Seungmin empieza su último año de universidad y espera con ansias terminar sus estudios para por fin casarse con su prometido, Minho.
Sin embargo, un problema en el edificio de su facultad lo ha obligado a cambiar de habitación y conocer a quien ser...
"¡Oh Dios mío, líbrame de mis enemigos! Ponme en lo alto, lejos de los que se levantan contra mí. Líbrame de los que hacen iniquidad, y sálvame de hombres sanguinarios. Porque he aquí, han puesto emboscada a mi vida, hombres fieros se conjuran contra mí, no por trasgresión o por pecado mío."
---Salmo 59---
✝️✝️✝️
El padre termina el sermón del día y nos despide no sin antes darnos la bendición de Dios.
Venir a la iglesia siempre me hace sentir más liviano y feliz.
Tomados de la mano, Minho y yo decidimos caminar un rato antes de volver a la universidad, después de todo apenas son las 11 de la mañana.
—¿Recuerdas nuestra primera cita?
Sonrió de inmediato, por su puesto que lo recuerdo, fue hace casi tres años justo en el mismo parque por el que estamos pasando en este momento.
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—¿Cómo olvidarlo? Nunca había estado tan nervioso en mi vida.
En cuanto tomamos asiento en una banca Minho me rodea la cintura con su brazo acercándome a su cuerpo.
—Si, te sudaban las manos.
—¡Minho!
—No pasa nada, yo también estaba nervioso.
—¿Porque me invitaste a salir en primer lugar? Apenas y habíamos hablado antes y eso que compartíamos clases de inglés desde que entramos a la universidad.
Recuesto mi cabeza en el pecho de mi prometido dejando que tome una de mis manos para jugar con ella mientras vemos a las personas pasear.
—Llevaba semanas observandote en silencio, sabía tu nombre porque algunos chicos hablaban de ti, me daba curiosidad conocerte.
Suelto una pequeña risa.
—¿Así que solo me veías como un bichos raro que estudiar?
—No, eras diferente, a pesar de lo que otros decían a tus espaldas e incluso frente a ti, a ti no te importaba y comenzaste a gustarme.
Me gusta cuando conversamos sobre esto porque en realidad me ha contado esta historia cientos de veces, a ambos nos gusta recordar como surgieron nuestros sentimientos de vez en cuando.
—En ese tiempo siempre cargaba mi biblia ¿recuerdas?
—¿Cómo podría olvidarlo? Fue gracias a eso que te hablé por primera vez, dejaste tu biblia en el salón de clases y tuve que buscarte por medio campus para devolvertela.