No era un día como cualquier otro, iniciaban las vacaciones, pero el mes no dejaba dilucidar un prometedor descanso veraniego, por el contrario uno aburrido y helado. Ese día, bien por mi pereza o por algún otro factor el aire se sentía pesado sobre mis hombros y se metía espeso por mi nariz. El cielo plomizo declaraba a esa hora lluvia temprana y desde la ventana del bus poco se distinguía porque los vidrios se estaban empañando.
Podría haber comenzado mi verano descansando, durmiendo tanto como creía me merecía y sin embargo debía acompañar a mi hermano mayor a un control médico. Yo era la hermana menor, pero siempre tuve que ser más que eso y significar cierto pilar de equilibrio dentro de la familia.
El bus serpenteaba en el camino de mi casa a la ciudad, un camino difícil lleno de curvas cerradas y el cementerio de aprendices a conductores. Una mujer de edad llevaba a dos niños y presumía lo ansiosa que estaba, llenando de elogios su destino pero mayor atención no le preste. Solo escuchaba el molesto y chillón sonido de su voz, era como una mosca que hablaba y hablaba.
La lluvia comenzaba a caer como pelusas, sin embargo el chofer presionaba con fuerza el pedal del acelerador. Las voces de todos hablando con todos llenaba el bus, mi hermano comenzaba a ponerse conversador, la radio subió de volumen y la voz de un hombre anunciaba un accidente en alguna ciudad que no era la mía así que mayor atención no le preste. De pronto la radio se silencio y el bus entero también.
El chofer nos miró y con voz preocupada dijo que iríamos más lentos desde aquí, que pasaba algo más allá en el camino y por tanto no recogería más pasajeros. No hubo quejas pero si extrañeza por el comunicado, sin embargo, nadie dijo nada más y comenzamos a movernos lentísimo por el camino rural.
No paso mucho tiempo cuando el bus se rodeó de personas que caminaban pausadamente. A muchos nos pareció extraño pero a mucho otros no les importo y entre ellos a mi hermano.
La mujer comenzó a reír y a hablar más fuerte que nunca, mientras las siluetas difuminadas por las empañadas ventanas se multiplicaban. Eran demasiados un peregrinajes de cientos de personas, la carretera estaba invadida de ellos, avanzando lentos pero sin detener el paso. Alguna celebración de un culto que no me enteré, suele suceder en vacaciones en que los días festivos son discretos porque precisamente las vacaciones son una festividad extensa.
-Última parada antes de la ciudad, – dijo el chofer – quien quiera salir que lo haga bajo su propia responsabilidad.
¿Bajo su responsabilidad? ¿Qué está pasando?
Y toda la gente se puso de pie incluyendo a mi hermano. "No" dijo la mueca dibujada en mi rostro "no" repitió sosteniéndole del hombro. Había algo que me perturbaba afuera del bus, la gente se comportaba de una forma extraña. La mujer de voz de mosca sostenía en sus brazos a los dos niños quienes la miraban con extrañeza, sus ojos confiados cedieron ante la fuerza de esta mujer y al momento ya expresaban la misma emoción que ella. La mujer ya no reía pero si en su rostro llevaba una mueca exagerada e inmóvil dejando ver una sonrisa tan grande como podía tenerla, los ojos de la mujer miraban la nada y caminaba a empujones con los demás. Mi hermano ya estaba de pie y yo no podía sostenerlo era como si toda la fuerza que guardaban sus cuerpos hubiese sido expulsados de ellos. La puerta retráctil del bus se abrió mientras el chofer del bus me hacía un gesto que interprete como un "déjalo ir". Restregué mis manos en el vidrio, quitando la humedad para lograr observar el exterior y en él esperando en la fila había tantos ojos como pude contar y tantas sonrisas perdidas esperando a los que estaban descendiendo del trasporte.
Vi como mi hermano sonriente y con paso calmado se les unía empezaba a tocar la misma sinfonía de sus pasos. Por muy extraño que fuera esto para el mundo enloquecido que me rodeaba ahora, yo no parecía feliz y el chofer cerró la puerta. Me levanté y sorprendido me miró, luego me sonrió aliviado, pero como sonríen las personas normales.
ESTÁS LEYENDO
Sonríe
HorrorCuento. Era el principio de las vacaciones y ella viajaba hacia la ciudad con su hermano. Algo raro pasa en el exterior del bus, la gente pierde la razón y en sus caras una sonrisa forzada y grotesca se apodera de todos. Solo ella sigue cuerda, mie...