Cap. 12

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El azabache caminó entre las calles para llegar a un parque, sabía que el cobalto se escondería allí. Normalmente lo hacía cuando solían tener sus peleas.

Se acercó al árbol que había cerca, y si, el cobalto estaba allí.

Estaba sentando apoyando al árbol, abrazaba sus piernas y ocultaba su rostro en ellas. Incluso parecía estar sollozando.

El cobalto sintió que algo le cubría la espalda.

—Hace mucho frío esta noche, debes entrar en calor.

Miró a su costado y era su esposo, quién se sentó al lado suyo. Le había puesto su chaqueta sobre su espalda.

Recibió a cambio un ligero golpe en su brazo, claro que se quejó por el golpe.

—¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo y venir a hablarme como si nada?! —confundido—, es que no te entiendo. No te creí y te pedí el divorcio, ¡¿como te atreves a venir a busca-

El azabache lo calló pegando sus labios.

Sin duda ya esperaba besar a su esposo, y sentir que estaba en las estrellas.

Se separaron y el cobalto lo miraba bastante sonrojado, si algo le gustaba, era que su esposo le besará desprevenido.

—Lo único que quería era hacerte entender que yo nunca en mi vida me atrevería a engañarte. Qué siempre fui inocente y caí en una trampa —lo sostuve de las mejillas—, debo admitir que me duele que no me hayas creído, pero entiendo que fue por que Ela se aprovechó de tus inseguridades.

El cobalto no era capaz de verlo a los ojos, puesto que se sentía arrepentido de no haberlo creído.

—Mejor de una vez divorciate de mí... soy un mal esposo... porque te traté de lo peor y lo mejor es que te separes de mí. Además, ella espera un bebé tuyo, no quiero entrometerme.

—No voy a firmar ese papel, y no pienso hacerlo y jamás lo pensaría. Porqué lo único que quiero es a tí, te quiero aún como mi esposo.

—Shadow... no se si sea capaz de esto. Pero no... por favor... solo firma el maldito papel y olvidémonos de esto.

El cobalto le entregó su chaqueta al azabache y se levantó dispuesto a irse, pero fue detenido por su marido, quién lo sostuvó del brazo.

—No Sonic, ya te lo dije, no voy a firmar ese papel.

—Shadow es lo mejor, para tí y para... —suspiró —, por fin podrás tener una familia. La familia que yo no te pude dar.

Se soltó del agarre.

—Al menos póntelo, hace mucho frío esta noche —estrechó su chaleco.

—Shadow yo no se-

—Por favor —suplicó.

El cobalto no tuvo de otra que aceptar el chaleco de su esposo, se lo pusó ese mismo instante, para después ser cargado como tanque por su esposo.

—¡Shadow, bajamé! —ordenaba mientras golpeaba la espalda de este.

—No se si lo sabías, pero el anillo me da derechos —respondió con una sonrisa coqueta.

—¡Bajamé! ¡Shadow! ¡Bajamé ya!

El cobalto no dejaba de intentar soltarse, incluso golpeaba la espalda del azabache, quien no soltaba ningún quejido.

Avanzó con él en su hombro hasta llegar a unos arbustos, y lo dejo caer allí con mucho cuidado.

—Shadow, ¿que te pasa? —aun seguia molesto.

Por ende el azabache se apartó un poco, el cobalto se levanto y su esposo le tiró una ramita en el rostro.

•Hasta El Fin•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora