su amo. Pero Sesshomaru no movió ningún musculo y miraba con indiferencia a la joven.

Los cabellos turquesas caían como una cascada y se perdían en el agua mientras que el cabello cercano a su rostro se estampaba en los contornos de la cara de la chica. Su piel blanca era incluso más pálida que la de Sesshomaru y tenía algo anormal en ella: en su hombro se podía apreciar unas cuantas escamas verdes agua sobresalir. Y eso no era todo, pues, en lugar de tener orejas, entre su cabello resaltaban aletas del color de su piel.

DEMONIO ﹙ sesshomaru. ﹚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora