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Suguru comenzó a darse cuenta de que Satoru acostumbraba a pararse más cerca de él cuando la gente que no conocía se acercaba para hablar con Suguru, esto también en se extendió a las chicas del colegio e incluso mujeres que les doblaba la edad y pedían ayuda con cosas mundanas.

Recuerda mis palabras, Suguru —dijo Satoru—. A las mujeres mayores les gustaría que planchemos lo que tienen arrugado.

Suguru recuerda haber golpeado a Satoru en el hombro con fuerza mientras se reía, demasiado contento con la reacción que sacó de Suguru.

Suguru cree que el albino debe pensar que está siendo sútil, y en su defensa, lo es, fue simplemente gracias a Ieri que le terminó prestando más atención a lo he hacia, pues simplemente señaló que Satoru se pegó a él en una ocasión, confirmando así lo que Suguru creía haber visto.

No le molesta, en su lugar, lo encuentra divertido.

Es decir, que Satoru sienta que deba dar señales de que Suguru está fuera de línea ess, honestamente, bastante inútil. Aparentemente, toda su dinámica da a entender que son mucho más que amigos (incluso si Suguru no lo sabía) o al menos más cercanos, y eso hace que la gente dude antes de intentar hacer algo que termine avergonzandolos.

Nanami e Ieri creen que las personas deben tener una confianza que rivalice contra la de Satoru y Utahime dice que las personas deben tener un gusto de mierda como para intentar ligar con el albino.

(—¿Por qué? —Había preguntado Suguru.

¿Qué, no es obvio? —Utahime lo había mirado con una ceja arriba—. Quien quiera que esté dispuesto a soportar su carácter de mierda debe estar jodidamente loco.

Suguru hizo una mueca.

O bien, demasiado desesperado.).

Además, Suguru cree que no siempre hay personas que quieran coquetear con él. Honestamente, él sabe que es atractivo y trata de ser amable todo el tiempo, pero si lo ven junto a Satoru, Suguru está seguro de que toda la atención se irá hacia el albino.

Sería más específico pero Suguru no quiere ir en espiral acerca de la apariencia de Satoru porque aunque no lo diga en voz alta Satoru es bastante capaz de saber cuando alguien lo elogia y su ego ya está bastante inflado, aunque Suguru esté trabajando en ello.

De todos modos, le parece bastante cómico que Satoru no sea bastante audaz al querer dejar en claro que Suguru no está disponible, después de todo, es Satoru.

Por ejemplo ahora, Satoru está prácticamente pegado a él mientras avanzan por los pasillos del supermercado en busca de los ingredientes para un platillo que Ieri sugirió hacer mientras esten en su casa. Han sido detenidos un total de cinco veces por señoras de distintas edades (solo dos eran abuelitas, y un así Satoru se pegó a él) que les piden ayuda con las cosas que se encuentran en los estantes más altos.

Suguru, de nuevo, no puede entender porqué Satoru acorta la distancia entre los dos en este tipo de ocasiones pero no cuando las mujeres jóvenes se acercan.

—Satoru, por el amor a los dioses, hazme espacio —Suguru le pidió sin ser grosero—. Vas a hacer que me tropiece.

Y no era mentira, si Satoru se acerca medio centímetro más a él, hará que sus piernas se enreden y caiga al suelo.

—Entonces deberías estar más atento a donde pisas, Suguru~ —canturreó Satoru con una sonrisa.

Suguru lo golpeó suavemente en el hombro y negó con la cabeza, después se dio la media vuelta y comenzó a caminar hacia el área de las frutas y verduras, donde tenía que conseguir...

¿Satoru y yo..?  | SATOSUGU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora