¡Bonjour!
¡Buena lectura!
- Inés, debes realizarte estudios en la clínica -dijo con suavidad- yo me encargaré de todo, no te preocupes.
Aunque intentaba trasmitir tranquilidad, en el fondo Victoriano tenía ganas de tomarla en brazos y salir corriendo al hospital para que la revisaran y saber con certeza el estado en el que se encontraba.
- ¡No! -fue la respuesta de Inés- ya estoy aceptando mi destino y si voy a morir, prefiero hacerlo en la paz de mi hogar que en un cuarto de hospital, conectada a esos horribles cables.
Victoriano la abrazó con fuerza, sintiendo tanta impotencia.
- Por favor, Inés -suplicó- no es momento para que te pongas terca. Necesitas ir a que te examinen, debemos saber cuál es la situación real de tu estado de salud.
- ¡No pienso someterme a esos estudios interminables, dolorosos y horribles! -se mantuvo firme- ya te dije que voy a esperar aquí a la muerte.
Victoriano optó en guardar silencio, por el momento sería mejor flexibilizar el tema.
Pasados unos minutos, debido al cansancio y a su debilidad, Inés cayó en un sueño profundo.
Victoriano aprovechó para comunicarse con Diana.
- Victoriano -saludó la mujer, al otro lado del teléfono- ¿Cómo sigue Inés?
La amiga esperaba una respuesta simple, como que solo era exceso de trabajo lo que hizo a Inés tomar un descanso. Lastimosamente Victoriano tenía otra noticia.
- Diana... dime. ¿La has notado rara estos días? -preguntó con intención de determinar desde hace cuánto Inés ocultaba su estado.
- Bueno... la he visto un poco pálida y algo cansada -respondió- es que trabaja demasiado, yo creo que está estresada.
- Ojalá se tratara de eso -manifestó desde lo más profundo de su ser- Diana, tengo la sospecha de que Inés tiene una recaída... creemos que el cáncer ha vuelto.
Diana quedó obnubilada ante la noticia.
- No puede ser... Victoriano, ella ya estaba curada... no... no lo entiendo -susurró con voz temblorosa.
- Diana, lastimosamente el cáncer es así -hubo un silencio entre ambos, hasta que el hombre continuó- voy a cuidarla y trataré de convencerla de que vayamos a la clínica. Inés, se niega a acompañarme, dice que acepta la muerte y prefiere morir en casa.
Diana comenzó a llorar y antes de colgar rogó al doctor que cuide de su amiga, también le recordó que podían contar con ella incondicionalmente.
Horas más tarde, Victoriano subió a la habitación con una bandeja de sándwiches y una jarra de jugo de durazno.
Inés seguía durmiendo, el hombre depositó la bandeja sobre la mesita de luz y con cuidado la despertó.
- Cariño, necesitas alimentarte. No has comido nada... -le dijo con suavidad.
Inés se retorció entre las sábanas, negándose a comer.
- Inés, te lo ruego...
Al escuchar la voz de Victoriano a punto de quebrarse, Inés accedió a incorporarse en la cama para que el hombre le acercara la bandeja.
- Yo voy a comer contigo -la animó mordiendo un sándwich antes de acercarlo a la boca de Inés- solo un poco.
Para su sorpresa, la comida le pareció estupenda al paladar de Inés, de modo que la mujer se lanzó sobre las sándwiches devorandolos con auténtico placer.
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¿QUIÉN ME HA ROBADO EL MES DE ABRIL?
RomanceEsta historia la había publicado ya por el 2018 más o menos, solo que bajo el nombre de: "Una mirada que fue mentira" y la verdad que la idea de lo que iba escribiendo me encantaba, hasta que no tengo idea del porqué lo convertí en algo totalmente d...