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Era un hombre maduro, no podía dar las cosas por sentadas y mucho menos después de haber sobrevivido a un divorcio, era claro que no podía darse ese lujo de soñar alto y creer que las cosas estarían bien a partir del momento en que las cosas se aclararon entre SeHun y él. La relación que tenían de alguna manera era prohibida y debían estar ocultos, amarse entre las sombras y ser felices bajo un techo que jamás contaría el secreto.

No le hacía muy feliz bajo las nuevas circunstancias en las que estaba su relación y de hecho, era hasta cierto punto patético, ¿Cómo era posible que dos hombres adultos temieran a la ex mujer del otro? Era hasta cierto punto cómico. Han sonrió enternecido cuando una arruga se formaba en la frente de su amado SeHun que parecía enojado de pronto y es que de hecho estaban teniendo un desacuerdo ese día; había sido más fácil dejar el coche estacionado en el edificio de Yixing, esa tarde tomó un uber y se dirigió al departamento del masajista usando una sudadera que cubriera su cabello.

El masajista al llegar y verlo desnudo en el sofá no pudo contener su deseo. No esperó ni un segundo para dirigirse a dirección de su cuerpo, asegurando primero su boca e invadiendo con su lengua el interior de esta; el castaño cerró los ojos y se dejó guiar por el masajista pues había tomado su cuerpo y en brazos lo llevó a la habitación donde cada tarde desbordaban pasión y lujuria. Después de la noche de borrachera en el bar se dio cuenta que nunca debió de privarse del placer que solo SeHun le podía brindar y por eso no dejó que ningún pensamiento negativo le impidiera estar con la persona que amaba.

— ¿Ni un hola? — Preguntó Han cuando el chico dejó su boca para desnudarse como él ya lo estaba.

— Es lo que debería preguntar yo, llego a mi casa y te veo desnudo, es increíble como siempre logras acabar con mi poca paciencia.

El mencionado sonrió mientras se recostaba de espaldas completamente sobre la cama, recargando su cabeza sobre las almohadas y observando a detalle como el hombre se deshacía de cada prenda. Han debía esperar, sí, pero también deseaba abrirle las piernas y provocarlo. Nunca lo había hecho pero estaba muy caliente como para evitarlo, su cuerpo tembló ante la anticipación y bajo la mirada de su masajista personal abrió las piernas para darle una mejor vista.

La respiración del hombre semidesnudo se estancó ante la imágen tan bella de su desnudes, el rosado anillo de su entrada anal siendo expuesto y Dios, Han comenzó a masturbarse, de arriba a abajo mientras que con la boca semiabierta soltaba jadeos y suspiros que terminaron endureciendo más al chico que a distancia lo observaba. Han se dedicó a autocomplacerse masturbando su propia erección y es que ser observado había sido en verdad algo muy caliente. SeHun no quería privarse de ello pero mientras más veía, menos control de sí mismo tenía por lo que decidió ir por él y terminar con la agonía.

SeHun detuvo al chico tomando su mano, haciéndolo reaccionar de inmediato y provocando que se avergonzara de sus actos, pero lo que no sabía es que SeHun lo único que quería era tocarlo él mismo. Comenzó a masturbarlo y con una sonrisa confiada habló.

— ¿Cómo puedo permitir que te complazcas solo? Aunque verte me puso muy duro, déjame hacerlo por ti.

Han aliviado dirigía la mirada a la erección de su chico, confirmando de hecho que estaba muy duro, pero de pronto jadeó ante las atenciones de las manos del masajista, parecía que sabían exactamente qué hacer con su pene y Dios, vaya que lo agradecía.

Estuvo a punto de correrse y es que el hombre mientras lo masturbaba lo observaba fijamente, con nada más que lujuria. Así habían sido los días de ambos, después del trabajo, antes o después de comer juntos solo le habían dedicado tiempo al sexo. No había forma de culparlos, tener que verse en ese lugar todos los días sin poder salir y mostrarse como la pareja que son no era algo que podían hacer. Después de todo ambos eran hombres y su debilidad estaba frente a sus ojos.

ᴇᴛᴇʀɴᴀʟ ᴍᴀssᴀɢᴇ [ HᴜɴHᴀɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora