જ 🖇 : Sarah ,, pov.
─¡Quiero a todo el puto equipo de médicos ahora mismo, moviéndose nenitas porque como la palme alguno de mis agentes juro por el puto dios que me encargo de tirar abajo este puto hospital! ─Resuena por las paredes blancas esa voz imponente que siento haber escuchado mucho antes.
Entre la tiniebla de mis pensamientos me dirijo con lentitud hacia la multitud estruendosa que se abre paso interrumpiendo las silenciosas paredes del hospital. Me encamino con curiosidad, mientras acomodo mis mechones de pelo detrás de la oreja.
Al llegar encuentro a mis demás compañeros atendiendo rápidamente a un grupo de policías heridos, algunos inconscientes y uno que otro con una pérdida de sangre notoria en sus pieles.
─Rodríguez, qué gusto me da verte, por favor ayúdame con algunos de los policías. -Habla Castro, la directora del hospital.
─Seguro. ─Respondo cortamente mientras me dirijo dubitativa sobre a quién atender, tal que si leyeran mis pensamientos, la doctora Castro me saca de mi ensoñación.
─Encárgate de Isidoro y Gustabo, ya los han llevado a las camillas.
─Sí claro, en camino.
Al llegar me encuentro con dos personajes que parecen ser de quienes debería encargarme, por suerte ambos aún están medio conscientes y me acerco rápidamente a ellos observando por encima las heridas que tienen, mientras busco mi material de trabajo escucho la voz de uno de ellos detrás de mi espalda.
─Buenas tardes, doctora. ¿Cómo se llama? ─Y antes de que pudiera siquiera formular una respuesta, me corta de inmediato─. Yo soy Isidoro Navarro, de mi pueblo, el más guarro.
Ruedo los ojos mientras suelto un suspiro, acercándome primero a aquel muchacho pelinegro de mirada coqueta y voz profunda que parecía raspar su garganta. El otro, en cambio, permanecía inquietante, una mirada vacía y cubierto de una atmósfera extrañamente entrañable, sus ojos, azules como el mar parecían querer atravesar la cabeza de su compañero al notar su evidente coqueteo.
Analizo de cerca la situación, de su hombro brotaba una cantidad pequeña de sangre, su uniforme había sido retirado para poder trabajar con tranquilidad, y al terminar me alejo un poco, poniendo ambas manos en mi cintura.
─Fue un roce superficial, nada serio que afecte de manera notoria en su trabajo. He limpiado y desinfectado la herida, aunque igualmente se ha llevado unos pequeños 3 puntos, ya sabe, mis próximas indicaciones serán que si presenta molestia o dolor tome un paracetamol o un ibuprofeno de 500 mg.
─Pues yo siento que me duele muchísimo. La única forma de que me deje de doler es si usted me pasa su número de teléfono. ─Dice con un tono atrevido mientras me muestra una sonrisa que deja ver sus impecables dientes blancos.
Ignoro su comentario mientras me encamino hacia el rubio, que al verme, esboza una pequeña sonrisa que al final a parecido más una mueca de vergüenza, quizá por su compañero.
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¡Doctora! ¿Cómo puedo curar un corazón roto? | Gustabo García.
FanfictionAlgo en ella causa una intriga creciente en él, un revuelco de emociones que se acumulan en su interior. Ella parece tan fría y distante, pero a la vez tan cálida y cercana que sus sentimientos encontrados son algo por descubrir. Él, ella, ellos...