Tiempo

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Había olvidado que ese día era su cumpleaños.

Bushida caminaba de la mano con su hijo, Itsuki. No era la primera vez que lo olvidaba, desde que cumplió cuatro constantemente olvidaba fechas importantes, los días transcurrían demasiado rápido para recordar una fecha tan específica. Por eso, desde que cumplió cuatro, Itsuki le recordaba cada mañana qué edad tenía. Se había vuelto una especie de ritual.

Podía ver unas cuantas nubes cubrir el cielo, pero el sol no dejaba de irradiar energía, justo como su hijo. Itsuki era tan alegre y cálido, contrastaba mucho con la personalidad seria y directa de Inoue. Eso la hacía sonreír, ella habría dicho que la vida le había mandado la felicidad en forma de Itsuki. Desde aquella "charla" con aquel tipo había estado melancólica.

—¡Mamá, llegamos! —advirtió su hijo apuntando a su pastelería favorita. El viaje había sido corto.

Al entrar una campanita anunció su llegada. La encargada de la caja sonrió cuando los vió llegar.

—¡Buenos días! —Exclamó el niño acercándose al exhibidor y observó los deliciosos pasteles.

—¡Cuánto tiempo Bushida! Pero si es el pequeño Itsuki ¡Mira qué alto estás!

Itsuki sonrió con sus mejillas rosadas e irguió la espalda, la encargada soltó una estruendosa risa.

—Dime, ¿qué se le antoja al cumplañero el día de hoy?

—¡Quiero ese pastel de fresa! —Exigió mientras señalaba uno de los pasteles exhibidos.

Inoue sonrió.

—Una rebanada de pastel de fresa y una de tarta de limón, por favor —Pidió a la encargada.

—En seguida.

Mientras la encargada servía sus pedidos, Bushida observó a su hijo buscar el asiento en la pastelería, encontró uno cerca de un ventanal y se sentó a esperar a su madre.

Bushida se distrajo un momento para recibir los pasteles y cuando se dió vuelta vio a alguien desconocido sentado en la mesa con su hijo. Sus alarmas inmediatamente saltaron y se acercó rápidamente.

Su sangre se congeló al reconocer al extraño.

—¿Y por qué usas un bastón? No eres un abuelo —Escuchó decir su hijo, mirando con curiosidad al extraño.

—¿Esto? Me lo hice peleando con un hombre malo —Respondió acercándose para susurrar de forma dramática—. Él quedó peor.

Itsuki rió y finalmente se dió cuenta que su madre estaba detrás.

—¡Mamá! —Itsuki levantó su mano con alegría—. Mi mamá también pelea con hombres malos.

El extraño volteó para encontrar la mirada de Bushida.

—Que gran coincidencia —Osomatsu le dirigió una sonrisa a Inoue. Su pulso se aceleró con terror.

[ . . . ]

Le explicaron que tenía algo llamado hipoacusia neurosensorial, el daño era irreversible. Ahora entendía el problema, no era que no escuchara nada, directamente había perdido la capacidad de percibir sonidos.

Todo estaba extrañamente tranquilo, se quedó solo en la habitación una vez el doctor salió. No podía moverse mucho, las fracturas de su cráneo seguían sanando y debía mantenerse en reposo. Al menos por un par de semanas.

Soltó un suspiro y miró sus manos, tenían ligeros moretones pero nada más, todo el daño se lo había llevado su cabeza.

—Esto es una mierda —Pudo saber que eran sus propias palabras por las débiles vibraciones que sentía en su garganta.

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora