Luces... blancas.
Olor... limpio.
Pasillos... blancos.
Paredes... también blancas.
Ropa... celeste.
Estoy... ¿En una camilla?
Estoy en... ¿Dónde estoy?
- Su pulso es nor... 65 latidos por se... ¿Le damos más insu...
¿Por qué escucho así?
Solo logro escuchar seguidamente las ruedas de la camilla de hospital, que a decir verdad no es para nada cómoda.
- Espere a llegar a la habi... no estamos seguros de su diag... aunque de segu... perdió mu... sangre.
Y... ¿Nada más? No escucho nada más, ni tampoco veo. Solo logré ver las luces blancas que estaban arriba de mí por momentos, porque me hacían no querer abrir más los ojos en décadas y milenios con esa luz tan potente y horrible para cualquier hospitalizado. Y no pude ver mucho más. Después de las luces, solo escuché cosas. Cómo a la enfermera que estaba a mí izquierda hablando con el que supongo que será mí médico de cabecera por éstos días. O a la camilla chirriando mientras va por los pasillos del hospital. O cómo... a mí madre.
Solo la escuché, pero no sé cómo. No la escuché llorar, es obvio que no lo hiba a hacer y menos por mí. Pero tampoco la escuché hablar... la escuché, ¿Gritar?¿Qué me habrá gritado?
¿Qué hice?
No me interesa.
Pero... ¿Estoy viva?
- Chica... ¿Estás despierta?- la pude ver. ¡La ví! Es una enfermera, y creo que es la misma de antes porque tiene la misma voz que la que le estaba hablando al médico.
- Chica... chica...- me dice mientras me toca dolorosamente el brazo izquierdo- ¿Estás bien?
- Mmm...- abro los ojos de a poco, sin perderme ni un pestañeo. Observo todo. La habitación es espaciosa, está limpia y en casi perfecto estado, debido a los cables que están conectados a... ¿Mí brazo? Joder. Con razón me dolió que me tocara ahí. Hay una silla vacía a mí lado derecho, de un color grisáceo. Estoy tapada hasta el ombligo con una sábana finísima, y tengo todos los antebrazos vendados, los dos por igual. Creo que ya sé que hice. Si, lo intenté. ¿Soy tan inútil para ni siquiera poder suicidarme? Dios, me doy pena. No quiero saber nada... pero está tonta no deja de hablar.
- Tienes un pulso normal, no te preocupes. Aunque ahora te vas a tener que cuidar por qué perdiste sangre, no te puedes levantar tan rápido de cualquier lugar, toma mucha agua...- que se calle. ¡No la aguanto más! ¡Y eso que hace 5 minutos que empezó a hablar!
No me tomo el tiempo de escucharla, por qué simplemente no me interesa lo que me está diciendo, son términos y cosas médicas que no me importan nada. Nada. Pero por
educación no le digo que se calle aunque quiera que se vaya. No quiero que piense que soy una mal educada. Y también por qué siento mí garganta demasiado seca para hablar, siento que si intento hablar no voy a poder. Ya estoy despierta, ya vi todo a mí alrededor, ya vi las dos ventanas que están a mí derecha una al lado de la otra, que hacen que entre una luz espléndida a la habitación blanca. Con unas cortinas blancas. ¿por qué tanto blanco?- Ya voy a avisarle al doctor que despertaste, por qué es seguro que vamos a tener que hacerte unos estudios.- me dijo la enfermera mientras me miraba. Luego se fue caminando hacia la puerta de la izquierda. Le intenté decir algo, pero solo me salió un carraspeo horrible de la garganta. Un gallo con todas las plumas. Y aunque seguro si me escuchó, supongo que me ignoró. Ahora me cae peor. Y se sierra la puerta. Me quedo sola. ¿Otra vez? No, se ve qué no. Tocan la puerta y no sé quién podrá ser, aunque es un poco obvio que es la enfermera. O no.
- ¿Se puede?- escucho su voz y me entra una ola de tranquilidad solo por saber que es ella. Es ella. ¡Es ella!
- Perdon...- lo único que me sale, después de verla ahí parada por unos 7 segundos. ¡Mierda, justo ahora que le tendría que explicar todo!
La veo. La veo mirarme con una pequeña sonrisa que me transmite calma, va vestida con unos jeans azul oscuro, XXL. Una remera de tirantes negra. Su pelo rubio tan descuidado pero extremadamente hermoso brilla con tan solo la pequeña luz que tengo arriba. Se me salen las lágrimas de no sé qué, cuando ella tendría que estar llorando, no yo.- Ey Renn, no, no llores por favor.- Camina hasta mí lado izquierdo, para abrazarme con sus delgados brazos, que no se sintió nada mal. Y yo... me desplomo en sus brazos. No puedo parar, no puedo parar de llorar, no puedo con ésto... es mucho...
- No pasa nada, ya estoy aquí, tranquila... No vengo a echarte culpas encima. Aunque no quiere decir que no me hallas asustado... pensé que no te vería más...- me destroza escucharla llorar con su voz tan delicada y fina, verla llorar, como ya tantas veces lo a echo, me recuerda a... tantas cosas...
- ¡Perdón..! perdón Sophi, snif, snif , de en serio. Es que ya no sabía que hacer... estoy cansada- con cada suspiro la aprieto más contra mi hombro y torso. Me siento terrible. Sácame de aquí, por favor.
Se sienta en la silla de mí izquierda, y me sigue mirando con esa cara bonita que me hace querer llorar más.
- No me tienes que explicar, snif, nada. Lo que importa es que estás bien, viva, ahora mismo. Deja de llorar... por favor, que por suerte no te moriste...- nos reímos, por qué siempre que me pasaba o le pasaba algo con el tema peligro hacíamos ese chiste de, "todavía no te moriste", pero sigue siendo un chiste sin gracia para mí.
- Jajajaja, igual ya sabes que no creo que sea suerte absolutamente nada, no digas que no. Es un chiste muy malo.- le doy a entender. Dios, ¿Por qué no la puedo mirar a los ojos?
Aunque tampoco creo en dios.- No importa, sigue siendo nuestro chiste. Te amo, no lo olvides. Te juro que cuando me mandaste ese jodido mensaje te odié por un segundo. Y te juro que en mí cabeza, mientras lloraba sonaba de fondo "don't jump" ¡Jajaja! Si me hubieras visto...- me dijo mientras se tocaba y revisaba sus uñas, algunas rotas y otras medio largas.
- No me jodas, ¡Jajajajaja! ¿De enserio? Cómo eres, te odio.
- Yo te odio más, Jajajaja.- otro chiste nuestro.
No quiero que se valla.
Quédate. Conmigo. Solo conmigo...
- Joder... la enfermera no sabe que estoy aquí, creo que tengo que irme, no quiero que me encuentren aquí. Te dejo un beso, mua, y un abrazo...- dijo. Me dió un abrazo y yo no la quería soltar. Pero la tenía que soltar
- Estás loca, Jaja, ¡Snif! mira cómo me dejas...
Y la veo irse por esa maldita puerta que me separa del exterior. Pero no la dejo de amar aunque esté lejos, aunque la necesito.
Me siento muy adolorida, me duele la cabeza, me arden las venas y las vendas. Quiero dormir pero pero no puedo. No paro de pensar en lo estúpida que soy, en todos los perdones que le debo a Mateo y a Sophia. ¿A alguien más?
A mí madre.
¿Mí madre?
¡Joder mí madre, me va a matar más de lo muerta que estoy!
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𝑷𝒂𝒕é𝒕𝒊𝒄𝒂
Non-Fiction"Me siento estúpida, sola y completamente patética, ¿Por qué me dejaste sola, justo ahora, cuándo más te necesito?¿Por qué? no quería que te vayas... ¿Qué hago sin ti? nada. Tu eras el único que estaba aquí... ¿Por qué te fuiste?" ...