Capítulo 23

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Enamorarse de un alfa diez años mayor que ella, nunca había sido un problema para la omega más codiciada de la academia de detectives. Ella, pudo considerarse una mujer feliz, a pesar de los conflictos que tenían todas las parejas.

Ambos, eran consumidos por un amor muy pasional, y bastante intenso. La sensación de una necesidad constante por poseer al otro estaba presente en todo momento. A pesar de eso, ellos, no estaban destinados a estar juntos. Lo que actuaba en ellos, era amor. No era el destino.

Al momento en el que cumplió veintiún años, se casó con él, y fueron a vivir a un pequeño, pero confortable departamento. Uno, en el cual iniciarían su vida.

Los primeros meses de aquel matrimonio, habían sido los mejores en la vida de ambos. Sexo, sexo y más sexo, y claramente, entre tanto sexo, siempre existía la posibilidad de procrear. Es así, como el matrimonio Choi, le daba la bienvenida a su única hija. Una pequeña omega, de cabello negro, y labios de corazón.

Eran felices, pero como nada es eterno, el espejismo de felicidad comenzó a caer por su lado. Ella, ya no se sentía llena junto a un alfa al cual no amaba realmente. Su calentura no le había permitido ver, que el sentimiento que operaba constantemente en ella era el miedo.

Siempre se llenaba del miedo que le producía el regreso de aquel alfa al hogar, o en los momentos de tensión, que comenzaban a crecer entre ambos. La relación, nunca había sido algo constructivo o sano. Después de todo, la calentura, se mataba, y el libido sexual, podía ser aumentado por cualquiera.

Lo que menos pensaba esa joven omega, era que el hombre que le juraba amor eterno fuera capaz de engañarla con sus compañeras de trabajo. Lo había pillado de la manera más descarada posible, y el alfa, había tenido la descendencia de negarlo.

Esa noche, frente a una pequeña Jisoo de ocho meses, recibió su primera golpiza. Su marido, la dejó inconsciente por más de veinte minutos. Recibió puntos, y una licencia que tuvo que extender por un mes. Era el comienzo de una pesadilla.

Cada vez la situación era más y más insostenible. Los insultos, los golpes, las humillaciones comenzaron a ser parte de la vida de esa omega, que temía por su vida.

La gota que rebasó el vaso fue la noche previa al día que cambió sus vidas para siempre.

La mujer que había perdido la vitalidad que tanto la había caracterizado en su vida, lloraba desconsoladamente. Tenía marcas de dedos por todos lados, y su nariz sangraba a más no poder. Ella sabía que necesitaba ayuda, pero su hija, era el único motivo por el cual continuaba en esa casa.

Podía reclamarle de todo a su esposo, pero algo que nadie podía negar, era su buen desempeño como padre. Jisoo, adoraba al hombre que le dio la vida, y ese hombre, de acciones repudiables, amaba a su hija. Se había prometido ser el mejor padre del mundo, por todo el daño que causaba a las personas a su al rededor. Nunca le haría daño a su hija.

Después de curar sus heridas, caminó hasta la habitación, en la cual yacía el pequeño cuerpo de Jisoo. La omega menor, dormía tranquilamente. Se había prometido a sí misma, nunca mostrarle esa faceta a su hija, del hombre que tanto amaba y admiraba.

Su vida sin Jisoo, no tendría el mínimo sentido, pero tenía que salir de ese hogar, o terminaría muerta. Ella, no era bienvenida allí, en cambio Jisoo, era la única persona que podía estar segura en las garras de ese alfa. Estaba cien por ciento segura, de que nunca le haría daño a su hija, porque notaba el amor que le tenía, y aunque le doliera admitirlo, anhelaba un poco de ese amor y respeto que recibía únicamente su hija. Si las cosas fueran diferentes, ella, podría estar segura en esa casa.

INFILTRADA - JENSOO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora