Capitulo 99

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(Intenté dejarles un capítulo +18 pero no me salió, así que quiero aprovechar para disculparme con todos aquellos que lo esperaban. Ahora sí, lean pues)

Arthur yacía en la cama rodeado por cinco dormidas mujeres, miraba el techo recordando lo sucedido anoche. Suspiró pesadamente, aunque se sentía de maravilla, fue demasiado agotador.

Aunque, estaba bastante feliz. Su primera experiencia fue con cinco mujeres, cualquiera estaría celoso.

Pero también se sentía frustrado... Frustrado porque si alguna de ellas comenzaba a mostrar síntomas, tendría que hacer aun lado su trabajo temporalmente.

Alejandra y Emilia habían estado de acuerdo en que él no debía hacerse cargo si no quería, pero Arthur no estaba moralmente de acuerdo con ello. Si bien no les propondría matrimonio, al menos se aseguraría de que estuvieran bien.

Alejandra... Bueno, no estaba en el plan pero al menos podría ser un buen peón. Arthur desconocía la totalidad del poder de la santa iglesia. Teniandola de su lado podría ahorrarse posibles problemas.

Si ella no los convencía de que no le tocasen los bajos, al menos podría convencerla de algún modo que le diese información sobre ellos.

Soltó un suspiro pensando en las cosas que tenía que hacer, se levantó y salió de la cama intentando no despertar a nadie. Salió al balcón solo con sus pantalones y tuvo una vista espectacular de la capital.

El sol todavía no había salido por completo, pero se veía como se aclaraba el horizonte poco a poco. Arthur podía ver toda la capital, se sentía como si estuviera entre un piso 10 y 20.

Pensó por un rato hasta que escuchó pasos detrás suyo, sorprendente mente se trataba de Emilia.

—Buenos días, cariño. —Emilia sonrió mientras hablaba bajito.

Arthur forzó una sonrisa cuando la escuchó decir eso.

—¿Por qué me miras así? Ahora soy tuya. Si no actuó como tal se sentirá incómodo más adelante. —Dijo mientras lo abrazaba por la espalda.

Arthur la miró preguntándose qué pasaba por su cabeza realmente. El sistema la marcaba como aliada, eso quiere decir que ella está a su completa disposición. Si ella fuera neutral hacia él estaría marcada como gris.

Parecía contenta, o más bien tranquila. Arthur suspiró un poco pensando que quizás estaba exagerando las cosas.

Este es otro mundo y las personas actúan y piensan diferente como consecuencia.

—¿Realmente estás de acuerdo con esto? —Arthur quería sacarse todas las dudas de la cabeza.

Emilia lo miró, pensó por un momento en que decirle cuando una cálida sonrisa apareció en su rostro.

—Bueno... antes de conocernos pasaba la mayor parte de mi vida aprendiendo como ser una buena esposa y esperando a que mis padres eligieran con quién debía estar... Cuando me capturaron pensé que mi vida se convertiría en un infierno y temí por lo que me podría pasar. Pero al contrario de mis expectativas, en Orley conocí una libertad en la que ni en sueños podría imaginar...

—¿Síndrome de Estocolmo? —Se preguntó Arthur internamente.

Emilia sonrió suavemente, luego miró a Arthur con el ceño fruncido.

—Todavia te odio por la humillación de aquel día, ¿tienes idea la cantidad de veces que pensé en matarte por ello? Tienes suerte de que supiera cuan estúpido habría sido hacerlo.

Arthur se rascó un poco la nuca y se disculpó, y la verdad es que sí, lo normal sería que quisiera matarlo.

—Ya te dije que no confío en las palabras, si quieres demostrar que lo sientes, tienes que hacerlo, no decirlo.

Rey De Reyes - Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora