Capítulo 35

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— ¡Hyunjin!, ¿qué carajos?

El alfa frunció el ceño ante el repentino grito de su omega. Le extrañó, dado que Felix no solía alzar la voz con él y mucho menos maldecir.

— ¿Lix, amor? ¿qué sucede?

Fue a su encuentro rápidamente cuando el lazo le transmitió nerviosismo y enojo naciente.

Encontró al rubio de pie frente a la mesa de la cocina, con una bata que había empezado a utilizar para aplacar el frío y los brazos cruzados sobre el pecho. Desprendía un aroma avainillado picante, espeso, como si quisiera saltarle a la yugular en el primer movimiento.

— ¿Acaso no ves esto? — señaló delante suyo, justo sobre el lugar dónde solía comer.

— No, dulce, no sé a qué te refieres — frunció el ceño mientras escaneaba con rapidez la superficie en busca de alguna deficiencia.

— ¡Dejaste todo lleno de migajas, alfa! — bufó exasperado — ¿no te dije que debías limpiar cuando terminaras de desayunar?

Siguió con la mirada al colérico omega que caminaba de un lado a otro con un trapo en la mano y pasos furiosos. Estaba estupefacto. Sí, admite que olvidó por completo limpiar la mesa, pero era algo que se podía arreglar con un simple comentario o llamado de atención, justo como solían hacerlo, pero no, Felix estalló de un momento a otro.

— ¡Todo debo hacerlo yo! todo, todo... aquí, limpiar y ordenar, en el cuartel, el maldito papeleo y controlar a los alfas idiotas que creen que tienen más autoridad que yo. ¡Estoy harto!

Y eso fue suficiente. Se desplazó a grandes zancadas hasta quedar delante del pequeño hombrecito. Envolvió sus brazos con fuerza y lo apretó contra su pecho, llenándolo al mismo tiempo de fuertes feromonas posesivas.

Felix al principio luchó un poco por separarse, pero terminó rindiéndose cuando aceptó lo mucho que necesitaba ese abrazo. Se aferró con sus pequeñas manitos a la espalda ancha y suspiró en un vil intento de contener el llanto que se avecinaba.

— Ya está, Lix... tranquilo — murmuró entre sus cabellos para luego besar la bonita marca — debes relajarte un poco, ¿está bien? lamento mucho haber olvidado limpiar las migajas, prometo prestar más atención la próxima vez, pero tampoco puedes exaltarte de esa forma.

Lo sintió olisquear en su cuello en busca de más aroma, por lo que liberó un poco más para lograr terminar de relajarlo del todo. Fue esa acción, cree el alfa, la que desató el llanto del pequeño agente.

El lobo de Hyunjin estaba vuelto loco dentro de su pecho al sentir los espasmos y gimoteos de Felix. Realmente no sabía qué sucedía y necesitaba que las cosas se calmaran en ese mismo instante.

— Lamento haberte gritado... — murmuró Felix entre sollozos mientras se limpiaba la nariz con una de las mangas de la bata — no sé qué sucede, alfa...

— Ya no llores, omega, te prometo que todo estará bien. No estoy enfadado.

— Es que... — sorbió su nariz y continuó — me enojo, grito, y después eso me hace sentir tan mal.

— Lo sé, cariño — acarició sus mejillas antes de besar la punta de su nariz — Ahora relájate, ve al nido en lo que termino aquí y luego podemos ver una película o algo así.

— Está bien, alfa.

Negó con una sonrisita de lado cuando lo divisó corretear por el pasillo que conectaba las habitación. Sin embargo, un pequeño nudo se instaló en su garganta por lo ocurrido. ¿Qué le estaba sucediendo a su omega?

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