CAPITULO 28

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La mañana siguiente, Augusta observó el inusual hambre con que Sabrina comía el desayuno. También a pesar de que se había arreglado y peinado como siempre observó ojeras oscuras bajo sus ojos.Era obvio que no había descansado la noche anterior. La ama de llaves no creía en las casualidades y con el sheik viviendo nuevamente cerca de ellos, daba por sentado que Sabrina paso la noche con él.

La viuda tenía varias diligencias por lo que ni bien acabó su comida se marchó al centro del condado dejando a Augusta pensativa y molesta por qué una vez más debía guardar sus preguntas. 

Ya en la calle principal , Sabrina se dirigió a una tienda de sombreros pues  tenía que retirar un pedido para Priscilla. En el interior de la sombrerería dos mujeres charlaban con el encargado animadamente, aunque ni bien la vieron entrar se callaron. Eran Amelia Durkham y otra mujer a quien ella no conocía pero bastaba verlas para saber que eran la misma clase de arpía. 

—Que placer verla , señora Kenworth— dijo Amelia, lisonjera. La otra también la saludo. La viuda se limito a responder el saludo y luego abordo al encargado para darle las señas de su pedido.

—Se la ve radiante, la felicito, su cambio de aspecto le sienta muy bien— continuó Amelia mientras el hombre iba a buscar el paquete de Sabrina . 

—Gracias, usted también luce muy bien.

Amelia volvió a conversar con su amiga y muy deliberadamente soltó : 

—Supe que el sheik Said Al- Faddel ha vuelto al condado… ojalá nos invite a tomar el té. ¿Está contenta con su vecino , señora Kenworth o sigue causándole repulsión cómo en el principio ? 

Sabrina, que ya tenía su paquete en mano, las miro de soslayo. Su cara lucía un suave rubor por la rabia que le provocaba que el nombre de Said estuviera en los labios de aquella mujerzuela. 

— Es un excelente vecino.Ahora sí me disculpan,estoy apurada, que tengan un buen día— Salió de la tienda y  llamo a su chófer que esperaba apostado cerca de la puerta, el hombre le ayudo con los paquetes y ella subió en seguida. Ya dentro del coche suspiro aliviada aunque confundida por su propia reacción a los comentarios venenosos de aquellas mujeres. 

No era un secreto que el sheik había pasado una temporada rodeado de las más exquisitas bellezas del condado en la misma cama donde ahora le hacía el amor. Súbitamente , Sabrina se descubrió celosa de aquellas que tuvieron la atención de Said y se sintió asfixiada. Nunca había sentido celos por un hombre.

Algunos días más tarde, mientras Said y Tahir retomaban el cuidado del jardín, divisaron a Sabrina y los niños llegaron con varios paquetes. Nataly y Fred parecían muy animados y la joven viuda le pidió al chófer que los ayudará con lo que quedaba en el coche. En ese momento, Mostafa, quien volvía a ayudarlos con una pala contempló la escena y declaró : 

—Hoy es el cumpleaños de la señora Kenworth,  lo supe hablando con su ama de llaves. Ella estuvo  preparando un pastel toda la noche. 

Said soltó las tijeras de inmediato y furioso tomó al muchacho por el cuello de la camisa. No podía creer que no lo mencionara hasta ahora.

— ¿Y cuándo pensabas contarme muchacho idiota ?¿ Mañana?!

—Lo siento, sheik Said no pensé que usted tuviera interés en…

— En mi futura esposa por supuesto. Nunca pregunte cuando cumplía años pero es bueno saberlo— afirmó Said visiblemente molesto —Ahora terminen ustedes de hacer los trasplantes. Debo ir a buscar un regalo decente para la señora—

Dicho esto último, Said se dirigió a su sótano, dónde algunos Arcones de su tesoro estaban guardados desde que pisó suelo inglés. Abrió el más pequeño y echó un vistazo a los anillos de esmeralda , rubí o diamante. Pero obsequiar un anillo en el cumpleaños le parecía fuera de lugar. Continuó revisando y encontró varios collares de oro y plata,ninguno apropiado para la belleza de Sabrina. Al fin, a punto de renunciar a ese cofre ya tocando el fondo de la madera encontró un broche con el emblema familiar, la serpiente y la peonia un hermoso adorno  de tamaño mediano pero resplandeciente con  pequeñas piedras de esmeralda en la serpiente y rubí en la flor que pudo imaginarse adornando el escote de Sabrina en cualquier ocasión. Este era el obsequio correcto.

La Elegida del SheikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora